Capítulo2/Parte 4

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La sala se parecía bastante a las demás, con excepción de que tenía más ventanas. Un muchacho de pelo castaño estaba recostado en la cama, leyendo una revista. Levantó la vista cuando las oyó entrar.

― Hola, Stephany, ¿cómo estás?

Stephany rió.

― Como siempre. Te traje a una de nuestras flamantes voluntarias. ________. Matthew Espinosa

― Hola ― la saludó él a secas.

― Hola ― Respondió ella. Lo notó delgado en extremo. Llevaba unos pantalones de corderoy muy gruesos y una abrigada camisa de lana. El cabello era castaño claro : su piel de un cálido color miel, y sus ojos de terciopelo, dulce como el chocolate. Sin embargo, no fue el peculiar tono intenso de los ojos lo que le llamó la atención sino el modo en que la miró. Por una décima de segundo, tuvo la sensación de que aquella mirada era capaz de penetrarle el alma. Tuvo que esforzarse por quebrar el contacto visual.

― Los dejaré solos para que se conozcan ― dijo Stephany —. Podrían jugar a las cartas, o hacer alguna otra cosa. Matt, sé amable. No querrás espantar al personal, ¿verdad?

—Yo sólo espanto a las moscas — contestó el aludido, sin apartar la mirada de la muchacha ni por un instante.

Ella sintió pánico. No quería quedarse a solas con Matthew. Y no sabía por qué. Pero Stephany ya se había ido.

Él seguía mirándola fijo.

— ¿A qué colegio vas? —preguntó por fin.

— Landsdale High. ¿Y tú? — Habría deseado morderse la lengua. Por lo frágil de su aspecto, era obvio que no podía ir a ninguna parte. — Oh… lo siento.

Fue una pregunta estúpida.

— Iba Tufts — contestó —. Pero me parece que eso fue hace siglos. Me recibí el año pasado. ¿Cómo es que te ofreciste de voluntaria en un lugar como éste?

________ se movió con nerviosismo. Por alguna razón, sintió vergüenza de confesar que en realidad no era una ''voluntaria''

— Bueno, sentí necesidad de hacer algo para ayudar. — Miró el cuarto, pues no deseaba que sus miradas volvieron a encontrarse. Había estantes con libros debajo de las ventanas. Un libro de tapas plateadas le llamó la atención. — ¿Ése es el libro de Harry Harrison? — le preguntó, señalando el estante más alto.

— Sí, es uno de la serie ―''Edén''. ¿Te gusta leer ciencia ficción?

_________ se dirigió de inmediato hacia los estantes. Ese movimiento fue un pretexto para hacer algo, la liberó de la obligación de mirarlo. — Solía leer mucho más que ahora — contestó, mientras tomaba el libro. La tapa estaba arrugada y algunas páginas tenían las puntas dobladas; parecía bien leído y muy amado. De pronto recordó cuánto placer sentía ella a leer. — Pero ahora estoy tan ocupada que prácticamente no tengo tiempo.

— Oh, sí, con tantas horas de trabajo como voluntaria. —Acentuó la palabra con sarcasmo. — Debe de ser muy difícil.

________ alzó la mirada.

— ¿Cómo tengo que interpretar eso?

Matt sonrió y su cara delgada se transformó.

En sus ojos brilló un destello de picardía.

— Significa que termines de una vez con la patraña. Todo el mundo sabe que no estás aquí por la generosidad de tu corazón, sino porque te arrestaron y fuiste condenada a brindar servicios a la comunidad.

— Lo que no implica que mi trabajo sea malo. — se defendió.

Él se encogió de hombros, como si le hubiera dado igual una cosa o la otra.

— ¿Por qué te arrestaron?

— Por mechera. — Dejó el libro. — Pero en realidad, no estaba robando. Sólo fue una travesura.

— Sí, un par de amigos míos hicieron una travesura parecida — replicó con sorna —, con la diferencia de que para la policía fue robo de autos. También los obligaron a servir a la comunidad.

— Un par de aros ni se comparan con un auto — protestó ________.

— Pero ellos no habían robado el auto. Sólo estaban manejándolo para divertirse. Claro que eran pobres y latinos; ni ricos ni sajones.

— Es un comentario muy ruin — gruñó ________. Luego se tapó la boca, arrepentida. Demonios. Ese chico se estaba muriendo y ella ni siquiera sabía qué le pasaba. Lo mejor era que no volviera a abrir esa bocota suya, por pesado que Matthew se pusiera. No quería irritarlo ni que se pusiera de rodillas a sus pies.

— A menudo la verdad es ruin — dijo —, en especial con mis amigos. A ellos les dieron dos años; a ti, trescientas horas.

Un cóctel de emociones se anudó en su estómago. Estaba furiosa por la actitud de Matthew o Matt como quieran llamarle, avergonzada y humillada. ¿Qué pretendía que hiciera, que se disculpara por no haber ido a la cárcel?

— Será mejor que me vaya a ayudar con las bandejas para la cena.

NO ME OLVIDES (Matthew Espinosa y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora