-No te enfrentes a ellos o lo lamentarás, decían. No te resistas ante ellos o serás su comida...-
Hacerle frente a unos seres sobrenaturales que pueden quitarte la vida solo con dos colmillos siendo un humano mortal sin poderes es realmente un suici...
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Eran las 17:27 de la tarde, me encontraba en mi casa acomodando mi equipaje, hace meses comencé a oír y leer información casi oculta sobre aquellos seres repugnantes, encontré por Internet que varios habían intentado acabar con solo uno de ellos y no salieron nada bien, así que tomé la decisión de prepararme lo mas que pude para acercarme a ellos y acabarlos desde dentro...
Desde luego que toda mi familia me tomaba por loca.
"no creas en esos rumores"
"esos seres no existen, no seas ingenua"
"busca algo mejor que hacer que creer en cuentos de terror"
Pero yo se muy bien que existen y siguen ahí, en algún lugar de Japón acabando con vidas inocentes solo por placer y eso se iba a terminar pronto.
Al terminar de alistar todo mi equipaje, tomé todo y lo llevé a la puerta de mi casa, mis padres y mis dos hermanos me miraban molestos. Bufé. —Ya dejen de mirarme así, se lo que estoy haciendo ¿esta bien?— Seguidamente les di la espalda.
—Al menos regresa a casa viva, por favor— Oí a mi madre decir con preocupación, la miré de reojo y asentí. —No te preocupes, me cuidaré— Seguido de eso, mi padre me ayudó a sacar mi equipaje a la puerta de mi casa, al salir el ambiente era frío. —¿Te vendrán a buscar o como es la cosa?— Miré a mi padre que se encontraba cruzado de brazos junto a mi, —Hum, supuestamente un vehículo vendría por mi entre las 17:40 y 18:00— Mi padre asintió y continuó mirando a los alrededores.
Me quedé en la puerta varios minutos, se habían hecho las 18:10, iba a entrar para tomar un café por mientras hasta que llegó una limusina negra frente a la casa. —Vaya... No me esperaba que vendría esa clase de vehículo— Tomé mis dos maletas. —Ten cuidado en lo que te metes, te lo dije hace unos meses y te lo digo ahora, en cuanto veas algo raro deja todo y vete, quiero a mi niña sana— Mi padre me dio un beso en la frente, solté mis maletas y lo abracé.
—No te preocupes, papá, me cuidaré, volveré en un tiempo sana y salva— Volví a tomar mi equipaje y me alejé, nadie bajó de la limusina así que yo misma me monté y acomodé mis maletas dentro. Al menos aquí hay calefacción.
El viaje seria largo, estos estaban al otro lado de la ciudad, viven muy apartados, casi que a las afueras, y eso tiene sentido. Decidí que lo mejor era relajarme y ponerme seria una vez llegase al destino, aunque era bastante difícil poder descansar en el vehículo ya que no me sentía del todo segura, de igual modo me acomodé como pude hasta que me quede dormida.
