Nadie con ese cabello tan negro (2)

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Nadie con ese cabello tan negro y liso puede ser tan buena gente. (2)

Un niño rico con mirada despectiva, bastón de juguete y un parche en el ojo... Acaso ese no era... ¿¡Takasugi!?

- Te ves más enano de lo que recuerdo.- Pronunció como si realmente tuviera una versión chibi de su ex camarada frente a él, pero un resplandor asesino lo estremeció: el mayordomo deseaba aplastar su cabeza contra la piedra de la carretera; y cualquier simple samurái como él, sería capaz de reconocer la sed de sangre de un enemigo.

- ¿Disculpa?- La indignación  y el desprecio cubrió el semblante del Conde, muy consciente de lo que escuchó. Esto recién comenzaba y ya quería verlo muerto... Bien hecho, Gintoki. Resonó la voz del terrorista en su cabeza.

- ¿¡Cómo se atreve a decirle eso al Conde!?- Reaccionó Gintoki acusando al primer civil que paseaba tranquilamente por Oxford Street, sitio turístico más conocido del centro de Londres donde se podía encontrar lo mejor de la moda nacional. - Si no te disculpas ahora mismo con el Lord, ¡¡cometerás Seppuku frente a todos!!- Amenazó con una expresión semejante a un criminal desquiciado, que hizo aterrorizar al pobre hombre trabajador y no tuvo más remedio que seguirle el juego, disculpándose por algo que no hizo.

- ¡¡Lo lamento mucho, mi señoría!! ¡¡No volverá a suceder!!- Se disculpo frenéticamente y salió corriendo en cuanto tuvo la oportunidad. El Conde supo de inmediato que debió quedarse en su mansión y no relacionarse con este sujeto en lo absoluto.

Sebastian le había advertido antes que esto podría ocurrir, el japonés tenía la mala fama de ser insoportable, desobediente, impredecible y extravagante.

- No se debe preocupar My Lord... ¡¡Lo mantendré a salvo incluso de comentarios tan viles como esos!!- Rugió el Yorozuya con reverencia y orgullo de soldado mientras un sudor frío caía por su cien tras verse ya muerto en la siguiente viñeta.

Pero la furia del joven conde aumentaba, no soportaba tales escenas en público: Esto no era Gintama.

- Lo mínimo que se espera de un sirviente... ¡¡es que comprenda su lugar!!-  El bastón iba a impactar sobre la cabeza del samurái, pero estaba más que acostumbrado a recibir esta reacción y maltrato desde que comenzó a trabajar para esta gente, al menos no eran los golpes de Kagura ni las mordiscos de Sadaharu.

Sin embargo, el golpe nunca llegó, el mayordomo detuvo la ira de su amo, siendo perjudicial demostrar tanto salvajismo en la calle, a pesar de ser actos considerados normales en la época.

- Joven Maestro, sepa disculparme... Pero como su mayordomo principal, me corresponde hacerme responsable de los errores cometidos  por los sirvientes a mi cargo. - Sonrió gentilmente, para luego dirigirse con seriedad al Yorozuya, ahora nervioso tras sentir tanto desprecio dirigido hacia él. - Permita presentarme... Soy el mayordomo principal de Phantomhive, Sebastian Michaelis. Entiendo que al ser extranjero tengas poca referencia sobre las costumbres propias de la servidumbre. Por lo tanto, me ocuparé de instruirlo mientras permanezcas bajo mi ala. Y aclarada esta situación...- Sacó su reloj de bolsillo, aunque Gintoki estaba demasiado distraído hurgando su nariz.

- Tenemos treinta minutos antes de la inauguración del Phantom Curry Lounge, tiempo suficiente para corregir su inapropiada apariencia...- 
 
- ¿Inapropiada?- Repitió ofendido y miró su vestimenta que tanto le caracterizaba como personaje shonen. - Éste es el uniforme de la academia más prestigiosa de todo el mundo para la temporada de deportes, las chicas suspiran por mi.-

- Eso debe ser sólo en el mundo de los simios. - Respondió Sebastian con desdén.

- En el planeta del dios gorila, en realidad.

Black and Silver [Crossover]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora