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Dulce y amargo / Inesperado y exquisito


Chuuya subió al coche aparcado fuera del aeropuerto que había esperado por él varios minutos.

En el lado del conductor estaba un hombre joven que le sonreía con genuina gentileza. Chuuya lo vió y no pudo evitar sonreír de vuelta, pues el contrario definitivamente era un alfa muy atractivo para la vista.

Y se trataba de su esposo.

Hace un año y medio que se habían casado y empezado una vida juntos, sin embargo Chuuya había estado fuera del país desde hace tres meses atrás.

El motivo de su viaje era que Arthur Rimbaud con el que seguía en contacto y quién le estaba ayudando a surgir como un pintor reconocido, solicitó su presencia en una galería de arte de Francia, pues había conseguido la exposición de unas obras de Chuuya y sí todo iba bien podrían venderlas.

Al ver el rostro de Chuuya era obvio adivinar que las cosas iban perfectamente, pero aún así Dazai debía preguntar
—¿Cómo ha ido?

—Todo está bien— sonrió el omega y continuó explicando —Se han logrado vender y hay demasiadas personas preguntando por mi trabajo… Supongo que voy a estar muy ocupado.

Dazai también sonrió, pero no respondió. Hubiera estado encantado de ir junto a su omega, pero el trabajo en el hospital no se podía dejar de lado y solo pudo soportar esos meses sin ver al pelirrojo.

—¿Y que hay de ti?— preguntó Chuuya antes de que el silencio se extendiera por demasiado tiempo —¿Como te va en el hospital?

—Genial… Ya me estoy acostumbrando a ser el director general, pero el retiro de Mori-san sigue siendo apresurado desde mi punto de vista.

—Sabe que estás preparado para ocupar su lugar.

Dazai no respondió está vez. En realidad estaba muy preocupado de que con los avances en sus trabajos, ellos tuvieran menos tiempo para estar juntos. Ya habían pasado tres meses desde la última vez que tuvo tan cerca a Chuuya, no quería volver a esperar tanto tiempo. Después de solo pensarlo inconscientemente apretó su agarre en el volante del auto.

El de ojos azules ni siquiera lo notó. Él retomó la palabra, está vez cambiando el tema.

—El vuelo fue muy cansado… Deseo llegar a casa pronto para descansar pero me preguntaba, ¿Compraste lo que te pedí?

—... En realidad no— dijo el alfa sin rodeos —Quería ir contigo.

Chuuya estaba a punto de reclamar pero solo pudo atragantarse con sus propias palabras. Lo único que le había pedido a Dazai era lo básico para cocinar y al escucharlo decir que deseaba ir junto a él a un supermercado y comprarlo, ablandó su corazón.

Quizá no era la más romántica de las citas, pero muy valioso para ellos que habían estado alejados por tanto tiempo.

¿Quién pensaría que el alfa arruinaría el momento con su siguiente pregunta?

—¿Conociste a alguien interesante en Francia?

Chuuya borró todo rastro de emoción de su rostro —¿A qué te refieres?— ya estaba cansado. Todos los días en los que se pasó fuera, el castaño le marcaba a su celular y preguntaba acerca de las personas con las que convivía y sí Chuuya cometía el error de mencionar a otro alfa, su esposo le reclamaría por al menos media hora y amenazaba con tomar el primer avión hacia Francia.

Fueron demasiadas discusiones por llamadas las causantes de que ahora se sintiera tan incómodo estar sentado al lado de su propio esposo.

—Solo quería saber…— respondió Dazai
—Es decir, de seguro hay demasiadas personas en el mundo que son impresionantes, ricas y atractivas.

✧*。Mantengamos  Los  Sentimientos ✧*。[soukoku][Omegaverse]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora