Capítulo 24

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Comienza el juego.

Verónica Rausell.

Una semana.

Nuevamente me encuentro llorando, odio este maldito sentimiento, ¿por qué mierda debe de existir? Me doy asco, no recuerdo cuántas veces he vomitado por sentirme tan sucia al sentir que manos asquerosas me tocan, besos de labios que no deseo me recorren. Lloro por sentirme tan vulnerable, por saber que ha pasado una semana, que sigo acá adentro sin poder hacer nada.

— No llores que dañas el maquillaje— dice el hombre que tengo encima de mí, de pronto siento un fuerte golpe en mi mejilla.

Las heridas que tengo en el rostro nunca se curan, ya sea mis labios partidos, o los moretones en mis mejillas, tengo una ceja partida por cada golpe que resivo al no seguir las órdenes de mis violadores.

No ataco porque pondría en riesgo a Brenda y a Nicol.

— Eres una puta sexy.

Comentarios como esto terminan de asquearme como mujer. La poca estabilidad que tenía se fue a la mierda con estos maltratos.

Termina, se acomoda la ropa y sale de la habitación. Con la poca fuerza que me queda me levanto y caminó al baño. Me ducho, y con bastante jabón mi limpio duele cuando me baño porque afincó con todas mis fuerzas el jabón en mi cuerpo.

Me recuesto en la pared y me deslizó hasta el suelo, el agua sigue callendo y se revuelve con mis lágrimas. Me abrazo a mí misma por todo el daño que he llevado. Quisiera drogarme, inyectarme heroína pero no, se que saldré de acá y necesito estar consiente.

No sé cuanto tiempo duró allí, me levanto tomo una toalla y comienzo a secarme. Me miro en el espejo y no me reconozco al notar los golpes y maltratos que he resivido por todos y cada uno de los hombres.

— No quiero más esto — rompo a llorar nuevamente.

Siento mi cansancio mental y no me imagino el que ha vivido mi hermana durante tres años. Quizás ella es la fuerte de ambas.

Diana, todos estos días la he pensado y no se porque pero me gustaba escuchar su voz y mirar esos ojos azules  como el cielo. Siempre quise probar sus labios, quizás algún día lo haga.

Escucho la puerta de la habitación abrirse y sacudo esos pensamientos, salgo del baño.

— Lili— se lleva el dedo índice a la boca.

— Shh, no puedo estar acá— se acerca a mí y habla en voz baja— Deja la puerta abierta en la noche— me da un beso en los labios y yo solo asiento— Vamos a escapar.

— ¿Qué?— busco sus ojos con desespero.

— Te cuento ahora— sale de la habitación y me deja allí.

Intento procesar la información pero fue algo inesperado. Salgo de la habitación en donde pagan para estar con nosotras y me dirijo a la habitación que me corresponde. Al entrar encuentro a Brenda.

— Vero...— se levanta de la cama, de asoma a que no haya nadie en el pasillo y cierra la puerta.

— ¿Qué pasa?— camino al armario por algo de ropa ya que la llevaba puesta me la rompí el asqueroso tipo.

— Matarán a Nicol, mañana.

Detengo la búsqueda de la ropa y frunso el ceño de preocupación.

— ¿Quién te dijo eso?— camino a la cama de Nicol, que esta dormida.

— Escuche a Hassan y Adbel, hablar en la oficina. Mataran a las que estorban y dejaran a las que sirven, Nicol se va en la tanda.

Latidos infernales [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora