Shooting Starts & Medlars

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Xeno ajustó la bufanda en su cuello y acomodo nuevamente la posición del telescopio, esperando que tener una mejor vista del evento nocturno de esa noche.

—Ángulo a setenta y nue-...

—¿Por qué es tan importante el ángulo?

El joven científico de la NASA quitó la vista del lente del telescopio para encontrarse a su pareja detrás de él, con su típico cigarro en la boca.

—Tomo en cuenta la rotación de la tierra en estos momentos y otras cosas, espero sacar alguna foto perfecta para enviárselas a Senku.

—Ah, al mocoso .-dio una calada larga al cigarrillo para luego apagarlo en el suelo-. Hace tiempo no veníamos aquí.

—Catorce años para ser exactos. Desde la última lluvia de estrellas que fue visible desde aquí.

Catorce años desde la primera vez que vieron una lluvia de estrellas juntos, cuando las cosas no eran del todo seguras o complicadas para ambos. Solo eran un par de mocosos de diez años cuando ambos quedaron embelesados por todas aquellas estrellas fugaces que pasaban sobre sus cabezas.

Y tal como aquella vez, se alejaron de toda contaminación lumínica para poder observar bien aquel espectáculo.

El campo de nísperos era propiedad de la familia Wingfield, todos aquellos árboles habían sido plantadas por la abuela y madre de Xeno desde mucho antes que este naciera.

—Recuerdo a que a tu madre casi le da un infarto por no encontrarnos en las camas .-Stan bromeó con el hecho de que la señora Wingfield los regaño a ambos esa vez-. Me sigue sorprendiendo que esté tan alejado de la ciudad.

—A mi me sorprende cómo es que siguen floreciendo.

Stan sonrió leve, sabía bien que Xeno era quien se preocupaba que los árboles siguieran allí, que cada año florecieran.

—¿Seguirás ocultándome tu fase de jardinero? .-el militar se acercó hasta su pareja para poder abrazarlo por los hombros.

Xeno simplemente le sonrió, recargando la cabeza contra el hombro de Stan y así poder verlo fijamente a los ojos.

—Nunca lo he ocultado, Stan.

El militar rodó los ojos ante esa negativa, depositando un suave beso en la mejilla del científico.



Stan llevó la taza de café a su boca, observando nuevamente como Xeno anotaba en una libreta sobre quizás quien sabe que cosas sobre el espacio. La lluvia de estrellas empezaría en unos diez minutos más y él no podía hacer más que esperar, dejando que aquel cerebrito se distraiga en lo que tanto le gustaba.

Y claro, él se iba a distraer observando a quien tanto amaba.

Podrían pasar años, y él seguiría enamorado de Xeno, seguiría observándolo cumplir sus metas, sus deseos, siempre junto a él. Incluso, cuando el cielo nocturno lleno de rocas brillantes le robara la atención del científico seguiría a su lado.



Stan se recostó en medio de ese campo de flores, la verdad era que ya llevaban tiempo allí y nada ocurría.

—¿Cuánto falta?

—Según lo que dijeron, unos nueve minutos.

Soltó un bufido volviendo a sentarse, para ver la espalda de su amigo cerebrito. Toda esta misión de infiltrarse en ese campo a esa fue idea suya, creyendo que sería un poco más emocionante aquella lluvia de estrellas, aunque la verdad fuera que era por hacer a Xeno feliz, pero no diría eso. Solo veía a un Xeno en medio de esos árboles de níspero con su mirada pegada en el lente del telescopio.

Según lo que recordaba haber leído, las flores de níspero eran la flores del primero de noviembre, día del cumpleaños de ese pequeño genio, y si lo pensaba bien, ellas quedaban con Xeno.

El color blanco que tenían le recordaba mucho a la piel blanca del niño. Paliducho le dirían algunos, y cuando estás al fin pasaban a dar el fruto anaranjado, le recordaba a cuando Xeno se enojaba y su cara comenzaba a cambiar levemente.

—¿Qué es tan gracioso, Stan? .-Xeno preguntó sin quiera despegar la vista del telescopio.

—No es nada.

Mintió, porque seguramente Xeno se enojaría y su cara sería un fruto de níspero.

En ese claro de aquella propiedad de los Wingfield, Stan se dio cuenta de otra cosa más con respecto a Xeno.

—¡Está comenzando, Stan! .-gritó emocionado el niño, ajustando su telescopio para poder tener una buena vista.

Alzó la mirada para ver el cielo y varias estrellas pasaban por sobre su cabeza a una velocidad impresionante, ciertamente era un espectáculo hermoso.

Incluso, tanto como la mirada de Xeno al ver eso.

Stanley se dio cuenta de que, si a él le gustaba el níspero y además era la flor con un parecido a Xeno, a él le gustaba Xeno.

—Es impresionante.

—Lo es.

Xeno se había alejado del telescopio, terminando por sentarse a un lado de Stanley, aunque claro, siempre con la mirada en el cielo.

El pequeño prodigio de la academia solo pensaba en que, quizás para Xeno las maravillas del universo estaban allí en el espacio exterior, pero para él ya había algo maravilloso allí en la tierra.



Si lo pensaba bien, las cosas no eran muy diferentes en realidad.

Quizás el cambio de sus cuerpos que ya no eran los de unos mocosos, si no unos adultos que compartían más que gustos en común y experiencias como amigos.

El silbido por parte de Stanley lo sacó de sus pensamientos y dirigió la vista justamente donde señalaba Stan. El cielo nocturno anteriormente tranquilo se llenó de esos cuerpos celestes con distinta trayectoria, viajando a unos miles de años luz.

—Elegante ¿No? .-Stan se acercó hasta él y está vez si lo abrazo de una manera mucho más cómoda.

—Estas en lo cierto, Snyder .-a diferencia de la vez anterior, ahora tenía una cámara programada para sacar fotografías del suceso.

Así que podía disfrutar del evento siendo abrazado por su pareja con tranquilidad, dejando que este momento se único y especial para ambos como lo fue hace años.

La idea era observar el cielo, pero él sentía el peso de la intensa mirada de Stanley sobre si.

—¿Qué te suce-...

Sus palabras quedaron a medio camino gracias a un beso suave por parte del militar, abrazándolo de una manera mucho más fuerte y apegándolos.

Un beso tan suave como aquella brisa que corría y movía las hojas de los árboles de nísperos, dejando caer algunos pétalos de las primeras flores que florecían en esa época del año.

—Te amo.

Sorpresivamente para el militar, el que pronunció aquellas palabras fue Xeno, con esa sonrisa tan orgullosa como siempre, aunque esta vez era porque sabía que le había ganado a Stan.

En medio de ese claro del campo de narcisos y bajo una lluvia de estrellas, nuevamente ambos declararon su amor.





Feliz cumpleaños Lyov, perdoné lo poquito uwu, yo le te cu eme, muchas gracias por tantos dibujos bellos y arte tan bonito, le beso las manitas.


Información nada que ver con el regalo(??) ¡SE QUE TENGO QUE ACTUALIZAR MUCHAS COSAS! Pero ando pasando por un bloqueó, así que ¿Me perdonan?
Perdón las faltas de ortografía, la mala redacción y lo poco.
¡XOXO!

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