Estoy aquí desde hace más de 20 años, aquí pagando por algo que no cometí, me culpan de un asesinato atroz, el de mi hermana marina de 16 años, todos me creen culpable, incluso mis padres, saldré en libertad después de tantos años, en ningún momento he recibido visitas de nadie, pero un día me encontraba en mi celda, la cual compartía con otro recluso, que fue sentenciado por un homicidio, todos aquí me respetan, o más bien me hice respetar, todo cambió ese fatídico día 18 de agosto de 1990, solo recuerdo un bullicio de gente, acercándose a mi mirándome, yo mojado hasta la cintura de agua, mis manos cubiertas de sangre, al darme vuelta mi hermana estaba allí, flotando muerta la sangre rodeaba todo su cuerpo, hacia una capa en la superficie del lago, estaba desorientado y para empeorarlo mis padres se estaban divorciando, para esas fechas, mis días transcurrían entre barrotes 23 horas encerrado, y solo una hora para recreación, la pena pudo ser más alta, de la que me dieron tuve un buen abogado designado, los primeros días fueron duros no les voy a mentir, vez muchas cosas fuertes extorsión, entre reclusos e incluso violaciones, solo teniendo el segundo día, ya presencie lo que es vivir en el infierno, la hora de recreación era el momento más peligroso, los reclusos se enteran de todo, sin tu decir nada del ¿porque estás aquí? Con el paso de los años, mi aspecto físico fue cambiando, ya no era un joven, saldría con 38 años cumplidos, ese era otro miedo que me invadí ¿qué hacer al salir ? mi vida fue vivir como un animal enjaulado, todo adentro es de vida o muerte, me apodaban silencio, por lo cometido, del cual yo me declaraba inocente, al no acordarme de nada, la prensa me tildaba como un asesino cruel, que fue capaz de matar a su hermana, la propia prensa me coloco el apodo silencio en el lago, pero desde que pise la corte, solo me decían silencio, un día estando en la hora de recreación, un guardia me llamo diciéndome que tenía visita, yo dude de lo dicho por el, nunca nadie me visitaba y ¿porque ahora? cuando ya me faltaba poco para salir. Ya sabía que hacer, me colocaba en una posición inmóvil, dos guardias de seguridad carcelaria, entraron para esposarme, al estar en el área de máxima seguridad, aquí todo era diferente, nos esposaban manos cadera y pies y todo se unía con cadenas, una vez encadenado me dirigían al área de visitas, mi caminar era lento no sabía ¿cómo se veía ese sitio? porque nunca estuve allí antes, caminé con esos dos guardias escoltándome hasta el sitio, las puertas se abrían con seguridad eléctrica, el guardia miro a la cámara asiendo un gesto, el guardia de control la abrió, el ruido que estas puertas hacen se escuchaban por todos lados, se abrió automáticamente entre en esa área, barrios reclusos estaban allí adentro, teniendo un momento con sus familias, yo pensé que la mia estaba allí adentro, la busque con la mirada pero no la encontré, el guardia me empujo para que caminara, me guió hasta una de las mesas y me sentó, no había nadie allí esperándome, me gire para preguntar que aquí no me esperaba nadie, el guardia no me respondió, volví a girarme solo miraba mis manos, estaban tan marcadas con esas esposas, que se podían ver las cicatrices, escuche el ruido de la puerta abrirse y entro un hombre, contextura delgada, parecía un muñequito de torta, comenzó a caminar hacia mi mesa, se sentó delante de mí, me saludo con la cabeza.
— ¿Cómo esta señor Miller? — dijo colocando su manos de bajo de la mesa.
— Bien — conteste yo.
Era una pregunta tonta viendo de él, la circunstancia donde se encontraba era evidente, pero para mí la duda más razonable era ¿qué hacía aquí esta persona? ¿quién era él? Y ¿qué quería de mí?
— Señor Miller me llamo Marcos Hernández, soy periodista y columnista — dijo sacando una grabadora y colocándola en la mesa
— ¿Qué quiere de mi usted periodista? — respondí yo cortante.
Él me contaba que estaba en su último año, de la especialización de su carrera, le habían asignado como tesis final, que realizara un reportaje ejemplar, mi caso le pareció un buen teme a indagar, un conejillo de india para eso me quería él. Me trataría como un experimento, me negué absolutamente, pidiéndole al guardia de seguridad que me sacara de allí, Marcos se levantó para despedirse de mí, el odio hacia él era tan fuerte, como para aquellos reporteros, que en algún momento dijeron que me ayudarían a demostrar mi inocencia, terminaron dando reportajes a la prensa, dejándome como el asesino del lago o el silencio en el lago, culpándome de lo ocurrido ese día, sin pensar que solo era un joven, que apenas cumplía los 18 años, que su vida comenzaría entre rejas, sin saber si terminaría aquí de por vida.
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Silencio en el Lago
Mystery / ThrillerMariano es el mayor de la que fue en aquel año la familia Miller, a la edad de 18 años es encarcelado por ser hallado el culpable de la muerte de su hermana Marina de 16 años paso 20 años de su vida tras las rejas en una cárcel de Ohio, Estados unid...