(TN) siempre había tenido una vida normal, sin contar que sus padres debían viajar mucho por su trabajo y le toca pasar largas temporadas con su tío. Sin embargo, a sus diez años, una mañana se despertó con orejas y cola de gato. ¡Incluso sus colmil...
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Las vacaciones de primavera y, por tanto, el final de curso habían llegado.
Nuestro querido grupo de híbridos y el resto de sus amigos ya habían podido acceder a sus notas finales. Por suerte, no hubo ningún suspenso que lamentar, aunque algunos destacaron claramente más que otros.
Era sábado por la tarde. Hacia un día cálido e ideal para pasarlo al aire libre, o eso pensaba la mayoría del grupo.
—Vamos, (TN). Cogeremos unos batidos y los tomaremos en el parque —comentó Vivi, tratando de convencer inútilmente a la gatita, que estaba tirada en uno de los sofás, casi sin dejar espacio a Law—. Es una forma de celebrar el fin de curso.
—Ya lo hemos celebrado con la comida —apuntó la peli(t/c), acomodándose todavía más. Hacia apenas un par de horas que habían comido allí todos juntos.
—¿Vamos o qué? —preguntó Nami, irrumpiendo en el salón. Ya había salido del baño después de un buen rato arreglándose.
—Estamos tratando de convencer a estos dos aburridos para que venga y no se queden tirados en el sofá —explicó Ace.
—Eh... Anda, vámonos —apremió la pelinaranja al resto del grupo.
Parecía que hubieran nacido ayer. Todos intercambiaron miradas confusas durante unos segundos y, acto seguido, comenzaron a caminar hacia la puerta.
¿No entendían que había que dejar un poco de intimidad a la nueva pareja? Era su oportunidad para estar solos y cómodos.
—No hagáis muchas travesuras en nuestra ausencia —exclamó Kid, maliciosamente, justo antes de abandonar la casa.
Law chasqueó la lengua, pero no abrió la boca para contestarle. Maldito idiota.
(TN) estaba embobada mirando la pantalla de la televisión. Había escuchado las palabras del pelirrojo, pero su mente no las había procesado.
Si le apetecía ir a tomar un batido, pero le daba pereza salir a la calle. Estaba tan cómoda allí tumbada y con el conjunto de pantalón corto de chándal. Tenía agujero para no esconder la cola y sus orejas también estaban completamente libres.
Tan solo unos cinco minutos después de que sus amigos se hubieran marchado, la gatita procesó las palabras de aquel chucho que tenía como amigo. ¡Estaban solos en la casa!
La joven se incorporó rápidamente, haciendo que el pelinegro se sobresaltara.
—¿Qué ocurre, (TN)-ya? —inquirió, clavando sus ojos grises en ella.
Ella entreabrió la boca, dispuesta a explicarse. La cuestión es que no sabía cómo. No quería molestar a Law y sabía que hacía mal en pensar que por estar solos él iba a intentar algo de... Eso.
—Nada, no sé —murmuró, finalmente, encogiéndose de hombros.
Y no solo era ese tema. Desde que salían juntos la peli(t/c) no sabía exactamente como debía comportarse. Se sentía rara.
