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-¿Y tú me amas? - pregunta la chica desnuda que está sobre mi cama, es realmente hermosa, cabello negro, ojos grises y unos labios que te hacen desear besarlos por la eternidad; un cuerpo esbelto lleno de curvas. La miro con desinterés, odio cuando se pone sentimental
-Solo siento lujuria, nada parecido al amor - respondo, si supiera quién soy no estaría preguntando algo así. Solo la utilizo para saciar mi deseo carnal, nada más.
- Ya puedes irte.
-Podrías llegar a amarme? - dice, mierda ¿que le pasa a las personas con el amor? Es el sentimiento más destructible que puede haber. Los sentimientos te hacen débil.
-No, vete ya. - digo cortante y mirándola con frialdad
- No puedo alejarme de ti
Oh hermosa, me estás tentando. Veo por el rabillo del ojo como se acerca a mí. Sus labios tocan mi espalda y yo trato de no apartarla. Ahora esto se volverá mi juego.
- ¿Quieres que te ame? - le pregunto dándome la vuelta para quedar frente a frente.
- si - me mira con esos ojos angelicales que harían caer a sus pies a cualquier hombre. Pero a mí no, yo sé quién es. Es una maldita perra y nunca cedería de esa forma.
- Me he enamorado de ti - dice con sinceridad, le agarro el mentón con fuerza.
- Alguien como tú no amaría a alguien como yo. No puedes amarme, pero puedes odiarme. - con el filo de la navaja que siempre cargo en el bolsillo del pantalón, hago un corte profundo en su cuello, está se aparta de mi, mirándome con decepción y sorpresa.
- Vamos linda, ódiame. El odio es el único sentimiento qué acepto en mi vida. - Veo como se desangra en el piso. Mierda, ahora tendré que limpiarlo. Me arrodillo mirando la vida abandonar sus ojos
- Eras hermosa, lástima que andarás por la vida intentando saciar tú soledad con drogas, sexo y amor.
Luego de desacerme del cuerpo y limpiar el apartamento, salgo a beber algo. Voy a un viejo bar, en los rincones más oscuros de Seattle. Le pido a la mesera que me resulta raramente conocida una botella de whisky y está me la lleva a la mesa unos minutos después.
Después de un par de copas mi cabeza empieza a dar vueltas y veo borroso, siento mi cuerpo pesado y mis párpados se cierran contra mi voluntad. Al tratar de mantenerme en pie, veo el cuerpo de una mujer cerca de mi y al llegar a su rostro una estraña sensación me invade el cuerpo. La reconozco al instante y es ahí cuando caigo inconciente.
Al despertar, me duele la cabeza. Trato de llevar mi mano a esta, pero algo la sujeta atrás de mi espalda. Me encuentro atado en una habitación grande, donde solo hay una persona en esta; que al verme despertar se acerca lentamente. La familiaridad de su rostro hace que una sonrisa se forme en mis labios.
- Nos vemos de nuevo - digo con semblante despreocupado.
- ojalá no hubiera sido así
- ¿a qué estás jugando Layla?
- ¿crees que esto es un juego? ¿Crees que te he seguido, investigado... solo por un juego? - dice, me encojo de hombros.
- tal vez, yo lo haría.
- ya, pero no soy tú. - sus ojos azules me miran con un odio y recor intenso
- estás tan diferente. Casi ni te reconozco - digo. Ya no es esa mujer del pasado, ahora su mirada está vacía, sus ojos no portan ese brillo que los hacía tan únicos y diferentes.
- ¿quieres qué te recuerde quién soy? yo solo soy una de esas muchas mujeres que te amaron idiota, la única diferencia es que a mí no me mataste - dice con desprecio pasando el arma que tiene en una de sus manos por mi rostro con delicadeza. Maldita mujer, la que más he deseado en mi vida y la que más me costó tener. Era tan reservada y fría, no paraba de llamar mi atención. Mi mayor trofeo. A pesar de eso, me arrepiento de no haberla matado. Me hubiera encantado ver cómo su alma dejaba ese definido cuerpo que tiene.
- los síntomas de un psicópata son - dice de repente, haciendo como si estuviera recordando algo - no sienten remordimiento o culpa, tampoco tienen o sienten empatía, tienen un nivel de narcicismo bastante elevado y son antisociales, no sienten afecto emocional, son excelentes mentirosos y manipuladores ¿Curioso no?
-alguien estuvo haciendo su tarea - digo con una sonrisa de superioridad en mi rostro
- Un temido psicópata fue ingresado en un psiquiátrico de alta seguridad en el 2019 después de haber asesinado a más de diez mujeres. Este escapó gracias a una chica estúpida que estaba perdidamente enamorada de él. ¡Vaya historia! Eres toda una joyita
- y no has escuchado la mejor parte - digo y la sonrisa que había en su rostro desaparece
- No sabes cuánto te desprecio - dice agarrando mi mentón con su pequeña mano.
- fuiste mia... - antes de que pueda terminar, estrella su mano contra mi cara
- cállate, hijo de puta. Nunca debí ceder, nunca debí amarte como una estúpida. Y mirame ahora, tengo tú vida en mis manos y no estas rogando por ella.
- tú tampoco lo hiciste el día que intente matarte, aún así tú mirada me decía que no querías morir.
- Que me dejaras viva fue mi castigo, haberme enamorado de una maldita alma pérdida también lo fue. No sabes cuánto he fantaseado con este momento. Verte tan vulnerable ante mi.
- lo sé a mí también me parece excitante - digo mirándola con deseo
- no seas idiota - se acerca y me mira con frialdad- ya no despiertas ni lo más mínimo en mi
- yo te convertí en esta persona sin sentimientos, fría y calculadora- ella sonríe.
- No, tú acabaste con la barrera, te di todo de mi. Al igual que muchas otras mujeres. Pero las personas como tú no entenderían eso, nunca.
- No es mi culpa ser así
- sólo eres una maldita basura - se agacha en frente mío - un maldito psicópata, pensé que tenías arreglo, pero no. He vivido tan equivocada.
-Nunca quise ser salvado
- al final Shoun, tú única salvación será la muerte- y eso fue lo último que dijo, apretó el gatillo y me disparó justo en la frente, acabando con mi vida. La muerte se sintió como algo demoledor, acabando con cada recuerdo, la muerte despertó la mejor sensación que pude sentir en mi vida, destruyó cada parte de mi, dejándome en el limbo de la inconciencia...
Así terminó mi historia.
