Quemaba. Quemaba tanto que ardía.
¿Cómo habían llegado a aquello? Y sobretodo, ¿por qué?
Ardía la rabia con la que su novio se dirigía a él, ardían sus ojos de llanto y las gargantas de ambos por los chillidos que proferían, cegados por la furia.
Oh, y el dolor. El dolor era tan intenso, tan desgarrador y tortuoso que apagaba cada una de las palabras que intentaban escurrirse por la comisura de sus labios.
Sus delicadas manos blancas se agarraban el pecho, como si de verdad aquello atacase al rincón más recóndito y profundo de su corazón.
Willy no entendía aquel desfase, su conciencia parecía no querer asimilar lo que él mismo había desatado y la confusión hacía aquello incluso más hiriente.
- ¿Cómo? ¿Cómo pude confiar en ti? - Las palabras de Samuel estaban cargadas de odio y desconfianza, aunque tan rotas como las lágrimas que dejaba deslizar por su rostro y caer al suelo.
Guillermo sintió un estremecimiento. ¿Era aquella la solución final? ¿Derivaría su cálido enlace en una sucia infidelidad ciega?
Pero las palabras de Sam no podían detenerse, no osaban soportar el peso de los sentimientos con los que su amo cargaba por aquella trágica escena.
- ¿Cuántas promesas más han sido pisoteadas? - sollozaba el mayor, perdiéndose en su lamento - ¿Cómo crees que me siento tras pasar por esto?
Sus gruesas manos oscilaban, rasgando el aire con los rudos movimientos que debían ser exageradas gesticulaciones.
Los labios de Willy alcanzaron a susurrar un lastimero quejido, cortando las oraciones de Vegetta que retumbaban por las paredes de la ancha habitación.
-Me... - siseó, y su voz pareció fallarle una vez más - Me sentía tan solo y abandonado...
La expresión de el otro hombre se crispó de melancolía tras oír semejante excusa, a sus oídos tan absurda y vulgar como una sucia mentira.
- Me marché dos semanas - replicó, amargo - ¿Acaso es suficiente este tiempo para burlar mi confianza?
Y es que Willy realmente se había sentido tan asolado aquellos días; de verdad había anhelado la calidez de su cariño y ciertamente había huído para aliviar su sed.
Pero, ¿cómo puedes explicarle esto a la persona que amas por encima de todo cuando todo de ti delata lo culpable que te sientes? ¿Cómo esperaba él ser perdonado sin ningún tipo de rencor?
¿Y si de verdad la culpa recaía únicamente sobre sus hombros y la solución fuese el más amargo de los olvidos?
Pero antes de que el chico de ojos achinados pudiese pronunciar alguna palabra, Samuel giró en redondo para evitar la posibilidad de entrelazar sus miradas.
- ¿Sabes qué, Willy? - pronunció lentamente, con voz áspera - Me marcho de esta casa.
Una silenciosa garra helada aprisionó el corazón del menor, que gimió en respuesta a aquella repentina y dolorosa decisión.
- ¡No puedes hacerme esto! ¡No quiero quedarme solo! - chilló, y al oírse retrocedió de vergüenza. Era lo peor que podía haber dicho en aquellos instantes.
Un rugido brotó del interior de Vegetta, quién ya se dirigía hacia su cuarto a paso violento.
- Olvídame, ¿quieres?
Los ojos del pelinegro centellearon de impotencia, reflejando las anticipadas lágrimas de aquel romance derrotado.
Oh, cuánto querría poder cagarse en todo lo cagable en aquel momento.
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7 minutos [Two-shot Wigetta]
RandomDesde la partida de Samuel Guillermo se siente muy solo, así que decide ahogar sus penas de la forma que cree más eficaz: Bebiendo. ¿Qué consecuencias tendrá esta decisión para el joven youtuber?