Pesadilla

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—¿Qué sucedió aquí? — preguntó XingChen a ver a las dos chicas de rodillas y reverenciando al rey como si fuera una deidad a la cual le estaban adorando.

El joven ayudó a ambas concubinas a ponerse de pie, se veían más pálidas de lo normal, no imaginaron que una persona callada y desinteresada podría causar tanto temor con sólo pocas acciones y en cuestión de sólo algunos segundos, la facilidad para cambiar su semblante era algo increíble y tenebroso a la vez.

—Mian Mian, LingJiao, es mejor que se retiren por ahora, no creo que su majestad esté de buen humor — la voz del joven tenía el efecto relajante de un afrodisíaco, las chicas se sintieron más tranquilas y se retiraron a sus respectivos aposentos, XingChen las vio alejarse por el pasillo y al perderlas de vista cerró la puerta detrás de él. Volteó a ver a Xue Yang, él seguía sentado y mostrando su típica sonrisa canina.

—Xiao Daozhang ha llegado, ¿cómo te fue? ¿Me extrañaste? — su juguetona voz seguía presente.

—Su majestad, solamente he venido por mis cosas — no daría más explicaciones, con eso sería suficiente, con lo sucedido anteriormente de dormir en la misma habitación, fue solo a causa del accidente y después para ayudar al rey a limpiar sus meridianos de energía espiritual, no había otra razón.

El brillo en los ojos del emperador desapareció por completo, era como si una nube de lluvia se hubiera posado sobre de él.

—No tengo habitaciones libres en este momento — se excusó.

—Puedo regresar a donde vivía antes.

—No.

—¿Por qué? — lo único que quería era la oportunidad de irse sin que nadie lo viera, ¿por qué no? —También puedo quedarme en la habitación del frente, este sirviente no necesita un lugar muy grande, puede dormir donde sea.

—Entonces duerme aquí — volvió a sonreír —Dijiste que podías dormir donde sea, entonces duerme aquí.

—Pero... No podría, después de eso — su cuerpo lo traicionó de nuevo, el sonrojo subió a su rostro.

—¿Eso? — caminó unos pasos hacia XingChen —¿Qué fue "eso" ? — preguntó con fingida curiosidad, disfrutaba burlarse de su pequeño sirviente.

«Ay... No por favor, no me obligue a decirlo», el joven temblaba un poco de nervios.

Xue Yang rompió la distancia y lo abrazo, recargó su mentón en el hombro del joven y se mantuvo así por un tiempo, sus manos recorrían la fina espalda masajeandola un poco, le reconfortaba estar así, con él, solo con su Daozhang.

—No te vallas — susurró.

XingChen cerró los ojos y se dejó envolver por la agradable sensación de calor que le brindaba el cuerpo contrario, ¿por qué hacía esto? ¿Por qué se sentía débil cuando lo tenía cerca? ¿Por qué tenía que ceder sólo ante él? Sus manos decidieron sujetarse en la espalda del emperador, el sentimiento de ser mimado por otro no lo había sentido hace tiempo, el único que lo lograba poner en ese estado era «Song Lan», dicho nombre retumbó en su cabeza, la altura de ambos era similar, quizá Song ZiChen era más alto por algunos centímetros, pero la sensación era la misma.

«¿Debería dejarme llevar? No, Song Lan aún me espera», pero aún había algo que le hacía no querer soltar a Xue ChengMei, al juzgar por su comportamiento y sus cambios tan repentinos, existía algo que definitivamente no estaba bien, no deseaba meterse en ese tipo de asuntos, pero le dolía pensar en el posible sufrimiento del rey, algo le atormentaba.

No dejó de abrazarlo, en silencio se mantuvieron.

—Daozhang, tú corazón late muy rápido — una tranquila risa se escuchó, una risa sincera.

El Favor del Emperador Donde viven las historias. Descúbrelo ahora