Capítulo 40

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- Sí, pero pensé que me dirías a mí bebé o algo así -dijo con media sonrisa- ¿aún duele tu boca? -apreté mis labios y él se acercó a mí hasta que mis labios estuvieron cerca de los suyos- ¿ahora?
- ¿Esperas que haciendo eso se me quite? -continuaba cerca de mí y yo sonreí, dándole un beso-. Pues sí. Gracias... -volví a tomar el café en mis manos y ahora con mucho cuidado volví a dar un sorbo. Estaba tibio, y mi lengua no sufría las consecuencias ahora. 

(...)

Estaba comenzando a oscurecer. Ahora nos encontrábamos caminando hacia casa, lo cual agradecía un poco. El aire fresco estaba soplando con fuerza y mi nariz delataba lo helada que me encontraba. 

- ¿Quieres ir a casa o... hablamos con Adrián? -le pregunté en cuando habíamos llegado.
- ¿Me gustaría hablar con él? Ya sabes, es de caballeros eso de agradecerle al hombre que ha cuidado de mi chica -murmuró mientras quitaba sus lentes y bajaba la mirada.
-Ah, ¿soy tu chica? -él asintió y tomé su mano para cruzar la calle y así llegar hasta el apartamento de Adrián-. ¿Cuándo que no me lo has pedido?
- Un día mientras estabas distraída y ebria... ah, no, tú no bebes -dijo con media sonrisa.
-Quizá por eso no lo recuerdo... -reí y después, apreté el botón del ascensor. Agradecía eternamente que lo tuviera, porque odio las escaleras con cada parte de mi ser. Tomaba a Erik del brazo y cuando llegué a la habitación de Adrián, lo miré. Tenía su mirada en alto y entonces, toqué la puerta. Dentro se escuchaban pasos y vi lentamente como la manija de la puerta giraba. La puerta se abrió y ahí estaba él.
Al principio se me quedó mirando como si se tratara de un chiste, luego miró a Erik y pude notar el signo de interrogación en su rostro-. Oh...
- ¡Oh por Dios, Adrián! -dijo Erik lanzándose a sus brazos-. ¡Soy tu fan!

Ambos entramos y cerré la puerta detrás de nosotros. El apartamento seguía igual de limpio que siempre. Erik seguía en los brazos de Adrián y mi amigo me miraba como si dijera: ¿Qué está sucediendo?

-Le he contado sobre ti -me encogí de hombros y Erik se separó de él.
- Sí, y ahora estoy enamorado... 
- De acuerdo, lo drogaste, ¿cierto? -dijo Adrián divertido-. Hola hombre, también me han hablado de ti, no mucho y de hecho solo cosas que me harían odiarte y recordar todas las canciones de despecho que me sé, pero...
-Pero ahora te ama -hablé por él y Erik sonrió-. Vinimos a hablarte de algo... -caminé hacia el sofá y tomé la mano de Erik. Se sentó a mi lado y Adrián estaba frente a nosotros. No podría asegurar sus emociones mediante a su rostro.
- ¿Saben cómo me siento? -dijo Adrián- Como si me viniera a pedir tu mano, o me fueran a decir que estás embarazada, de cualquier forma... ¿traigo mi rifle?
Solté una carcajada y miré a Erik quién sonreía. Sus brazos estaban apoyados en sus piernas y sus manos caían mientras las entrelazaba. 
-Es que, nosotros... tenemos un amigo. Se llama Parker -Adrián asintió-. La chica que él quiere está en Milán y quiere ir hasta allá. Erik irá... yo iré, y quiero preguntarte, ¿quieres ir tú también?
- Ajam... -dijo algo incómodo- ¿cuánto tiempo estaremos fuera? Resulta que tengo escuela...
Llevé ambas manos a mi boca y me maldije cientos de veces. ¡Tenía escuela también y lo olvidé! Entonces ambos miramos a Erik. Comenzó a morder sus labios y quizá había sentido las miradas de ambos. 
- ¿Cuánto tiempo? -le pregunté.
-Al menos unos cuatro o cinco días -murmuro con tranquilidad- no sera mucho, lo prometo. Si nos acompañas prometo sentarme contigo a hacer cualquier tarea que sea que te encarguen.
-Suena interesante... -susurré y Adrián asintió-. ¡Dijo que sí! ¡Dijo que sí! ¡Nunca he ido hasta allá me siento realizada! 
Mi teléfono comenzó a vibrar, y noté que era mamá. Tragué saliva nerviosa, levantándome del sofá.
-Es mamá, no tardaré -les dije a ambos y caminé un poco más alejado de ellos-. ¿Hola? -contesté. - ¿Quién te crees tú para olvidarme tan rápido? -reí bajito y suspiré-. ¿Cómo estás? ¿La estás pasando bien? -Estoy muy bien. ¿Cómo están todos en casa?
- La casa cada vez se siente más sola... no me gusta mucho eso -dijo y note la tristeza en su voz.
-Deberías de cocinar postres, tú siempre hacías eso -sonreí tan solo recordar aquellos Brownies que ella hacía todos los fines de semana-. Tengo que irme... resulta que voy de salida y se me hará tarde. ¿Hablamos después? -Llamaré un día de estos... un beso -y colgó. Volví a la sala, ellos se estaban murmurando cosas.
- Atras perro si le tocas un solo pelo... -murmuró Adrián dramáticamente y Erik soltó una carcajada- mentira, pensé que ya estarían teniendo hijitos por ahí.
-Adrián -le dije en cuanto llegué al sofá. La sangre subió hasta mi cara-. Tengo veinte, no veinticinco.

Who's lovin' you? (Minna y Bere)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora