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"¿Has aprendido tu lección?" La voz de Kramer resonaba en la cabeza del detective Hoffman, si él siguiera vivo, seguro estaría diciéndole eso.

El ardor que le recorría el cuerpo lo hacía retorcerse, sumado a la deshidratación y hambre, se había desmayado un par de veces, pero,  siempre despertaba.

Éste no podía ser el final.

Tocando el suelo helado, intentando encontrar algo que le sirviese,  aunque sea para quebrar su talón para arrastrarse y despojarse de las cadenas hacía el otro lado de la habitación. Poco a poco las energías se agotaban más y más, no tenía días ahí, tenía semanas. Era increíble que su cuerpo aún soportara la falta de alimento y agua. No podía levantarse más, en ese momento sólo quería morir. Cada día repasaba su miserable vida. ¿Por qué acabó así? ¿En qué momento todo se vino abajo? El fuerte Hoffman se quebró, sus lágrimas le eran abundantes pues no lloraba más desde que comenzó su carrera criminal, se sentía derrotado como nunca antes, se sentía débil, la ira era una emoción secundaria. ¿Se había ganado todo esto? Lo merecía y lo sabía.

Era imposible pedir una oportunidad, era un asesino. –Maldita sea–. Dijo. Estaba jodido.

Totalmente desorientado y con la ira corriendo por sus venas lanzo aquel cráneo del cadáver que le había acompañado todo ese tiempo con toda la fuerza que tenía al otro lado de la habitación.

–¿A-alguien está aquí?– La voz de un hombre se escuchaba fuera.

–¿Qué demonios?–. Dijo desconcertado pues el edificio estaba abandonado.  –Ahora estoy alucinando–.

–¿Me escuchan? No...no vengo a hacer nada malo, sólo soy un explorador. ¿E-es alguien vivo? ¿N-necesitas ayuda? –.El chico golpeaba la puerta repetidas veces en busca de una respuesta humana, aunque estaba indeciso y asustado.

–Escúchame. ¿Puedes abrir la puerta? Por favor, ábrela –. El ex-detective grito fuertemente para ser escuchado, su visión ya era borrosa añadiendo que estaba en total oscuridad, comenzó a marearse, pero se mantuvo firme.

–¡V-voy a intentarlo!–. La voz masculina se convirtió en quejidos por el forcejeo con la puerta de metal, era ridículamente pesada y probablemente estaba cerrada con llave.

– ¡No puedo abrirla! Está cerrada con llave–. Dijo con una voz quebrada y exaltada por el esfuerzo. – Escucha... Iré por ayuda, no te dejaré aquí. ¿Puedes esperar un poco más?–.

– No...llames a la policía–. La voz cansada de Hoffman se exaltó de inmediato. –¿Puedes traer algo para cortarla? –.

El chico estaba confundido pero la adrenalina que tenía en las venas era más fuerte que la sospecha, no sabía a quién intentaba ayudar, sólo quería verle ileso. –No tardo, lo prometo–.
Hoffman soltó un enorme suspiro, no de alivio, si no de preocupación, fuese quien fuera la persona que intentaba ayudarlo corría peligro así como él, no sabía si todo esto terminaría bien pero, era mejor que esperar la muerte. No podría decir bien cuánto tiempo había pasado, si la persona le había mentido o si seguiría ahí en ese hoyo, volvió a perder el conocimiento. Dentro de su mente los buenos recuerdos venían a él, cómo si su subconsciente quisiera alejarlo del sentimiento tan malo y putrefacto en el que se encontraba en la vida real, cómo si su único lugar seguro fuera su mente.
Ahí estaba su hermana y él, como siempre tan unidos en uno de sus cumpleaños, el sabor del red velvet y el chocolate en su boca le recordaba tanto a ella. Cada vez que Angeline le visitaba llevaba un pastel con sus sabores favoritos, el perfume de violetas estaba impregnado en su nariz. Ese era su olor. Su vestido largo, ese que la hacía lucir tan hermosa, el mismo que llevaba la última vez que la vio.

How to save a life (Mark Hoffman x OC) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora