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… -Vamos a dar un pequeño paseo… Por aquí… Muy bien, eso es…

Aquel chico caminaba para atrás, hablándole a los monstros, como si ellos entendieran. Los come carne le seguían, obedeciendo lo que él les decía. Si tan solo apartaban la mirada de él, parecía como si el chico enfureciera.

-¡Ey, no mires a otro lado, mírame a mí!... Ya casi llegamos, muy bien…

El chico siguió caminando junto con las bestias hasta que los perdí de vista. De lejos se sintieron dos disparos.

Yo seguía allí, malherida, tirada contra la puerta de aquella casa. A los pocos segundos el chico llegó hacia donde yo estaba, me miró de arriba abajo y se inclinó para quedar a mi altura.

-Tu nombre – Ordenó.

-… _______... _______ _________ – Contesté.

-¿Eres de aquí?

-No… Soy de Atlanta…

-¿Qué haces aquí?

-Lo mismo que tú… Huyendo de ellos.

Tomó mi tobillo – Estás lastimada. Aquí traigo un botiquín. Entremos, te curaré y podrás irte.

Sacó de su bolsillo la llave de la casa, me ayudó a levantarme y entramos. La casa parecía estar bastante descuidada, por lo que supuse que no era de ellos, seguro se ocultarían aquí. Tomé asiento en uno de los sillones que había allí y esperé a que me curara.

-¿Cómo te hiciste esto? – Preguntó.

-Aquí, en la entrada. Me caí y… Bueno, ya verás.

-Muerde esto – Me alcanzó una pequeña toalla. Obedecí.

Agarró mi tobillo y hecho una gran cantidad de alcohol puro sobre la herida. Eso me provocó un fuerte grito ahogado, que pegó sobre lo que estaba mordiendo.

-¡Ya pasará, permanece callada! ¡Los atraerás!

Tomé fuerzas mientras seguía pasando alcohol y una crema sobre la herida. El dolor desapareció poco a poco. Cubrió mi tobillo con una venda y se dirigió hacia las escaleras de la casa.

-Volveré en un segundo. No hagas nada – Me dijo.

Subió y escuché unos débiles murmullos viniendo de arriba. No hice nada, me quedé esperándolo ahí en la sala, viendo una foto vieja, medio descuidada que había sobre una mesita. Era un hombre, una mujer y un niño, sonriendo los tres, seguramente en tiempos felices. El niño… Era él. Solo que sin aquel sobrero, con pelo mucho más corto y más pequeño. Tenía una familia, pero parecía estar solo él. O al menos, con alguien más...

-¡Aaahhhh! – Gritó una voz que venía desde arriba.

-¡Papá!

Aquellos gritos me hicieron saltar del lugar, pero permanecí quieta. De pronto, el chico bajó rápidamente hasta la mitad de las escaleras.

-¡Tú! ¡Ven ahora y ayúdame!

Obedecí y algo adolorida subí lo más rápido que pude las escaleras. Me guió hasta el baño, donde había un hombre tirado en el suelo. Tenía barba, la cara lastimada – Hasta podría decir deformada –, y la camisa desprendida, que dejaba ver una profunda herida en el costado de su pecho.

-S… ¿Sabes algo de esto? – Me pregunto, con tono desesperado.

-… Esta herida está infectada… ¿Qué hizo?

-¡No sé! Se echó la botella de alcohol ahí, gritó y ¡Cayó al suelo!

-… Alcánzame la crema que me pusiste en el tobillo, las vendas y un poco de alcohol.

Walkers| 1° T TERMINADA |Chandler y tú|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora