Narrado por Nicolás.
Dos semanas son 14 días, 14 días son 366 horas, 366 horas son 21,960 minutos y 21,960 minutos son 1,317,600 segundos. Voy a parpadear aproximadamente 131,760 veces hasta que vuelva a ver a Edgar, y voy a respirar al menos 263,520 veces hasta que Edgar vuelva.
Pero, ¿Para qué sacar cifras? ¿Qué importan los números? Si de todos modos cada hora sin él se va a sentir como un año y esas dos semanas se sentirán exactamente como 366 años dentro de mi sórdida existencia. Mi corazón va a latir sin ganas al menos 1,756,800 veces.
Contar es lo único que me mantiene distraído ahora. Los números te hacen creer que sabes la verdad, porque sacas las cuentas y entiendes el hecho de que las matematices nunca fallan. Sabes que son reales y sabes que te exponen la realidad.
Pero vuelvo a lo mismo, ¿qué importan los malditos números si no está él? Lo que me interesa es él y la manera en la que él hace que todo lo demás me deje de importar. Hasta los números. Jamás me preocupé por los números cuando él estaba junto a mí.
Antes solía contar las veces que nos besábamos en un día, hasta que se volvieron muchísimas y perdí la cuenta entre sus labios. Solía contar las veces que él me hacía sentir mariposas en el estómago pero sentía esas malditas mariposas todo el tiempo y mandé al carajo los números para disfrutar de esa hermosa sensación.
¿Qué importan los números ahora? Lo único que sigo teniendo claro es que a él le gustan. Es bueno en matemáticas y él hubiera podido hacer todas esas cuentas sin ayuda de una calculadora, no como yo. Yo sólo cuento números para no volverme loco.
1, 2,3. Ahora faltan unos segundos menos para volverlo a ver. Ni siquiera sé cuánto tiempo ha transcurrido desde que se fue esta mañana. Yo estaba acostado en mi cama iniciando la dolorosa espera. Sentí que ya habían pasado al menos 2 horas y las manecillas del reloj apenas si se habían movido unos centímetros. 5 minutos en mi cama se sintieron como dos horas.
Ahora ya no sé si los números son mis amigos o enemigos. Se supone que contar te mantiene cuerdo pero, ¿por qué cinco minutos se sienten como dos horas? Definitivamente hay algo mal en mí, entonces razono un poco y llego a la conclusión de que yo ya estaba muy enfermo desde antes de que Edgar se fuera. No le puedo echar la culpa a los números.
De todos modos tomé la decisión de apagar mi celular y quitarle las baterías al reloj de mi habitación. A la mierda el tiempo, a la mierda los números, a la mierda el horrible tic tac del reloj. Quisiera escuchar el sonido de su risa, la melodía de su voz.
Lo único que quiero contar ahora son las veces que me besa o los lunares de su pálida piel. Ya no quiero contar segundos y respiraciones sin sentido. Apenas estoy viviendo mi primer día sin él y ya me siento al borde del abismo.
Cierro las cortinas de todas mis ventanas y todo se vuelve oscuro, no quiero ver el tiempo en el cielo. Enciendo la computadora sin ganas y empiezo a jugar algo que me mantenga ocupado, pero realmente sólo me engaño a mí mismo.
Hoy Edgar le ha dejado una porción de comida a su querida mascota, así que este día no tengo que ir a alimentarlo, eso para mí es bueno porque realmente creo que ir a su casa me afectará muchísimo, sólo lo extrañaré más.
Pasé todo el día frente a la pantalla de mi computador, jugando en la oscuridad de mi habitación, sin sentir el tiempo real y sólo guiarme por el tiempo que mi realidad puede contar. En otras palabras, el día fue eterno.
En la noche prendí mi celular para encontrarme con ningún mensaje de Edgar y volví a apagarlo, quizás se está divirtiendo mucho, quizás no me tiene en mente, quizás está pasándola muy bien con sus hermanos… y su prima.
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Vaso roto
RomanceTodos hemos escuchado alguna vez que lo que no te mata te hace más fuerte pero en la mayoría de las ocasiones lo que no te mata hace que desees estar muerto. Lo que no te mata te rompe, te transforma en un vaso roto... ¿Y qué es un vaso roto? "E...