Capítulo 2/Parte 3

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Cuando sonó el timbre, los tres se encaminaron hacía el edificio. ________ sonrió para sus adentros mientras escuchaba a medias la charla de Mahogany. ¿No era una suerte haber mantenido esa pequeña conversación con Taylor? De pronto, vio una pequeña luz de esperanza. Se marcharía de ese lugar aunque fuera la última cosa que hiciera en este mundo.

Esa tarde se aseguró de tomar el autobús anterior. La dejó en la parada a las tres menos cinco. Miró la calle, tratando de decidir si le convenía entrar a trabajar media hora más temprano o tomar una Coca en el bar de la esquina. Pasó un grupo de chicos, que se detuvieron a pocos metros de la entrada del Hogar. No parecían muy sociables. Eso la decidió: salió corriendo hacia la esquina. Tal vez se hubieran ido para cuando llegara la hora de empezar su turno.

Con gesto ceñudo, ________ empujó las pesadas puertas de vidrio y se encaminó directamente hacia el mostrador. Limpieza no faltaba, pero era lo único respetable de ese lugar. Los pisos estaban recubiertos de linóleo gris de alto tránsito, los bancos giratorios presentaban grietas en sus tapizados de cuero rojo y el mostrador gris, cromado, había sido nuevo en la época de Segunda Guerra Mundial. La muchacha se sentó en uno de los bancos, sacó su libro de Física y lo abrió. Podía aprovechar para adelantar la tarea.

― ¿Qué vas a tomar?

________ levantó la vista y se encontró con el bombón del autobús. Llevaba un delantal blanco atado a la cintura y, en la mano, un anotador y un lápiz. De cerca era mucho más lindo de lo que había imaginado. De ojos morrones claros, cabello castaño claro y hombros muy anchos, sin duda arrancaría más de un suspiro femenino al pasar.

― Oh, una Coca, por favor.

― ¿Algo más?

Meneó la cabeza y soltó un suspiro de alivio. No la había reconocido como la idiota que no sabía que hacer para que se abriera la puerta del autobús, pensó, mientras lo miraba con el rabillo del ojo.

― ¿Eres estudiante? ― Le preguntó cuando le trajo la Coca al mostrador.

― Estoy en quinto año en Landsdale. ― Los latidos de su corazón se aceleraron. Qué hermosa voz tenía. De locutor.

― Oye, Crawford ― vociferó un hombre desde el otro extremo de la barra, al tiempo que levantaba su taza ― ¿Nos sirves más café?

El chico no volvió a dirigirle la palabra. Sin embargo, ________ advirtió que no dejaba de observarla cada vez que creía que ella no lo miraba. Fingió estar fascinada con su texto de Física.

Quince minutos después, pagó su cuenta y se marchó. El grupo de muchachotes que se había reunido frente a Lavender House ya no estaba allí, pero de todas maneras ________ se apresuró a entrar. En ese barrio, lo mejor era no quedarse en la calle.

No bien cruzó la puerta, la señora Zornosa la hizo subir.

― Hoy te presentaré a los pacientes ― le dijo.

________ disminuyó la velocidad.

― A veces hacemos cosas por ellos ― Continuó la mujer. Si en algún momento notó la vacilación de ________, supo disimular. Cuando llegaron al descanso, se detuvo y esperó.

― ¿Qué clase de cosas? ― preguntó la chica, con tono aprensivo.

―Oh, Dios ― pensó ― no soy enfermera. No pretenderán que aplique inyecciones o ponga catéteres, ¿no?

Pero no le habría llamado la atención un pedido semejante: hasta el momento no había visto pasar a nadie que remotamente se pareciera a un médico o una enfermera.

La directora sonrió de mala gana.

― No te preocupes. No te pediremos que practiques una cirugía cerebral. A ciertos pacientes les gusta leer, y a otros, salir a dar un paseo, pero necesitan un poco de ayuda para hacerlo. Algunos, simplemente prefieren compañía. Es parte del trabajo de una voluntaria. Hacer un poco de todo. Una vez que hayas conocido a todos, podrás preparar las bandejas para la cena.

