Capítulo 23

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Y él nos ha dado este mandamiento: el que ama a Dios, ame también a su hermano.
1 Juan 4:21

Steven Brown.

Cargo el arma que tengo en la mano, le coloco el silenciador, me peino mi cabello con mis manos y camino de un lugar a otro en la misma línea pensado en como lidear con todo esto. Cinco malditos días sin saber nada de las chicas y eso me está matando lentamente.

— ¿Donde mierdas estabas?— le pregunto a Diana que esta temblando mientras observa mi estado de ira.

No me responde y eso hace que la sangre de me hierva a un más.

—¡¿Donde diablos estabas?!— me paro frente a ella, ojos de miedo me observan— ¡¿Luego de cinco días del atentado tienes los cojones de venir?! Esto no es un maldito juego, si tu cabecita— la toco con el arma y esta palidece— no ha resivido toda la información déjame recordarte que Verónica y Nicol están secuestrada y mientras los que estamos acá en esta sala nos matamos pensando en un plan tu solo estabas de vacaciones en Afganistán.

— Yo...— tartamudea mientras los nervios la atacan.

— Yo— la imitó— Cállate mejor— suelto el gatillo y todos palidecen a ver a quien le disparé.

— ¿Estas loco?— pregunta Rebecca— También me cae mal pero no ahora.

— Ni siquiera la toque, que deje el drama la mojigata esta.

Observo como Diana, les tiembla las extremidades al notar que la bala se enterró en el cojín que esta a su lado y no es un cabeza.

— Solo te daré una advertencia, si me entero que estás planeando algo encontra de nosotros yo mismo te buscaré, te amarrare en una silla con alambres de púas, te echaré clorox caliente en los ojos, te arrancare las uñas con un alicate y disfrutare verte agonizar por tu vida— se le quieren salir los ojos de susto— Se muy bien que eres hija del enemigo y eso me hace sospechar mucho de ti y la diferencia de Verónica y yo es que no soy ella y no me temblará el pulso a la hora de enterarme de una traición. ¿Entendiste?

Ella asiente varias veces.

— Ahora lárgate.

— No,— la miro con ojos asesinos y ella traga grueso— vine para darles  una información.

Respiro hondo— Habla— comenta Roberto, con su voz gruesa.

Cuando Roberto se enteró que Diana, sabía lo que hacíamos y que era hija del enemigo casi me arranca el corazón pero supe manejarlo.

Aclara la garganta y se acomoda nerviosamente en el asiento— Matarán a Nicol, no se cuando pero lo harán.

Todos nos miramos con suma confesión.

— ¿Cómo sabes eso?— pregunta Esteban.

Se nota las ojeras, el cansancio, el estrés, parece un zombi y siento pena ajena por él. No ha podido dormir bien estos días y cuando logra dormir solo alcanza a unas tres o cuatro horas.

— Mi padre...— se acomoda incómoda — creo que tiene algo relacionado con él, vi una lista en su computadora de las  chicas que botaran y a las que dejaran. No sé nada más, solo sé eso.

— Tenemos que hacer un plan rápido, no podemos dejar que...

— Cálmate que primero los matamos nosotros— Dice Roberto, caminando con las manos en los bolsillos a donde esta Esteban— vamos a encontrarla y a todas las que están allí, nadie va a morir.

Latidos infernales [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora