Por Veró
Hace mucho tiempo dos trolls se habían conocido y su destino empezó a entrelazarse, eran apenas unos y solo amistad podían aspirar, pero el destino les tenía preparado a ambos muchas sorpresas en el camino. Poppy era una niña bastante curiosa y energética, siempre corría a cualquier aventura sin pensar en los riesgos o consecuencias, solo en la diversión que le esperaba al final, en cambio Ramón tenía miedo a todo, estaba triste y se sentía muy solo sin nadie siendo capaz de comprender el dolor que un pequeño niño debía estar pasando. Cuando ambos chicos se conocieron, Poppy como la buena niña que era quería jugar con él y ser su amiga, pero el troll se negaba muchas veces y decía que tenía muchas cosas importante que hacer, así Poppy conoció al primer troll que se negaba jugar juegos con amigos.
El tiempo igualmente paso y ahora ambos eran adolescentes, Poppy ya había hecho muchos amigos conociendo la gran variedad de troll que Villa Troll, su hogar y reino ofrecía.
-Déjenme solo, no quiero jugar sus tontos juegos- negaba el troll buscando semillas y suministros para almacenar.
Muchos aun seguían insistiendo creyendo que era una especie de reto que el troll le hacia, pensaban que el joven descolorido quería hacerse el difícil para después aceptar jugar cuando todos se rindieran. Creyendo que se trataba de eso, todos fingieron no estar más interesados en jugar con él, todos se alejaron y entre risillas ahogadas solo esperaban a que el troll diera la señal de iniciar un juego, pero dicha señal nunca llego.
-¿De verdad no quieres jugar?- pregunta Poppy preocupada.
-Creo que fui bastante claro, no quiero juegos, bromas, abrazos o cantar- se detiene para mirar a Poppy. -Ya llevamos haciendo lo mismo hace más de dos años, ya deberían entender que nunca jugare con nadie- luego de decir eso, él reanuda en su andar.
-¿Ni siquiera conmigo?- pregunta ella mostrándole una invitación de juego, Ramón la toma mirando aquel brillante y colorido pedazo papel, mira a su compañera la cual lo miraba con ilusión y alegría.
-No, lo siento princesa, pero aprecio la tarjeta- dijo guardandola.
El troll antes de poder seguir caminando ve como la dulce princesa lo detiene sosteniendo su brazo.
-Por favor, nunca juegas con nadie y yo quiero te diviertas también. Si quieres podemos ser solo los dos- suplica ella.
Ramón muchas veces había rechazado a la princesa, no importaba cuanto puchero ella hiciera, Ramón igual la rechazaría, sin embargo algo era diferente esta vez. Al mirar sus ojos de suplica, ve como esos hermosos ojos tenía un brillo distinto, no estaba seguro, pero ahora se sentía incapaz de negarle algo a ella si lo miraba de esa manera. Al final troll suspira resignandose a jugar con ella, Poppy fue muy feliz por eso y Ramón por un breve momento también lo fue, solo que no le diría a ella eso.
El tiempo paso desde que ambos trolls jugaron por primera vez, al principio se suponía que solo ellos dos jugarían solos para comodidad del troll, pero Poppy se confío y creyó que Ramón había cambiado, ella invito a todos sus amigos incluyendo a Arroyin el cual era por algún motivo desconocido para ella el enemigo de Ramón. El troll descolorido se veía molesto y los comentarios de Arroyin no ayudaba, al final del día Ramón más nunca volvió a jugar o aceptar invitaciones de Poppy, ella se sintió mal y culpable por ello y a pesar de las disculpas y lagrimas, Ramón se mantuvo firme con su decisión, la joven princesa solo quería recuperar a su mejor amigo de juegos y estaba dispuesta de hacer cualquier cosa para disculparse con él.
Cuando los sucesos de la primera película sucedió ya Ramón era un troll diferente, había recuperado sus colores, su alegría y su razón para ser un troll feliz. Cantaba y jugaba con todos, hacia amigos y ahora él siempre parecía querer pasar más tiempo con Poppy, la troll rosa era la más feliz de todos los trolls, había recuperado la amistad de Ramón y no solo eso, ella le había ayudado a recuperar sus colores y felicidad.
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Armonía de dos trolls ☆Oneshots☆
FanficSeries de relatos de nuestra pareja de trolls favorita, a pesar de ser dos polos opuestos, ellos fueron capaces de encontrar su armonía estando juntos.