IX
Los ojos ámbar dan humanos.
El padre de Naoto.
Busca levantarse en medio de la conmoción, se tambalea y busca donde apoyarse, no puede ver, pero los ojos brillantes de Naoto le dictan donde está. Y cuando esta por acercarse algo lo golpea con fuerza. No era humano.
Pesado, duro, como una roca, así lo sintió en su costado y al caer al suelo encontró que este es más suave que lo que le golpeó. Se queja, aun sin poder ver cuando otro golpe se hace presente lanzándolo lejos. Tose, el sabor metálico de la sangre se hace presente y busca la puerta, pero intuye que está cerrada porque ninguna luz se cuela por ella. Lo toman del cuello con fuerza prohibiéndole respirar, es levantado sin delicadeza alguna y puede sentir el aliento caliente golpear su cuerpo, quizás si fuera más bajo estaría tan elevado del suelo. Intenta gritar pero su voz no puede salir.
—¡papá!— La voz del pequeño, desesperado. —¡papá! ¡Mi pierna!
Lo dejan caer y solo siente el fuerte golpe sobre sus rodillas, le duele el cuerpo y tiembla, no puede ver y por eso se fía de sus otros sentidos. Escucha fuertes pasos alejándose, quizás hacia Naoto. Como aún tiene la linterna la examina con las manos tratando de encontrar una forma de encenderla, y cuando la luz azul aparece puede ver un poco mejor. Se levanta como puede dispuesto a correr, la linterna tiembla en sus manos y por poco la deja caer, pero la sostiene con ambas.
Es cuando puede ver a una persona. No tan alto ni tan fuerte como imaginó, un chico similar a Takemichi en estatura, pero no se atreve a moverse. El oscuro levanta con facilidad a Naoto, como si fuera un bebé. Sus piernas tiemblan tanto que moverse seria una misión imposible, eso o tendrá que bailar para legar a la salida. Su corazón palpita con tanta fuerza que parece –y siente- que saldrá de su corazón en algún momento, que caerá al suelo y no podrá levantarlo, siente la sangre correr de su labios y el sabor metálico no deja de inundarlo, es momento de correr, de alejarse, pero aun sus piernas se niegan a cualquier movimiento suyo.
Todo se vuelve borroso, como en un sueño, todo se mueve casi en cámara lenta y se recrea imagen tras imagen como una cámara fotográfica, parpadea con pesadez buscando estabilidad en cualquier parte de su cuerpo, y finalmente, cae.
—él me ayudó, me cuida— La suave voz de Naoto se escucha como eco rebotando entre la oscuridad de sus parpados, su mente no puede captar nada más que no sea su voz.
Debe intentar levantarse. Consigue mover la mano derecha y tocar el suelo, reza para que lo que siente entre sus dedos no sea sangre, pero es líquido, espeso. Hace un esfuerzo para sacar su brazo que estaba apresado bajo su cuerpo, lo consigue y apoya sobre el suelo convenciéndose de que es buen momento para tomar impulso. Respira hondo porque va a doler. Y cuenta.
Uno, inhala.
Dos, exhala.
Tres...
Arriba. Cae al segundo incapaz de sostenerse, sus músculos se encuentran demasiado dañados y adoloridos, suelta un quejido respirando de forma agitada. Lo volverá a intentar. Todo sigue dando vueltas, no sabe dónde está la linterna porque su vista no la alcanza a encontrar, tal vez se haya apagado o roto, no lo sabe.
Escucha risas acercándose, como hienas, o quizás peor. Oscuros.
—Dame una buena razón para no matarte.— Escucha las palabras, le hiela la sangre. Se estremece y busca inútilmente con la mirada.
Una buena razón para no matarlo, la petición sería un poco más fácil y Baji supiera que es lo que le está hablando, pero no lo sabe, así que ninguna respuesta llega a su mente y su boca solo se abre con lentitud por todo el dolor de sus labios. Tose, siente el calor del oscuro, tan malditamente intenso que alivia el insoportable frio de la oscuridad, es si como ellos la soportan, los oscuros están hechos para vivir en esas condiciones. Respira con dificultad.
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Oscuro [Bajifuyu]
Misteri / ThrillerAdaptación al Bajifuyu Los oscuros son, como los llama Baji, vampiros que no beben sangre sino que comen carne humana, con uñas y dientes que rasgan la piel y ojos que brillan en la oscuridad, a veces verdes, azules, blancos o rojos dependiendo del...