1 6: Extrañas manías.

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Empezar la semana de clases no sonaba como algo atrayente, incluso ambos habían confesado tener ideas de abandonar sus estudios, pero no, tantos años de esfuerzo no se irían al caño, justamente en la recta final. Ese Domingo aún así lo vivirían como si fuese el último, por lo que ambos decidieron pasarlo bien, fuera de llantos y llamadas entrantes bastante molestas.

Travis tenía decidido animar a Sal, y a la vez animarse así mismo, por lo que antes de que el día se acabara, optó por pasar la tarde con él en la habitación, simplemente mimándolo como raras veces hacía, y dedicarle toda su atención, mientras dejaban de lado el mal día y los estudios.

Ambos estaban sentados sobre la alfombra del suelo; rodeados de un montón de papeles con poemas escritos; cajas de juegos de mesa que habían jugado; mazos de cartas recién comprados, y una radio a pilas con cassettes apilados a un lado, mientras las canciones siempre iban en aleatorio hasta ser cambiadas, y disfrutaban del juego.

─Tú turno, saca tarjeta─.

─Bien...─ el rubio cumplió y miró la tarjeta que en sus manos tenía ─Dios... ¿de verdad debo hacer esto?─.

─Es un juego que inventamos con Larry, no puedes decir que no sea divertido. Ahora di en voz alta lo que dice─.

─"¿Cual es tu fantasía no sexual más alocada?"─.

─Uuy, interesante. Cuenta Travis─.

─Atropellar pitufos afeminados─.

─Que bien, la mía es serle infiel a mi pareja en los conciertos de metal─.

─Saaal...─.

─Es broma, es broma... ¿pero de verdad te gustaría atropellarme?─.

─No, preferiría que seas mi copiloto mientras atropello a alguien más─.

─¡Genial!─ el peliazul sacó una tarjeta de la caja negra, una vez esta fue sacudida por él mismo ─Veamos... «Si tuvieras que elegir entre Ashley; Chug, y Pichulo Luis Miguel, ¿a quién besarías; follarías, y a quien encerrarías en una iglesia con un cura raro por unas horas? Puedes escoger "sacrificio" y ponerte en el lugar de alguien»─.

─Sally...─.

─Perdona, la parte del cura la escribió Larry. En fin... siendo sincero, beso a Ashley, me follo a Pichulo Luis Miguel, y como no me daría para encerrar a Chug con un cura...─.

─Ah, ¿pero todo lo demás sí?─ el rubio le lanzó una almohada al peliazul ─¿Lo del concierto también era otro de tus "sacrificios"?─.

─Calla, celosa, y déjame continuar... En fin, como no me atrevería a encerrar a Chug con un cura raro, elijo sacrificio y me pongo en su lugar─.

─Osea... ¿te encerrarías con el cura?─.

─Solo si el cura eres tú, papi─.

─Sabía que no debía aceptar jugar esto─.

─Si te incomoda terminamos, y seguimos con otro juego, pero saca una tarjeta más. La última, y responde con la verdad─.

─¿Por qué con la verdad?─.

─Es la condición para abandonar la partida de este juego, Larry y yo acordamos eso, ahora, saca tarjeta y di la verdad, o sigamos jugando unas horitas más─.

─Bien, bien... sacaré la puta tarjeta─ el rubio cumplió con lo prometido y retiró la tarjeta de la caja; asombrándose por lo que decía esta ─No es una pregunta, es un reto─.

─Cuenta chismesito─.

«Tienes por reto fingir tu boda con el jugador que tengas a la izquierda del tablero, y mínimo traer tres testigos que aseguren que cumpliste el reto, y se tomen la libertad de grabar o tomar fotos, sin tu permiso. También si se te antoja, te echas la luna de miel, pero no antojes mucho. Atentamente: Larry Johnson»─.

─Bueno... no hay problema─.

─No hay jugador a mi izquierda, así que no tengo que cumplir nada─.

─Por defecto el reto aplicará con quien estés jugando, lo dice en las reglas, y la única excepción es que sea pariente tuyo. Listo, cagaste Travis, ahora ponme el anillo que estas manos por cualquiera no se arreglan─.

─Agh... ¿qué más da?, lo cumpliré cuando se me antoje, nadie dice que hay que hacerlo ahora─.

─Haha... yo me encargaré de que mucho no tardes─.

─Maldito enano─ el rubio sonriendo, se lanzó sobre el peliazul y comenzó a hacerle cosquillas. Ciertamente por más tonto que fuese el juego, jugarlo con Sal le animaba mucho más que cualquier otra cosa.

─¡Vamos a planificar nuestra boda, y tu padre no estará invitado!─ el peliazul reía mientras continuaba jugando a las cosquillas, hasta que en pocos segundos, sus ojos se llenaron de ilusión y le dio la señal al rubio, para que detuviese el juego ─¿Y si...?, ¿y si nos casamos enserio?─.

─¡Aguanta, ¿qué?!─ el moreno miró asustado al chico ─Espera, esto es un juego, ¿no crees que vas muy rápido?─.

─Travis, tienes dieciocho años, hace un año prácticamente estamos juntos, y yo dentro de poco cumplo dieciocho años, ¿no sería cool?─.

─No, no lo sería. Perdona pero... no hubo una sola ruptura en el medio del camino. Creo que sería muy arriesgado ilusionarse creyendo que a futuro no la habrá─.

─Oh... ¿crees que terminaremos?─.

─En algún momento, todas las parejas tienen un punto de quiebre en su relación, sería normal─.

─Pero después se fortalecen─.

─Depende, aveces no continúan, de cualquier forma, ambos no leemos el futuro, y si llegamos a terminar, no deberíamos hacerlo pensando en que en unos días nos arreglaremos y eso─.

─Ah... cierto, perdona lo de la boda, fue una cosa que... no sé, pasó por mi mente, pero realmente me ilusionaba─.

─Hey...─ el rubio se puso de pie junto al peliazul, y lo acercó un poco hacia su cuerpo ─¿Quién dijo que no cumpliría el reto?─.

─¿De verdad lo harás?─.

─Claro, mientras sea eso, un reto; una broma, pero no una boda real─.

─¡Oh!, ¿y p-podemos hacerla en un lugar super raro y organizarla como si fuese enserio?─.

─Bueno... ¿qué tan enserio?─.

─Servimos galletas como comida, e invitamos a mi padre para que haga de DJ, y a Lisa como la repostera─.

─No harás trabajar a Lisa por una boda de mentiras, vamos, Sal─.

─No lo haré, ya lo dije, solo galletas, y algo de jugo─.

─Bueno, entonces sí─.

─¿Y quién será el cura?─.

─Yo digo que Larry─.

─Haha... ya le mando mensaje, a ver cuando organizamos la joda─ el peliazul fue corriendo hacia su mesa de noche y tomó su teléfono.

─Sal─.

─Sí, ¿qué pasa?─ sin despegar la vista de la pantalla de su móvil, el chico escuchaba al rubio.

─¿Te sientes mejor?─.

─¿Mejor que qué?─.

─Ah... nada, olvídalo─ el rubio se rascó la nuca y sonrió.

Al menos con tonterías, el mal estado se le pasó, aunque con solo un par de ilusiones, realmente lo animó. Sin embargo, una posibilidad había sido planteada en la cabeza de Travis, y aunque fuese en broma, había traído otra pregunta consigo, respecto a su relación:

«¿Cuanto durará?»

Superfluo -【Sally Face】Donde viven las historias. Descúbrelo ahora