Capítulo 33: Sonrisas

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—Grace, ¿me estás escuchando? —La voz de la doctora Carter se oye lejana a pesar de estar frente a mí

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—Grace, ¿me estás escuchando? —La voz de la doctora Carter se oye lejana a pesar de estar frente a mí.

Papá sujeta mi hombro, pero se siente como si tocara el aire.

Ya no tengo nada.

—¿C-cómo...? —articulo entre sollozos.

—Las células cancerosas pueden volverse resistentes al tratamiento para lograr sobrevivir, tal como lo harían las infecciones a los antibióticos. —Hace una pausa—. No quiere decir que la quimioterapia junto con la radiación no haya funcionado, aunque eliminara la mayoría de las células, algunas no se vieron afectadas.

—Entonces no reapareció, siempre estuvo ahí —deduzco.

—Me temo que sí. —Frunce los labios.

Trago saliva para deshacer el nudo en mi garganta.

—Pero dijeron que los exámenes estaban bien, ¿por qué ahora dicen que no funcionó?

—En las pruebas de rutina no se encontraron anormalidades, salvo el tratamiento que no progresaba al ritmo previsto. Llegamos a la conclusión con el doctor que llevó tu caso mientras yo no estaba, de que era probable que pequeños grupos de células cancerosas no se pudieran encontrar en los estudios por imágenes. Eso explicaría el progreso lento y que el cáncer no se haya removido por completo.

Cada palabra se siente como cuchillas en mi pecho.

—¿Qué procede, doctora? —pregunta papá.

Ella nos dedica una mirada desconsolada.

—No podemos utilizar el mismo tratamiento ahora que la enfermedad se volvió resistente a ella, y temo que uno más fuerte traiga graves repercusiones para su salud. Grace apenas soportó el anterior, no la someteré a otro.

—Yo puedo...

—Lo lamento Grace, pero va contra mi ética someterte a más quimioterapia o radiación de la puedes tolerar.

—Tengo que intentarlo —sollozo—, ¡no hay otra salida!

—Hablaré con otros colegas para encontrar una solución. No prometo traer buenas noticias, solo les pido tener fe.

Vaya manera de dar una respuesta negativa.

Papá me pide volver a mi habitación, mientras él se queda hablando con la doctora Carter. Acepto porque no quiero seguir con ellos, nada de lo diga cambiará mi estado de ánimo.

¿Cómo pasé de querer brillar a apagarme por completo? Hace unos días tenía esperanzas de mejorar, ahora no queda ninguna.

Paso de largo mi habitación para dirigirme al ascensor. Necesito de un momento a solas para procesar la bomba de información que me acaban de soltar. Presiono el primer botón que veo y luego las puertas se cierran. Con la manga de mi suéter de lana limpio las lágrimas de mis mejillas y mi nariz.

Mi último deseo ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora