Lilent Arlo es una genio, estudia en una de las mejores instituciones educativas del país del Trébol especializada en ciencias, aunque posee un gran intelecto y una gran belleza, es una inadactada social.
Asta es un prodigio en los deportes, es un...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Me iba a explotar la cabeza en cualquier momento. Suspirando puse mi cabeza sobre mi escritorio, la maestra de historia universal estaba hablando sobre la formación del continente y cosas así, pero mi mente estaba en los hechos de ayer.
Flashback
— ¿Quieres ser mi esposa?
Mis ojos se agrandaron y mi pecho dolió cuando mi corazón casi se sale de él, para mi mala suerte el tonto de Asta había gritado estas palabras y varias de las personas a nuestro alrededor nos estaban mirando.
Hice lo primero que me llegó a la mente:— ¡Estás loco!
Y lo empuje con todas mis fuerzas, quizás era porque él estaba tan desprevenido que pude tirarlo al piso. Salí de ahí con la cara del color de la lava y con imágen por el piso.
Presente
— ¿Qué error he cometido?— me quejé con mi cara entre mis brazos, eso solo sucedió ayer y ya casi la mitad de la escuela sabía lo que había sucedido. No podía sentirme más avergonzada.
Sin embargo, no era solo vergüenza lo que sentía, también era temor. El club de fans de Asta era gigante en la institución, Asta no solo era un chico musculoso y bueno para los deportes, sin importar sus deficiencias físicas (su tamaño), tenía todas las cualidades que una chica busca en un chico: amable, considerado, honesto, gracioso, amigable, dedicado, responsable, persistente y todas las cosas buenas que dicen de él por ahí.
Sus máximas enamoradas eran dos chicas que por fuera eran un amor pero cuando se trata de hasta, nada es un crímen. Noelle Silva y Mimosa Vermellion, las presidentas (sí ambas lo son porque ningúna quiso ser la vicepresidenta del club) y fundadoras del mismo. Si se enteran de que Asta me dijo esas estúpidas palabras creo que mi vida llegaría hasta ese día. Lo único que agradecía de ser una inadactada social era que casi nadie conocía mi existencia... Eso creo.
¿Por qué me pasa esto a mí? ¡Todavía quiero vivir!
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
