El que provoca a una demonio... Afronta las consecuencias

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"-¿Por qué un bate?- Emma observó con viva curiosidad a su mejor amiga, la pequeña había creado un bate demasiado grande para su tamaño y con diversos clavos incrustrados.

-¿Y porqué no?- Tania admiró con orgullo su creación. -No hay ninguna otra arma que cause tanto dolor como un bate.-

-Podrías usar un cuchillo.- Sugirió Emma consiente de que su compañera era una niña bastante extraña y sangrienta. -Si lo que quieres es causar dolor podrías...-

-No.- Tania negó con la cabeza mientras se levantaba del suelo, sostenía aquel bate con toda comodidad, como si su tamaño y peso no le afectara en absoluto. -Así estoy bien, además... Me gusta.-

Emma nunca llegaría a entender aquella extraña fascinación de Tania hacía el dolor de sus víctimas, y tampoco entendería porque se creo un bate de varios kilos de peso el cual manejaba como si fuera más ligero que una pluma.

-¿Y cómo planeas defenderte de un ataque de lejos?-

-El hecho de que use un bate no significa que mis opciones en armas se limiten solo a eso, aprenderé a disparar y demás.- Tania giró su arma con maestría. -No debes de preocuparte por eso.-

-Justo por eso me preocupo más.- Emma también se puso de pie imitando a su compañera. -Eres terrible cuando todo está bien en tus propios términos.-

En respuesta Tania solo sonrió de medio lado de forma maliciosa, era verdad que ella y Emma eran distintas, eso se notaba a simple vista pero, aún así, a pesar de todo... Por ahora ambas compartían el mismo objetivo, y ese era: Eliminar a todos aquellos que causaran un mal a la sociedad."


"-¡Tania!- Valeska gritó intentando hacer que la joven armera entrara en razón. -¡Tania!-

Sin embargo no obtuvo resultados, era la primera vez que le sucedía algo así y no estaba preparada. ¿Cómo diablos se suponía que debía lidiar con una adolescente de catorce años que se había descontrolado y ahora estaba asesinando a todos sin si quiera una pizca de misericordia?

Por esa ocasión Valeska decidió mantenerse al margen y esperar, cuando finalmente Tania dejó de lado su sed de sangre, cuando finalmente no hubo nadie más del enemigo a quien matar aquella joven pareció comenzar a volver en sí.

Poco a poco se fue girando para quedar viendo frente a frente a su maestra, pero al verla Valeska reprimió un grito de horror, aquellos ojos castaños que la miraban no eran los de Tania, no podían ser los de ella, porque más bien parecían inhumanos, parecían... Los de un demonio."


"-¿Ahora también practicas con cadenas?- Henna se acercó a Tania y le dio un rápido vistazo a lo que se encontraba haciendo.

-Me preguntaba...- Tania levantó su nueva creación. -¿Qué otras cosas causan dolor y sufrimiento lento?-

-Y se te ocurrió mezclar cadenas y látigos, bien pensado.- Henna bebió un sorbo de su bote de café. -Aunque a decir verdad tus métodos ya son bastante brutales, no creo que necesites un arma para aumentar el sufrimiento de tus víctimas, pero no están nada mal.-

-Lo sé, solo me gusta cargar accesorios.-

-No sabía que los accesorios debían pesar seis kilos.- Agregó Henna mientras sostenía una de las cadenas comprobando que eran realmente pesadas.

-Me ayudan a mejorar continuamente mi fuerza.- Dijo Tania encogiéndose de hombros.

-A este paso le arrebatarás el puesto de super fuerte a Superman o a alguno de esos tipos encapuchados de la TV.-

Tania sonrió, platicar con su compañera siempre era animado y de cierta forma gracioso.

-Bueno...- Tania se levantó arrastrando aquellas enormes cadenas. -Te dejo.-

-¿A dónde vas que vuelas?- Henna removió el contenido de su bote. 

-A buscar un sujeto de pruebas para ver que tal funciona mi nuevo juguete.-

Henna simplemente negó con la cabeza.

-Estás loca.-"




Esas dos últimas palabras aparecieron abruptamente en la mente de Tania.

"Estás loca..."

Una sonrisa ladina se apoderó de sus labios mientras blandía aquellas cadenas en sus manos y las lanzaba cortando a aquellos repugnantes sujetos que habían tenido la osadía de secuestrar a Dahana.

Normalmente la palabra locura siempre estaba en la lista de adjetivos que podían describirla y no se quejaba, estaba loca, sí, y lo que estaba haciendo iba a dejarlo en claro.

El lugar era un edificio descuidado y sucio a las afueras de la ciudad, cuando lo ubicó el único pensamiento que corrió por su cabeza era que no le iba a importar darle un nuevo color a las blancas paredes con el rojo de la sangre que iba a extraer de los cuerpos.

Tania era una persona que solía ser bastante tranquila, raras veces se enojaba realmente, raras veces perdía el control de forma catastrófica, y ahora era una de esas contadas veces.

Los hombres veían con horror como uno a uno sus compañeros iban cayendo a manos de una sola persona, el líder vociferaba órdenes e intentaba escapar pero Tania se lo impedía, quería encargarse de él personalmente, por eso lo estaba dejando vivir.

Algunos de aquellos hombres intentaron acercarse al cuerpo inerte de Dahana pero Tania los mató al instante, luego extendió un escudo sobre el cuerpo de la joven manteniéndola al margen de aquella batalla.

No pasó mucho para que aquel campo de batalla se inclinara totalmente a su favor, desde el inicio el desenlace ya estaba escrito, ya se sabía quien saldría vivo y quien no, cuando Tania aparecía todo iba a su favor, al menos hasta ahora siempre había sido así.

Cuando el último de los hombres de aquel joven de ojos miel calló muerto Tania le miró con unos ojos que solo anunciaban una cosa... Muerte.

-No me das miedo...- El joven rubio sacó un cuchillo que de nada iba a servirle y se intentó preparar mientras retrocedía torpemente para poner distancia entre él y la asesina.

-¿Es una pregunta o una afirmación?- El tono de la voz de Tania era filoso, serio y letal.

-Muy graciosa, veo que quieres bailar...- El rubio sonrió, vaya que tenía agallas. -Pues bien, bailemos.-

Se lanzó sobre Tania sin tener consideración sobre lo que podía pasar.

Tania rodó los ojos antes de sostenerlo por el cuello mientras aún se mantenía en el aire, el joven abrió los ojos por la sorpresa del movimiento y poco a poco comenzó a patalear y a enterrarle el cuchillo a Tania con intenciones de liberarse, sin embargo la joven no cedía, y al contrario, cada vez aferraba más su cuello.

Los pulmones del joven rogaban aire y al no obtenerlo no duraron mucho, Tania observó sin expresión alguna como la luz en los ojos de aquel sujeto se iba apagando hasta extinguirse por completo. Sin embargo no se conformó, siguió presionando los huesos del cuello hasta tronarlo por completo.

La sangre salió a chorros manchándole la ropa, la cara, las vendas y el cabello, sin embargo le hizo caso omiso y sin más rodeos se dispuso a abandonar aquella repugnante habitación, la cual ahora albergaba al menos dos decenas de cuerpos más parecidos a una sopa de huesos y sangre.

Con cuidado y suma delicadeza, Tania cubrió el cuerpo de Dahana con su sudadera y la cargó llevándola fuera de aquel infierno que había creado.

Todo había terminado, o al menos por ahora, pero para evitar que esto siguiera repitiéndose Tania estaba consiente de lo que tenía que hacer, y eso era erradicar completamente al enemigo.

Era una misión suicida, pero lo bueno era que ella no podía morir.

ND Una danza de asesinasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora