Las caricias de Domynic la hacían sentirse cómoda y segura. El muchacho estaba siendo muy delicado con ella, como si estuviera hecha de cristal y temiera romperla. Era extraño porque sabía que la chica era fuerte, pero no podía evitarlo. Al cabo de un rato, Domynic notó cómo la respiración de Raven se volvió más pesada, y cayó en la cuenta de que se había quedado dormida. Siguió acariciándola de todos modos. No podía dejar de pensar en lo que había visto, y más específicamente lo que había sentido durante la conexión. Cada vez que Raven estaba en peligro, él sentía una incontrolable necesidad de protegerla. Cuando estaba dolida, quería ir y buscar a la persona que había hecho daño para hacerle pagar. Y no sólo eso; también sentía como si le estuvieran haciendo daño a él mismo, como si la muchacha fuera una parte vital de él.
La quiero fuera de este mundo, fuera de mi vida, pensó al darse cuenta de aquello.
Dejó de acariciarla. Tocarla sólo aumentaba sus ganas de reclamarla para sí y no dejarla ir. Sabía que se haría más difícil soltarla y empujarla fuera de su vida, si es que eso era posible. Sabía que tenía algo que hacer, urgentemente: buscar una forma de romper la conexión. Mientras estuviera atado a él, la muchacha estaría condenada a la infelicidad, a la soledad y a una vida corta y definitivamente olvidable. No quería eso, Raven merecía mucho más. Ya había sufrido demasiado con la muerte de sus padres biológicos, con los desprecios de sus novios, con sus inseguridades, e incluso con su mitad perfecta. Si seguía vinculada al Mundo de las Sombras y a él, el sufrimiento seguiría. Y nada de eso era justo para Raven.
Intentó conciliar el sueño, pero cada vez que cerraba los ojos se le venían a la mente las imágenes de Raven que había conocido gracias a la conexión y a los momentos que compartieron.
Raven era la perfecta amalgama de virtudes que no podía dejar de admirar: la fortaleza interior detrás de una superficie delicada, la dulzura frente a la crueldad del mundo, la valentía ante la adversidad, la belleza exterior enmarcando un corazón aún más bonito y puro.
Era la prueba de que no importa cuántos golpes recibas en la vida, debes levantarte, no rendirte y ser más fuerte que ayer pese al dolor.
Abrió los ojos sacudiendo la cabeza como si eso bastara para que dejara de pensar en la muchacha.
- Y pensar que reemplacé unas cadenas por otras. La diferencia es que las otras eran materiales y podía intentar romperlas más fácilmente que estas cadenas emocionales que me atan a ella -soltó al aire peinándose el cabello con los dedos, pensativo.
La verdadera pregunta era si realmente quería romper esas cadenas.
A la mañana siguiente, Domynic se despertó cuando sintió a Raven removerse en su regazo. Había logrado conciliar un sueño muy liviano ya cerca del amanecer, pero estaba muy cansado. La muchacha se enderezó al lado del joven vampiro, acomodando su cabellera castaña.
-Hoy llegaremos a las cordilleras - explicitó Raven con renovada energía.
-Sí - alegó el muchacho intentando ocultar lo somnoliento que estaba - No hay senderos despejados en la base de las montañas; debemos escalar un poco.
-Suena a que deberíamos levantarnos y echar a andar en lugar de seguirnos demorando.
Poniendo una mano sobre la tierra, Domynic se levantó y ayudó a Raven a hacer lo mismo. Puso una mano en la espalda baja de Raven conduciéndola hacia la entrada de la cueva. Tomaron la camiseta con frutos y emprendieron el resto de la caminata hacia las cordilleras.
El calor era algo abrumador; hacía que cada uno de sus pasos fuera más pesado que el anterior. Raven se recogió el cabello en un moño improvisado para aliviar la sensación de fuego en su nuca. Domynic también sufría el calor, pero no tanto como ella ya que él podía regular su temperatura corporal de modo tal de apaciguar el calor.
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Mitades Perfectas: Condena [COMPLETA]
VampirePrimer libro de la bilogía Mitades Perfectas. Raven Anderson sueña con ser una diseñadora exitosa y tener una vida normal. Pero por sobre todo, sueña con encontrar a alguien con quien compartir su vida. Pero tras varios fracasos en su vida amorosa...