Capítulo 3

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Después de unas horas más de viaje, arribaron a Los Santos e Igor aterrizo sin ningún problema por una alguna parte de la zona del norte de la ciudad, se trataba de un aeropuerto viejo y desértico. Igor fue quién se encargó de buscar un automóvil lo suficiente grande como para que pudieran ir las 5 personas sin problema alguno, junto con las maletas donde venía dinero y mercancía, lo suficiente para tener el negocio a flote.

Luego de varios minutos de espera, subieron a una camioneta, marchándose de aquel aeropuerto abandonado para no dar más el cante del que ya dieron.

Durante el camino nadie se atrevió a hablar por diferentes razones, Hai sabía que si hablaba sólo empeoraría las cosas con los demás a bordo, Toni e Igor seguían preocupados, frustrados y hasta furiosos por la desaparición de Carlo, José seguía incomodo por la situación que presencio con únicos rubios del grupo y Gustabo era Gustabo, él estaba en su mundo, ya no tenía voces atormentando y rondando por su cabeza cada segundo y agradecía la tranquilidad que no sentía desde su niñez, todo lo contrario a Toni, el cual aún no escuchaba voces en su cabeza, pero sentía inquietud y un hormigueo en su mano que lo motivaba a sacar la navaja que se hallaba en su bolsillo y a pesar de que se sentía bien con la compañía de cierto rubio de ojos azules, sentía que le faltaba algo, o más bien alguien.

La noche cayó, el cielo estaba despejado y las estrellas brillaban cada vez con más intensidad. Cuando se adentraron a la ciudad buscaron donde quedarse hasta que encontraron un hostal, solamente pasarían esa noche ahí para pasar desapercibidos ya que lo que menos querían era llamar la atención apenas llegar.

El sol recién empezaba a salir, los únicos que pudieron conciliar el sueño aquella noche aún estaban dormidos, en cambio, los dos rubios se encontraban en sus respectivas camas mirando a la nada, ambos pensando en sus otras mitades, Toni en su her...

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El sol recién empezaba a salir, los únicos que pudieron conciliar el sueño aquella noche aún estaban dormidos, en cambio, los dos rubios se encontraban en sus respectivas camas mirando a la nada, ambos pensando en sus otras mitades, Toni en su hermano de sangre y Gustabo en su hermano de otra madre.

Los rayos del sol se asomaron por la ventana de aquella habitación iluminando a su paso, Gustabo fue el primero en mirar al contrario, el cual automáticamente busco contacto visual, y como si estuvieran conectados, el mismo recuerdo llegó a sus mentes, aquel momento donde sus labios casi se tocaban, al recordar eso, automáticamente sus mejillas se pintaron de un ligero color carmín. No pasaron muchos segundos para que ese contacto se rompiera y el ojiazul se levantará de su lugar para pasearse por la habitación hasta llegar donde el italiano, quién se sentó en una orilla de su cama al ver que el otro se acercaba.

- ¿Quieres ir a comer algo? Porque yo sí, tengo hambre – hablo el ojiazul respondiendo a su propia pregunta esperando una respuesta de su acompañante quien solo se dedicó a asentir.

Ambos salieron de la habitación para bajar al pequeño comedor general donde pidieron un desayuno sencillo para después acomodarse en la mesa más apartada de las demás. Se mantuvieron en silencio mientras comían, los pensamientos que antes los atormentaban se habían esfumado, como si la presencia del otro fuera un alivio a sus problemas.

- ¿Quieres hablar de lo que casi sucede en el avión? – el primero en romper el silencio fue el italiano, provocando que el otro empezara a toser por lo desprevenido que le tomo esa pregunta. – Me refiero a que eso no fue algo... – no pudo terminar de hablar al ser interrumpido por el menor.

- Toni, no sé qué me pasó en ese momento – confesó – sólo sé que esto es nuevo para mí, si te soy sincero, nunca había sentido lo que siento cuando estoy cerca tuyo – y eso era verdad, pero no del todo, el ojiazul si había sentido algo parecido en el pasado, pero nunca fue correspondido, solo que ahora era mucho más intenso y eso le asustaba, pero, aun así, quería saber que se siente tener a alguien que te quiera y no te trate como un hermano.

- También es nuevo para mí – otra mentira más, pero esta vez de parte del mayor, él también había sentido algo parecido por alguien más y esta vez por cierto abogado, pero en este caso, el italiano no tuvo la oportunidad de ser correspondido o no, porque oculto todo tipo de sentimiento que tenía por el pelinegro cuando se enteró que el otro tenía pareja y que esta estaba embarazada. Ambos querían tener a alguien quien si les correspondiera y no ser segundas opciones. – Podríamos intentar averiguar qué es lo que sentimos, si quieres...

- Yo soy el primero que quiere saber, pero primero quiero cumplir la promesa que te hice de encontrar a tu hermano, es lo mínimo que puedo hacer – le dedicó una pequeña, pero dulce sonrisa, la cual fue correspondida casi de inmediato; sus manos se buscaron por encima de la mesa entrelazando sus dedos en señal de una promesa.

Los dos se encontraban rotos y desolados, pero juntos pondrían empezar a construir un futuro juntos o al menos intentarlo; todo podría salir como querían o solamente quedar en falsas esperanzas y promesas rotas. Ninguno de los dos sabe que pasará, pero afrontarán cualquier obstáculo, prueba del reciente amor que crecía a pasos agigantados dentro de sus corazones.

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