CATARSIS

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DESCENDER DE CATARSIS

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DESCENDER DE CATARSIS

ORIGEN DEL GUARDIAN DEL SEGUNDO NIVEL INFERNAL "LUJURIA"

Lo recuerdo perfectamente, quizás fuera una de las cosas que jamás olvidaría de mi vida como mortal. Nacido en la dimensión catequística. Era el año de 1488 cuando todo se desató, la promesa de aliviar y purificar a mi propia especie del placer horroroso que en ese entonces despertaba "matar". Yo creí en sus palabras, cegando el criterio que el bautismo había impuesto al derramarlo sobre mí. Aquella noche descendí y entregué la única cosa que me mantenía como alguien puro y bienaventurado.

Limpiaba el sudor de mi frente y miré hacia el cielo por el glorioso día soleado que anunciaba la suerte de esta temporada y una cosecha lo bastante fructificar. Extendí mi brazo a la altura de querer tocar el sol. ¡vaya que era sofocante! Los brazos ardían por las pequeñas hojillas de trigo dispararse al chocar con mi lazo. La sequía se acercaba y yo no podía darme ciertas atribuciones en no fertilizar el campo, y así tenerlo todo listo para la primavera.

– ¡Cariño!. – voltee en dirección a la granja. Una hermosa mujer de piel pálida me sonreía con la más radiante de las sonrisas que recordaba haber visto. Saludé respondiendo a su eufórica respuesta y verla acercarse cada vez más a mi dirección.

– Te he traído un poco de leche fría. – encantadora, no había palabra más perfecta para describir a mi mujer, quien extendió el vaso que recibí gustoso. Mis manos contaban con algunas ampollas que el mango provocaba al picar y ejercer fuerza con el mazo.

– Sunyu ha sido muy buena hoy y ha dado más leche –de igual manera bebió el líquido blanco. Sacando la lengua para limpiar un poco del exceso sobre sus carnosos labios.

– ¡Sin duda deliciosa!.- sonreí ante su comentario, aquella frágil mujer tenía un encanto simplemente desgarrador. ¿Y saben cuál era la mejor parte? Ella era completamente mía.

– Cariño te he dicho que no debes de trabajar tanto. Te puedes enfermar o peor aún, lastimar. – llevando tan cerca mis manos a su rostro, dejó pequeños masajes liberando el ardor que mis extremidades sentían, gracias a las largas horas que destinaba al campo. La vida de un campesino era tan volátil, seguir las temporadas y tiempo de siembra era la rutina diaria.

– Estará bien si sólo comemos arroz esta temporada. Sabes que no me molesta. – siempre me gustaba sentir sus mejillas sobre mi áspera piel. No me parecía nada más hermoso en este mundo que no fuese mi pequeña flor.

– Lo sé Cariño. – me senté en un monto de paja. – Eres la esposa más compresiva. – le di un rápido beso. – Pero cuando te casaste conmigo te prometí que siempre te cuidaría y te mantendría saludable. Así que eso haré.- di un profundo respiro. Era tan emocional en ese entonces, asi que, levantándome del lugar estaba dispuesto a seguir trabajando.

– Además, debes de comer bien para que nuestros futuros hijos nazcan fuertes y grandes como su padre. - toqué su vientre aún plano.

Nos hacía mucha ilusión el día que eso pasará, pero lamentablemente tanto mi querida Seugi como a mí nos ha costado mucho poder engendrar. Y vaya que Dios sabía que deseábamos y rezábamos tanto para que una pequeña criaturita naciera de su gracia.

FALLEN  | LIZKOOKDonde viven las historias. Descúbrelo ahora