La decisión

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Habían llegado al Campamento Media Sangre hacía poco, acompañados de ese chico de ojos verdes que decía ser hijo de Poseidón y de aquella chica de ojos azules que clamaba ser hija de Zeus. Ah, de ellos y de las Cazadoras de Artemisa.

Bianca trató de reprimir un suspiro al recordar la propuesta que le había hecho la diosa y a la que aún no respondía. 

Le había ofrecido un lugar entre sus Cazadoras. 

No sabía qué responder, y estaba muy nerviosa. Quería aceptar, y al mismo tiempo, no quería dejar a Nico solo. 

Estaba muy intranquila y casi no podía pensar con claridad, sin embargo, su hermano continuaba importunándola con preguntas estúpidas y fuera de lugar que ella ya casi no escuchaba.

–¿Sabes, Bianca? Tuvimos suerte de que lo que nos atacó no fuera un basilisco. Ésos tienen un poder de ataque de 80 puntos y junto con las...

–Nico, no es el momento –seseó, tratando de mantenerse calmada a pesar de lo mucho que la molestaba el hecho de que su hermano no se diera cuenta de la gravedad de la situación en la que se encontraban.

¿Que acaso su hermano no se había enterado de todo lo que estaba pasando? ¿No se daba cuenta de que el mundo se estaba despedazando a su alrededor?

Si respondía «sí» a la oferta de la diosa, este era el tipo de cosas que ya no ocurrirían; este era el tipo de cosas que quería eliminar de su vida y que hacían que quisiera irse con Artemisa de inmediato.

–¡Pero Bianca...! –le respondió, con una voz excesivamente aguda– Además, ni siquiera me estás escuchando. ¡Estaba diciendo que la Hidra de Lerna podía hacer crecer cabezas a su antojo! Te imaginas si una...

–Nico –repitió la mayor, con la quijada tan apretada que apenas le permitía pasar el aire por entre sus dientes–. No-es-el-momento -deletreó, esperando que al menos así la obedeciera.

Quería irse y, sin embargo, también quería quedarse. No estaba segura de qué hacer. No estaba segura de poder decidir en ese momento.

Le había pedido a Artemisa, que los había acompañado hasta este extraño campamento junto con todas las Cazadoras, que le diera hasta el anochecer para pensarlo y responder a su propuesta.

Pero en ese momento no estaba más cerca no conocer la respuesta que debía dar que antes. Y Nico no la estaba ayudando mucho, ni estaba apuntando puntos en favor de que se quedara.

–¡Bianca! –le contestó, sin darse por enterado de que el tono de su hermana era su última advertencia- ¡Las quimeras son geniales! En una pelea quién crees que ganaría, ¿una quimera con un poder de ataque de unos 70 o un...?

Pero nunca pudo terminar porque fue en ese momento en el que el poco autocontrol de Bianca se perdió.

Explotó, sencillamente. Como algo que pasa demasiado tiempo mal cerrado y de repente "thump", explota con violencia.

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