Capítulo 14

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El lunes por fin había llegado y con ello a Artemisa  el presentimiento de que el paraíso que había tenido el fin de semana llegaba a su fin.

El domingo tanto la pelinegra como su hermano junto a Hefesto se quedaron en casa de Hermes jugando jenga, tutti frutti, cartas y otros poniendo como condición que el que perdiera debía cumplir un castigo, para suerte de ella no perdió ninguno de hecho ganó casi todos seguida de Hefesto contrario a Hermes y Apolo que perdieron la mayoría de las rondas.

Todo fue perfecto, pero la realidad siempre llegaba con la salida del sol en un nuevo día.

Lo supo. Lo sabía y no lo dudaba, todo iba a empeorar de ese momento en adelante y solo necesito la mirada del grupo de Eris sobre ella para saber que las chicas la tenían en su mira.

Artemisa no era tonta, capto el mensaje en esa mirada, era la misma que Jellyfish le había dado a Athenea cada que le buscaba pelea.

—No estas sola —le dijo Athenea llegando a su lado.

—Tú sabes que pasa —le señaló Artemisa entre sus dientes.

Apolo estaba a su lado y se había alzado en todo su porte respondiendo a la amenaza ante la pelinegra, dejando el mismo mensaje que Athenea en un solo acto.

No está sola.

—Athenea.

—No creo que quieras saberlo —le respondió la castaña haciendo una mueca y Artemisa las detuvo a ambas fuera del salón mirándola con enojo.

—Quiero saberlo.

—Pero no necesitas hacerlo, no ahora al menos—la manera en que la castaña dijo aquello fue como si ella fuera una niña y quizá se dio cuenta de eso porque siguió hablando— Mira, tú me brindaste ayuda aun cuando no la pedí y estuviste a mi lado ayudándome a enfrentar al grupo ese de locas—le recordó— Déjame estar a tú lado por las buenas —agregó y Artemisa entendió el final no dicho.

No importaba que ella no quisiera la castaña estaría ahí para cuidar su espalda.

—Aun así preferiste confiar en Afrodita para tus planes —le señaló con saña.

—Las cosas no así, ya te lo explique.

—No explicaste nada, Athenea —le dijo Artemisa— No explicaste nada.

La castaña cerró los ojos apenas unos segundos antes de mirarla como si estuviera teniendo una batalla dentro suyo.

—¿Quieres la verdad?

—Sí —respondió sin dudar ¿Acaso no era eso lo que venía pidiendo?

—Bien, la verdad es que...

—Señorita Edevand, Señorita Moreau que gusto verlas juntas de nuevo, pero agradecería que entren al salón para empezar las clases —dijo el profesor Allard a su lado.

Artemisa le dio un asentimiento al profesor e ingreso con Athenea detrás de ella, sin perderse el comentario del profesor acerca de verlas juntas de nuevo.

Tal parecía que su separación había sido notoria.

Apolo y Hermes ya estaban en sus asientos intercalando miradas entre ambas.

—No vamos a matarnos —gruñó Artemisa tomando asiento delante de su hermano,

¿Quién diablos creían que era? Sí, estaba enojada con Athenea, pero eso no quería decir que fuera a pelear con ella. Lo había demostrado el día que corrió a ayudarla cuando Ares la atacó. Claro, al principio no supo que era ella, pero no dio la vuelta al saberlo.

Artemisa [Olímpicos mortales #2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora