Constelación de tres [JinTaeSoo]

❦Constelación de tres❦

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Ellos han creado una constelación, una nacida por la triste limerencia de sus almas de niños y que—

Que todo empieza por la primera estrella, SeokJin, que es niño pequeño y frágil como el cristal, que es la luna misma reflejada en el mar al llorar.

SeokJin tiene cinco años y sonríe marchito, a los seis comenzó a perder su brillo de niño y entonces, a los siete, piensa que ha nacido de una forma errónea, que ha sido formado con la mayor rapidez del mundo y la menor lucidez de la vida. Que ha crecido sonriendo destrozado y adaptando una personalidad tan falsa como la felicidad eterna, porque no le gusta preocupar a nadie. SeokJin (o simplemente Jin) cree también que ya no encaja en su cuerpo y que en sueños se puede ver flotando en el cielo nocturno, casi rozando con la muerte y ocultando cómo es su mundo realmente, y justo cuando está a punto de perder su respiración para siempre, con tristeza él despierta y la pesadilla empieza, porque sigue vivo y todo es como antes. Que él sigue solo en un mundo que parece odiarle, con la piel repleta de moretones que su padre le hace al beber, y que su madre ya no puede curar porque ella está muerta (ah, pero qué envidia siente).

Sin embargo, todo cambia cuando en una tarde de otoño conoce a un chiquillo de cabellos castaños y sonrisa graciosa, que lo protege de cualquier niño de su vecindario que quiera divertirse lastimándolo. Ese pequeño le ha ofrecido su mano sin esperar algo a cambio, y desde allí Jin, con sus tristes ojitos grises, tiene miedo de soltarla, así que se aferra a TaeHyung con todas sus fuerzas.

Se aferra tanto a su imagen, que ahora no le importa cuántos golpes tenga su cuerpo o cuán cansado y adolorido esté por culpa de su padre, porque gracias a TaeHyung comienza a ver lo bonita que puede ser la vida y las sinceras sonrisas que puede pintar en su carita.

Es desde ese momento que Jin, con las rodillas sucias, y Tae, con sus manitas raspadas, deciden no separarse el uno del otro, por lo que juntos caminan, saltan y corren a través de un patio opaco por la oscuridad de la noche, quedando para jugar otro día y nunca parar de hacerlo.

Jin siente entonces que no puede querer a TaeHyung como un amigo, y que lo que siente es algo más, algo intenso y bello, que sonroja sus mejillas con tan solo ver su sonrisa. Es algo que no se arregla con medicina... Y cree que lo mejor es ignorarlo por el momento.

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Luego sigue TaeHyung, la segunda estrella, que es niño lindo y de ojos azules, que no tiene miedo de decir lo que piensa, que sólo desea libertad y siempre jugar, sin importar el color que pinte el cielo, ya sea celeste, naranja o azulino escarchado. Le gusta jugar con Jin, porque él es divertido y tiene una suerte de maravilla (como también de pesadilla), así que al principio son los dos contra el mundo, y aunque fue difícil en un inicio, siempre le encontraban una solución a sus problemas infantiles y regaños por parte de los vecinos. Estuvieron así por un buen tiempo hasta que alguien más se cruzó por su caminito de juegos: una niña. Pero una niña preciosa preciosa preciosa, que tiene los orbes de azúcar y labios de cereza primavera, de cuerpo pequeño y hecho de crema, con una voz tan aterciopelada, que cuando canta, TaeHyung siente derretir su alma.

Es JiSoo la pequeña que ha pintado sus juegos de colores alegría, pero no sólo eso, sino que es JiSoo también la niña que nunca lo deja, que lo mira con admiración cuando defiende a Jin de los crueles pequeños y quien le ayuda y también le protege.

Es JiSoo quien se queda a su lado cuando Jin se debe ir, y quien calma sus pesadillas con suaves caricias en sus mejillas.

A TaeHyung le empieza a gustar mucho la compañía de JiSoo, y la quiere mucho más que a nadie porque ella es la que cura sus heridas, la que jamás lo deja solo pese a la hora que marca su pequeño reloj de mano. Pero Kim TaeHyung no es tonto, y a su temprana edad se da cuenta que JiSoo tiene heridas en su piel donde no debería haber, y que su padre no la trata como una hija, sino como algo más retorcido.