todas las cosas que siempre quise decir, se las dije en un bus

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Disclaimer: Yo soy Betty, la fea y sus personajes no me pertenecen. Todo es propiedad de Fernando Gaitán y RCN Televisión. La foto de portada tampoco es de mi autoría, créditos a su autor.
Y el AU mucho menos es mío, me inspiré completamente en el maravilloso trabajo de star_sailor_04 en instagram, @littlecreativity en wattpad. Sus fanarts son hermosoooos, en serio. Los amo demasiado y fueron mi luz para crear este one-shot ochentero en el que Betty y Armando son adolescentes y compañeros de clase. Una disculpa si no seguí la historia del AU tal cual, pero de verdad cada ilustración fue mi musa. Estoy enamorada de este concepto. ¡Mil gracias por crearlo! 

En fin, ahora sí el fic: 

«Ya se acabó el semestre, ya sacó 10. ¿Por qué se sigue juntando con ella, hombre?». Las palabras de Mario Calderón, su mejor amigo, hacen eco en su cabeza como una canción de comercial tan mala como pegajosa que se repite incontables veces.

Incluso la propia Beatriz se ha mostrado sorprendida cuando en el primer día del nuevo curso le dirige la palabra. Sus ojos saltones escondidos detrás de esas gafas caricaturescas la delatan.

No puede culparlos. El mismo Armando tampoco tiene una respuesta. Y es que el hecho de que ambos sean amigos parece ir en contra de cualquier pronóstico, es desafiar a la naturaleza (aunque después de todo están en la etapa de mandar al carajo lo previamente establecido, ¿no?).

Él, popular, que le sobran admiradoras, que los hombres se mueren por ser como él, que no es por presumir, pero de buena familia, hasta casa en el extranjero tienen. Y ella... bueno, ella es muy inteligente.

Y tierna. Y más divertida que una de esas comedias que pasan en la televisión a las cinco de la tarde. Ella es interesante, sí, pero eso tarda en descubrirlo.

Porque lo primero que piensas cuando ves a Beatriz Aurora Pinzón Solano es: fea. Una apariencia que más que espantarte, te incomoda. La pubertad es cruel y saca lo peor de uno, Beatriz es la prueba en persona de ello. Definitivamente Armando jamás le hubiera hablado si no fuera por el Profesor Gutiérrez. Maldita sea él. (O quizá a estas alturas, bendito sea).

Los ha puesto como pareja para un proyecto. Vaya usted a saber cómo los maestros escogen a los compañeros de equipo; si es puro azar o si les gusta sentirse dioses y jugar con el destino de sus alumnos.

No, no es una exageración. Armando no quiere estar ahí. No quiere compartir tiempo con ella, teniendo mejores cosas que hacer, mejores personas que frecuentar. Pero se resigna.

Beatriz siempre es amable con él. Desde el primer momento le sonríe mostrando esos dientes de hojalata, brillantes como la armadura de un valiente caballero a punto de salvar a quien lo necesite.

—Si a usted le parece bien, podemos quedarnos mañana después de clases en la biblioteca para adelantar el proyecto.

—Sí, como sea.

De acuerdo, no ha sido tan malo. Al principio cree que Beatriz se conformará con su presencia, que ella hará todo el trabajo y que aun así el nombre de Armando Mendoza figurará en la entrega final del proyecto.

Pero con Beatriz los asuntos nunca son tan sencillos. Tiene que reconocerlo, ella se esfuerza para que él se involucre. Le explica, con muchísima paciencia, cada detalle que no entiende y logra que Armando se entusiasme por un estúpido proyecto (quizá ella debería de ser la maestra y no Gutiérrez). Y por si fuera poco también le ayuda con las tareas de otras materias. ¿Y para qué? ¿Qué gana Beatriz con aquello?

No piensa buscarle mayor explicación: Ella es así, dedicada (eufemismo para cerebrito), y no dejaría que la mediocridad de nadie la hundiera. Es de esperarse: sacan la mejor nota del curso, cómo no, si con la inteligencia de Beatriz hasta el bobo de Freddy se hubiera ganado un diez.

todas las cosas que siempre quise decir, se las dije en un busDonde viven las historias. Descúbrelo ahora