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Choi entraba al estacionamiento de aquel lujoso edificio.

había sido un estresante día. Necesitaba a su pequeño niño, aunque jamás lo admitirá en voz alta

o quizá si..

dio un suspiro una vez dentro del ascensor que ya tenia marcado el número 15, piso donde el vivía.

abrió la puerta lentamente.

silencio.

eso le asusto. Mayormente cuando llegaba se escuchaba música algo alta o alguna película, incluso a Wooyoung hablando solo.

- Llegué- dijo San lo bastante alto, esperando algo, pero nada.

quizá salió a comprar, o esta dormido.. si, seguro.

el no era un loco que no dejaba a Jung salir, sabía que este podia manejarse bien estando solo.

pero.. ¿qué eran ellos exactamente?

amigos.

si, tan solo amigos.

bueno, amigos que estaban completamente enamorados el uno del otro pero ninguno avanzaba.

bueno, amigos que estaban completamente enamorados el uno del otro pero ninguno avanzaba

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ellos se conocieron hace 5 años, cuando Wooyoung tenía 15 y San 19.

si, muy loco.

desde la primera vez que cruzaron miradas lo supieron. Ellos tenían que estar juntos.
claro, como amigos.

el mayor sentía la necesidad de proteger a su pequeñito, que ya no estaba tan pequeño pero igual.

cuando lo vio llorando desconsoladamente en la puerta de aquel bar lo supo. Supo que su propósito de vivir era hacer que jamás soltara otra lágrima, solo de felicidad.

ahora.. ¿que hacía un niño de 15 años llorando en la puerta de un bar?

pues.. su padre, Jung BaeKun era un maldito alcohólico y drogadicto. Cada día amenazaba a Woo con moler todo su cuerpito a golpes, sin motivo.

su madre nunca decía nada, parecía incluso estar de acuerdo con su esposo.

un día, un horrible día, el señor Jung se enojo ¿por qué? porque su lata de cerveza se había agitado y mojo su ropa.

el pequeño Woo, soltó una risita, como cualquier niño lo hubiera hecho, pero eso hizo estallar a su padre, quien se quito el cinturón y golpeo al inocente niño.

fueron en total cinco golpes, en el último, la hebilla dio contra su piel, rompiendo un pedazo de esa.

aquélla noche, salió de su casa. Corrió y corrió hasta llegar a ese bar, donde sus piernitas dijeron basta y se hecho.

después de unos 10, quizá 15 minutos, sintió una mano en su hombro.

preocupado se alejo, pero se paralizó al ver aquella mirada, que demostraba preocupación y algo de pena.

el bebé de choi;;sanwooDonde viven las historias. Descúbrelo ahora