Dos

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Severus suspiro por décima vez, había logrado llegar a sus habitaciones, con unas cuantas interrupciones por parte de Dumbledore y el profesorado, y había tenido la suerte de no encontrarse a los amigos del desaparecido ojiverde. Sabia que si se los encontraba ellos le recriminarian, y tenian todo el derecho a hacerlo, después de todo no había hecho nada por detener a Voldemort y ahora el ojiverde no estaba. Por su culpa.

El ojinegro se llevó una mano a los ojos cuando escucho el onceavo maullido, el gato estaba sobre una manta en el sillón, no iba a dejar que arruinará su tapicería asi que busco una prenda vieja de él antes de dejarlo descansar sobre el sillón frente al fuego. El gato no habia tardado en despertar en cuanto sintió que su comodidad había sido reemplazada por un incómodo sillón, que si bien era mullido no se comparaba con los brazos de aquel hombre que lo miraba exasperado. Tenia hambre, sed, dolor y ganas de que lo volviera a cargar, y al parecer todo eso irritaba al hombre que se paseaba de un lado al otro murmurando cosas.

Severus no sabía que hacer, había descartado darle pociones, después de todo era un gato, un animal que no tenía la misma fisionomía que un humano.

¿Tendría que llevarlo a un veterinario mágico?

Pero no tenía idea de donde habia algo como eso, nunca tuvo mascotas y los animales que habia tenido vivos en sus manos ahora eran ingredientes de pociones, claramente jamás había adoptado o comprado algún animalito con intenciones de cuidarlos, la mayoría ya venían... embasados.

- Ya-te-es-cu-che -

Si, Severus no tenía tanta paciencia como pensaba, el ojinegro buscó en su cocina un pequeño tazón en donde poner algo de agua, no le daría leche hasta que fuera seguro que no le caería mal. La mente de Severus cavilaba y pensaba en las personas a las que podría consultarle al respecto. Una vez que dejo el tazón frente al gato que empezó a beber el líquido rápidamente, fue al escritorio de su biblioteca rápidamente para escribir una nota corta y consisa con sus dudas para Hagrid.

- Dania -

Una elfina de grandes ojos café, con un conjunto de pantalón y camisa junto con un delantal se apareció en cuanto Severus dijo su nombre.

- Necesito que le entregues esto a Hagrid, espera a que te de una respuesta -

- Enseguida, señor -

- Gracias -

Dania se desapareció, algo perturbada por los agradecimientos de su amo pero dispuesta a hacer lo que le encomendaron. Hagrid saltó cuando la elfina apareció frente a él, estaba en camino a su cabaña lueho de darle si reporte a Dulbledore, seguían sin encontrar a Harry. Dania solo le entregó la nota silenciosamente, Hagrid reconoció el logo de los Prince en el delantal de la elfina y supo de quién era. Le sorprendió el tipo de información que estaba pidiendo el profesor Snape pero se encogió de hombros antes de volver en sus pasos y dirigirse hacia las mazmorras.

- Ah, señor Hagrid, ¿A dónde va? -

- Iré a hablar con el profesor Snape, es más corto ir a verlo -

Dania está por decir que no creía conveniente su visita pero Hagrid ya estaba bajando las escaleras hacia las mazmorras, suspiro antes de desaparecer para avisar sobre la visita del semi gigante. Severus ahora estaba mirando que heridas tenía el gatito, pero parecía que aparte de una severa desnutrición, un corte en su oreja que ya había detenido con una gasa, el felino no tenía nada. Estaba por hacer un escaneo mágico cuando Dania apareció junto a él, esperaba la nota de regreso pero ella abrió la boca para decirle que Hagrid hablaría con él en persona. Severus suspiro.

- Bien, gracias Dania, puedes irte -

Dania se inclinó antes de irse, Severus penso si dejar al gato en el sillón o llevarlo con él, Hagrid seguramente iría a verlo en su despacho y él estaba en sus habitaciones. Pero no se fiaba de dejar al gato solo con tantas cosas en donde podría afilar sus garras o que podria tirar si se le ocurría hacerse el acróbata. Con el gato nuevamente en sus brazos recorrió el pasillo que conectaba a su despacho, en cuanto colocó al felino en un sillón que estaba escondido detrás de su escritorio escucho la puerta ser tocada. Se sentó detrás de su escritorio y chito al gato que parecio hacerle caso antes de darle el pase a Hagrid.

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