CAPÍTULO 3: EL DESPERTAR DEL ELEGIDO

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Estaba todo muy oscuro... Sentía todo mi cuerpo entumecido... Y entonces, la escuché.

—Abre los ojos... abre los ojos... ¡Abre los ojos!

Era la voz de una chica.

—Despierta... Link...

Me encontraba tumbado en una especie de recipiente con agua, semidesnudo, pero esta se vació al despertarme. Tras unos momentos de incertidumbre, decidí levantarme. Eché un vistazo a mi alrededor, pero no reconocí el lugar en el que me encontraba. Me entró miedo. Entonces recordé las palabras de la chica: ''Despierta... Link...'' ¿Link? Me pregunté. Entonces me di cuenta de que no recordaba que ese era mi nombre. Aunque lo peor fue que, después de aquello... me di cuenta de que no recordaba nada. Nada en absoluto. Había sufrido algún tipo de amnesia total. En resumen, no sabía ni quién era, ni dónde estaba, ni por qué estaba allí. Me asusté por un momento, pero entonces pensé que allí sentado no conseguiría resolver nada. Necesitaba respuestas.

Exploré la oscura sala en la que me encontraba. En ella solo estaban mi recipiente y un terminal junto a una puerta, que desprendía un brillante tono azul. Al acercarme a él, este se giró y reveló un misterioso artilugio. Entonces, la voz de la chica volvió a hablarme.

—Coge la piedra sheikah. Te servirá de guía ahora que has salido de tu letargo.

Decidí hacerle caso. De todas formas, no tenía otra opción. Aunque... ¿De quién era esa voz? ¿Y por qué podía escucharla? En cualquier caso, la piedra sheikah se activó y se encendió y, con esto, también se abrió la puerta que había al lado. Me llevé la piedra sheikah y seguí avanzando por el lugar. Llegué a una sala con dos cofres, que contenían estos ropajes verdes con los que me ves ahora. Tras abrir otra puerta con la piedra sheikah, llegué a un pasillo en cuesta. Ya me llegaban algunos rayos del sol. No era ni más ni menos que una salida al exterior. Escalé una pequeña pared, y conseguí salir del lugar.

Una vez que salí, me di cuenta de que me encontraba en una zona bastante elevada. El paisaje era precioso. Todo era completamente verde, y podía ver los kilómetros y kilómetros de una gran llanura. Tras un rato de estar con la mirada perdida en el horizonte, miré a mi alrededor y disipé en la lejanía lo que parecía un anciano encapuchado, que estaba sentado, junto a una hoguera. Necesitaba orientarme, así que me acerqué a preguntarle. Estaba sentado, bajo una sombra formada por la forma de una gran roca, junto a una hoguera.

—Link: Buenas...

—Anciano: ¡Quieto!

Me sobresalté, y di un paso atrás.

—Anciano: ¡Esa manzana asada es mía!

Miré hacia mis pies. Al lado de ellos había una manzana.

—Link: Pero si yo no...

—Anciano: Es broma, hombre. Pero una cosa, ¿Cómo es que estás por aquí?

—¿Eh?

—Te encuentras en plena Meseta de los Albores. Yo soy el único hyliano que habita estas tierras... Bueno, o eso creía. ¿Cómo has llegado hasta aquí? La región está completamente rodeada por escarpados precipicios.

—Bueno... me he perdido.

—Anciano: Hmm... En ese caso, deberías subir a ese altozano para orientarte, muchacho.

El anciano señaló una elevación del terreno bastante alta. No parecía muy lejana, así que decidí hacerle caso. Le di las gracias y me despedí educadamente. Por el camino, fui ojeando de lo qué era capaz la piedra sheikah. Tenía un montón de opciones bloqueadas, y lo único que podía usar era una especie de cámara y un ''módulo'' llamado imán, que decidí no probar de momento por si acaso. Seguí avanzando y entonces vi a lo lejos una especie de plataforma con un terminal idéntico a los de la cueva en la que me desperté.

El Éfiro - Zelda Breath Of The WildDonde viven las historias. Descúbrelo ahora