Almost happy

Un placer culpable

Almost Happy

Por: SadChirimoya

Capítulo I

Un placer culpable.

Sakura sabía de sobra que él la odiaba, pero de los años que llevaban de conocerse, nunca supo por qué lo hacía. Hinata en algún momento le había dicho que simplemente así era su carácter, un poco difícil de tratar, pero una vez que lograse llegar a él, sería uno de sus amigos más fieles.

La pelirrosa no dudaba de las palabras de su amiga, en especial de la primera parte de ellas, pero tampoco tenía intenciones de someterlas a escrupulosas pruebas para asegurar su veracidad. No le faltaban amigos, de hecho, tenía los justos y necesarios; amigos que darían la vida por ella, así como lo haría la muchacha por ellos, por lo que no encontraba necesario si quiera intentar ganarse la amistad del castaño.

Además, por otra parte, disfrutaba muchísimo sacar de quicio al muchacho.

Sakura, por aquel entonces, era una joven de humor liviano, carácter agradable casi siempre, y traviesa. Le gustaba jugar bromas, amaba reírse por todo y por nada, sin embargo, a la vez contaba con un temperamento de mierda; bastaba tentarla un poco para que en cosa de segundos abandonase aquel humor ligero para empapelar en insultos a aquel que haya tenido la valentía de joderla.

Con el castaño Hyuga, pese a que siempre le contestaba mal, la recibía mal, e incluso la miraba de una forma bastante despectiva, nunca se vio tentada a confrontarlo de forma seria o enojada, por el contrario, siempre tomaba sus palabras, sus insultos o sus gestos de extrema molestia como una muy cordial invitación a continuar provocándolo.

Para desgracia de Neji, siempre se encontraban, pues constantemente Sakura iba de visita a casa de Hinata, la cual se encontraba en el área residencial exclusiva de la familia Hyuga, y como un extra, la casa de Hinata estaba prácticamente al lado de la propiedad del castaño.

Cada vez que la Haruno se quedaba a dormir, él se la topaba. Aparentemente la chica tenía la misma costumbre propia de salir a dar un pequeño paseo nocturno luego de que ya todos se fueran a dormir, y era en esas circunstancias en particular que más detestaba encontrársela.

El silencio nocturno, la calma propia que le entregaba la ausencia de personas, era justamente lo que le permitía darse un descanso, bajar sus defensas, relajar sus músculos, contemplar el paisaje de su residencia, perderse en sus pensamientos de forma tranquila, sin interrupciones, sin deberes.

Era el único momento realmente suyo que tenía durante las veinticuatro horas del día, y llegaba ella a arruinarlo.

Su sola presencia era como si le bañasen con un valde de agua fría.

Quizás ni si quiera él mismo sabía a ciencia cierta por qué el simple hecho de visualizar aquellos rosados cabellos le producía tal hastío; era simplemente un sentimiento que afloraba desde lo más profundo de su cuerpo y no podía contenerlo.

Ambos tenían noción de que les tomó casi un año de encontrones casuales, escuetas palabras de saludo y muchas provocaciones tanto verbales como no verbales, el poder tener una conversación tranquila como dos seres humanos normales. O lo más parecido a lo que pudiesen acceder ambos.

Sakura se había quedado a dormir, otra vez, en casa de Hinata. El castaño se había percatado de que la muchacha de rosados cabellos se quedaba en la residencia con más frecuencia que en un principio, aunque nunca se molestó en indagar qué era lo que la llevaba a pasar tanto tiempo fuera de su propia casa.