Serendipia

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Disclaimer: Black Clover y sus personajes pertenecen a Yūki Tabata.

Disclaimer: Black Clover y sus personajes pertenecen a Yūki Tabata

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—Grey, ¿vas a venir conmigo?

—¿A una misión?

—No, voy a comprar lencería nueva. Si quieres, puedo elegir para ti también.

Grey desvió su mirada al frente, justo donde su compañero estaba sentado leyendo. Bueno, después de aquel comentario de Vanessa, dejó de prestarle atención a su libro y se quedó mirándolas fijamente. De forma inmediata, la chica de pelo azul se tapó la cara completamente avergonzada.

—¡N-no digas esas c-cosas! —gritó con voz inestable.

Gauche apartó la vista para no seguir incomodándola. ¡Vanessa siempre tenía algún comentario de ese tipo que hiciera que Grey lo pasara mal! ¿Es que no la conocía? ¿No le importaba? Se suponía que eran amigas, y los amigos se respetan, ¿no? Alzó la mirada y vio que Grey seguía igual, incluso había empezado a balbucear palabras incomprensibles por detrás de sus manos mientras Vanessa bebía de una botella de vino directamente y sonreía divertida. Parecía hasta que lo estaba disfrutando.

Decidió levantarse y marcharse de allí. Le entraron ganas de reprender a Vanessa y ponerla en su sitio, porque no veía justo que hiciera pasar a su otra compañera por situaciones bochornosas, más aun sabiendo cómo era ella. Pero no lo hizo. ¿Quién era él para hacerlo? ¿Quién le gustaría ser...?

—¡C-cómo dices eso de-delante de Gauche-kun!

—Pues para que espabiles.

Las chicas siguieron hablando, pero ya no las escuchó más. Decidió que, para despejarse, se iría de la base. Tal vez era buena idea ir a visitar a Marie porque llevaba algo de tiempo sin hacerlo y la echaba de menos —aunque no llevaba tanto tiempo sin verla y echarla de menos era una constante—, así que, después de pensarlo un poco, se fue.

Usar la escoba hasta cierto punto y después ir andando para despejarse le pareció buena idea, así que lo hizo. Mientras andaba por las calles de la abarrotada ciudad con las manos metidas en los bolsillos, iba pensando que no sabía qué demonios le pasaba últimamente.

No podía dejar de pensar en Grey. Y no porque le molestara como le solía suceder cuando pensaba en sus otros compañeros, sino que había algo más. ¿Cuál era el trasfondo? No tenía ni idea y no le gustaba en absoluto que el corazón le latiera más rápido de lo normal cuando estaba en su compañía y que no hubiera logrado entender la razón todavía.

Suspiró con pesar. ¿Qué debía hacer? Tal vez sería una buena opción hablarlo con Finral, ya que parecía que era el único de los Toros Negros que tenía un mínimo interés real en las mujeres —no como Asta, que seguía detrás de una monja aun sabiendo que tenía cero posibilidades de conquistarla—, pero lo descartó enseguida. Lo conocía bien y sabía que sería un verdadero dolor de cabeza preguntarle precisamente a él. Estaría gastándole bromas todo el día y no quería acabar dándole un puñetazo o algo incluso peor.

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