"Wang Yibo es un príncipe, pero a la vez no"
- Juro que si escribo un caracter más moriré de agotamiento.
Las palabras del eunuco imperial se escucharon tan lamentables que hasta las delicadas pinturas que adornaban la habitación lucían sombrías. El joven príncipe lo miró con disimulo e hizo caso omiso a sus lamentos.
- Entonces, Bao Xi se sonrojó ante el susurro de su amante y sus ...
- Joven príncipe, se lo pido, si usted pone un filete entre mis dedos se cocinará ¡Mis manos arden cual brazas!
La expresión de indiferencia del mencionado se reveló junto a una sonrisa incauta.
- Entonces deberíamos preparar un pequeño banquete improvisado... ¡Eres genial! - Alabó.
Al oírlo, el eunuco estaba al borde del llanto. A pesar que solo se encontraba haciendo una escena, eso no indicaba que se no se sintiera agotado, realmente había trabajado arduamente durante 10 horas de ininterrumpida escritura.
- De acuerdo. Paremos aquí.
Sus palabras fueron pronunciadas lentamente mientras estiraba las piernas. Cogió la pequeña tetera de porcelana que se ubicaba en el extremo de su mesa central y sirvió dos tazas de té. El eunuco dejó su pincel de lado y se lanzó al piso, derrotado.
- Mis manos están temblando debido a la exigencia. ¡Oh, que será de mí! ¡Que pecados he cometido en mi anterior vida!
El pequeño personaje miró sus temblorosas manos como si estos fueran a romperse. El príncipe de tercera línea, Wang Yibo, sonrió ante tan graciosa escena.
- Si no paras con tu actuación ahora, te juro que no dormiremos hasta terminarlo.
El eunuco lo miró con sigilo y se sentó mientras arreglaba sus solapas. El avergonzado Cheng Han cerró los ojos tras darse cuenta de la situación. Esas tácticas ya no le funcionarían más.
- Te conozco desde que tengo memoria, ya no puedes engañarme.
Con la mirada, le indicó a su amigo que tomara la taza de té que había servido para él y este lo aceptó gustoso. El sutil sabor de aquella bebida acariciaba sus lenguas y relajaban hasta el alma más desesperada. Incluso, hasta los grillos y pequeños insectos aportaron con sus cánticos y amenizaron la velada al simular un concierto tras el mosquitero que cubría sus aposentos. Porque sí, el príncipe odiaba los aromas, peor aún si eran para espantarlos. Nadie dijo nada hasta que la taza de Yibo se vació por completo.
- Culpa a mi inspiración remota. - prosiguió- Ambos sabemos que este libro debe llegar a la librería local para dentro de tres puestas de sol.
- No estuviéramos padeciendo si ayudara con la escritura. - Refutó.
Aquello fue dicho en son de broma y ambos lo sabían. No es como si el eunuco estaba impaciente por morir colgado por tal falta de respeto y tampoco era que Wang Yibo tuviera intenciones de arrebatar la vida de alguien.
- Cheng Han, estas abusando de mi bondad...
El príncipe lo observó como si de una presa se tratase. Cualquiera que sea testigo de esa mirada podría morirse de un fallo al corazón. Si, cualquiera menos Cheng Han.
- Oh, Joven Wang ¡Aplaque su ira y no castigue a este humilde sirviente!
Lo siguiente que vio el mencionado fue a su amigo arrodillarse ante él.
- Veo que aún tienes energías, creo que puedes seguir escribiendo.
El eunuco se paró de un saltó y comenzó a reír presurosamente. - Entendido, entendido, nos vemos mañana. Descanse bien, joven príncipe...
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The Last Peony
HistoryczneA Wang Yibo, príncipe tercero en la línea sucesoria del Imperio de Wu, solo le bastó tener el ímpetu desenfrenado para tomar posesión del heredero al trono del reino independiente vecino de Johwa y huir para nunca más volver. Ese suceso fue la art...