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Se levantó adormilado en la cama de su ama. Su dueña, aun dormía plácidamente enrollada por sus mantas de color morado. El reloj que estaba sobre la mesita de noche marcaba las 7:30 de la mañana. Su dueña tenía que ir al instituto, así que como buena mascota que es, decidió levantarla del profundo sueño en el que se encontraba. Fue caminando despacio palpando las mantas, con cada paso que daba con sus patitas peludas hasta llegar a escasos centímetros de su cara. Le lamio el moflete izquierdo y ella abrió despacio los ojos, hasta despertarse totalmente. Después de desperezarse, Amanda, la dueña del minino, se vistió y se preparó para su rutina diario mientras el minino miraba despreocupado por la ventana a un bello pájaro.

-Sabes, a veces me gustaría saber qué es lo que te pasa por la cabeza pequeño- dijo Amanda acariciando al minino de nombre Félix.Aunque Amanda nunca le puso nombre a su acompañante.

Félix maulló en señal de que él también quería que ella supiera lo que pensaba. Después de eso Amanda cogió sus cosas y bajo a la cocina. Como de costumbre no había nadie en la casa a excepción de ellos dos. Después de la muerte de la madre de Amanda, nada volvió a ser igual. El padre de Amanda le echaba a su hija la culpa de la muerte de su esposa. Ya que Amanda estaba presente en el accidente que le quito la vida a su esposa. Pero a pesar de todo lo malo a Amanda lo único que le animaba era la presencia de su minino adorable. Félix fue el mejor regalo de navidad que nunca le habían hecho.

Amanda desayuno en silencio con la compañía del minino. Después cogió sus cosas y tras despedirse de Félix salió de su casa en dirección al instituto. Corrió a la ventana y la siguió con la mirada hasta perderla de vista. No necesitaba seguirla para asegurarse de que estará segura. Así que decidió subir al cuarto y descansar. Ya que cuando volviera Amanda también vendrán los problemas.

Después de seis horas y media Amanda volvió a casa y Félix ya la esperaba en su cuarto preparado para encontrarse lo peor. Subió las escaleras y entro en su cuarto. Tenía los ojos rojos de tanto llorar. Ella nunca fue respetada por sus compañeros de clase. Siempre fue el hazmerreír y sufrió acoso escolar. Y los insultos de su padre no la ayudaban. Cerró la puerta detrás de ella y se adentró al cuarto. Se acercó a Félix y se sentó en la cama a su lado. Ella le acariciaba la cabeza al pequeño minino pero la mano le temblaba. Como si no estuviera segura de lo que iba a hacer. Entonces se levantó y se dirigió a uno de los cajones que tenía debajo de su escritorio. Dentro había una navaja. Cogió el instrumento mortífero y se adentró al baño donde el minino la persiguió preocupado.

Un Minino Especial (Short Story)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora