1 7: "Voló, voló, voló, voló".

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Hundía la mirada en el reflejo que se mostraba en el espejo del baño; su cabello largo y castaño seguía expresando la misma libertad y rebeldía, que siempre lo destacaba como persona, o eran los dos principales aspectos que veían de él los demás. Con algo de nostalgia paseaba por los pasillos del apartamento; observando los cuadros que representaban toda su vida hasta ahora, en formas de fotos.

Una sonrisa algo angustiada se dibujaba en su rostro; el joven artista reconocía solo en escasas fotos, una felicidad genuina en él; una que quería volver a sentir, pero que comparada a años anteriores, parecía ser menos fuerte, o casi completamente ilusoria. Su tan ensoñado deseo era sentir felicidad, ¿acaso ya la sentía y no la distinguía de un día gris?

Sally le decía eso, pues para muchos la felicidad es un sentimiento fuerte que se obtiene cuando se está donde se quiere estar, con quienes se quiere estar, y en el momento en que se quiere estar. Cuando toda la satisfacción momentánea opaca todo lo demás; los problemas pueden seguir estando pero no tienen el mismo peso, y lo único en lo que se piensa, es en que el momento sea duradero.

En ese caso, la felicidad para Larry Johnson, se la había llevado el tiempo de una forma injusta, y ahora se la devolvía en pequeños pedazos, que como incentivo lograban que siguiese contando todo como un día más y no como un día menos.

Incentivos que llegado un punto, sabía que no valdrían lo que antes, y así como el tiempo voló para él, con ello cualquier posibilidad de hallar otro incentivo. Aunque claro, era demasiado pronto para pensarlo, mejor sería hacer de cuenta que era feliz y no lo sabía, y solo eran días grises siendo brutalmente dramatizados, por un chico sensible e inconformista. Sí, eso quería creer; ese sería el consuelo del nuevo día.

Con recelo intentaba proteger su vianda de comida en la mochila, para no tener que compartirla con los demás una vez llegase al salón. No, no tenía problemas para decirle "no" a los entrometidos muertos de hambre, que dependían de lo que trajesen los demás para comer, pero prefería hacer que estaba tan mal como ellos, antes que ser visto como egoísta, cosa que realmente era, y no le traía culpa alguna.

Sus contradicciones eran parte de su día a día, como aquel peso sobre los hombros que siempre lo acompañaba, y que camuflaba con la mochila que al instituto llevaba, casi totalmente vacía. Y de contradicciones y más contradicciones, junto a reflexiones demasiado introspectivas, terminó como cierto amigo suyo de baja estatura: durmiendo sobre el pupitre toda la clase.

Y realmente no tenía sueño, pero aquellas palabras de la docente de literatura, solo resonaban como una canción de cuna en su cabeza. Tenía mejores cosas en las que pensar, y que ignorar respecto a los estudios, pero allí tenía a Ashley, como siempre intentando animarlo y mantenerlo despierto.

Creía injusto tener que aprovecharse de su disponibilidad, como para permitir que esta hiciese el doble de trabajo escribiendo en su cuadernola un resumen de la clase, y aclararle además términos y definiciones que quizás no entendería, por si las dudas. Obviamente no siempre tenía tiempo para ser la mejor amiga y persona que podría haber, algunas clases el trabajo la sobrepasaba, y con pena le decía al castaño que no podría ayudarlo.

No la culpaba, era una excelente persona, como todo aquel que con él terminó haciendo una amistad verdadera, o formando un vínculo profundo. Su dulce madre tenía razón muchas veces, más de las que el castaño le daba su merecido crédito, pero había una en la que siempre pensaba tras recordarla: Los romances pueden ser para un día o un par de años, las amistades que él tenía, serían para toda la vida.

─Johnson─ una voz femenina muy dulce, resonaba en su cabeza ─¡Larry Johnson!─.

─¡A-ash!─ el chico levantó la vista del pupitre y miró a su izquierda ─Perdón... ¿qué decías?─.

Superfluo -【Sally Face】Donde viven las historias. Descúbrelo ahora