― Oh ― comentó ________, y se encogió de hombros ― de eso sí que puedo encargarme.

― Bien ― dijo la señora Zornosa ― Y antes de que me olvide, recuérdame que te presente a la señora Meeker. Es la enfermera que está de turno hoy. Se encara de suministrar los calmantes y las medicinas y hacer que nuestros paciente se sientan lo mejor posible.

________ asintió con la cabeza y luego miró por detrás de ella al oír un taconeo que subía por las escaleras. Una mujer de mediana edad, bastante robusta, con su negra cabellera convertida en una montaña, subía en dirección a ellas. Llevaba un traje de pantalón y chaqueta verde, muy ajustado, que ceñía con un cinturón color cereza, aros largos de piedras falsas y unos zapatos claros, de plástico, ajustados con una cinta elastizada al talón; los tacos tendrían unos ocho centímetros de altura como mínimo.

― Stephany ― la llamó la directora ―, te presento a ________, la chica de quien te hablé. ________, ella es Stephany Dickson, la mejor de nuestras voluntarias.

― Es un placer conocerte ― dijo la mujer, mientras le tendía la mano.

― Gracias ― contestó ________. Tuvo que contener el impulso de no quedarse mirando el brillo dorado que decoraba las largas uñas granate de Stephany ― Para mí también es un gusto.

― Tengo que ir a una reunión ― agregó la señora Zornosa ― Stephany te pondrá al tanto de todo. ― Bajó las escaleras a prisa.

― ¿Ya conociste a algún paciente? ― preguntó la voluntaria.

― No hasta ahora aprendí donde están todas las cosas y a preparar las bandejas con la cena.

― De acuerdo ― Con una sonrisa la tomó del brazo ― Vamos, empezaremos con el señor Kenworthy. Es muy amable. ― Avanzaron por el pasillo.

De pronto, ________ sintió miedo. ¿Qué se le dice a alguien que se está muriendo? ¿Cómo ha que actuar? ¿Había que fingir que nada pasaba?

― ¿Qué es lo que… eh… tiene?

― ALS. El mal de Lou Gehring. Vino a vivir a este sitio cuando su esposa falleció porque no tenía a nadie que cuidara de él. ― Se detuvo ante la última puerta del largo corredor, golpeó y empujó para entrar.

________ la siguió. La habitación era muy luminosa y estaba empapelada con diseños floreados en verde y amarillo. Había cortinas brillosas en la ventana abierta y una pantalla grande de televisión. Un hombre delgado, de cabello oscuro y anteojos, estaba sentado en una silla de ruedas, junto a una cama reclinable de hospital.

― Hola, Jake ― lo saludó Stephany con alegría ― ¿Cómo estás hoy?

― Bien ― sus palabras se oyeron tan apagadas, que sonó como un ''Bnnn''. Desvió la mirada aun sin torcer el cuerpo, para poder ver a Jean.

― Ella es ________ ― la presentó Stephany ― Otra voluntaria.

― Hola ― ________ sintió mucha pena por él, pero trató de no demostrarlo. Por suerte, tras las presentaciones del caso, se marcharon de la sala. Lo peor es que no se le ocurría ni media palabra que decirle.

Stephany le hizo conocer a tres pacientes más: dos con cáncer y uno con sida. ________ trató de no pensar en el motivo de la internación ni en la razón por la cual sus familias no podían cuidar de ellos. No quería tener que conjeturar respuestas. Era demasiado deprimente. Sin embargo, para su asombro, toda la gente que conoció se mostró sonriente y alegre. Jamie Brubaker, el paciente con cáncer, estaba por ir al cine.

― Ahora te presentaré a Matthew ― Anunció Stephany ― mientras la conducía a una habitación separada, situada junto a una pequeña escalera al final de pasillo. ― Tal vez le venga bien un poco de compañía en estos momentos.

NO ME OLVIDES (Matthew Espinosa y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora