Entre mis brazos [BokuAka][Haikyuu!!!]

Parte 1 Sin Título

Se dio la vuelta en la cama y se percató de que nuevamente se hallaba solo. Bokuto no podía creerlo, Akaashi se estaba desvelando de nuevo y aunque le había explicado la razón por la cual tenía que trabajar hasta tarde, Bokuto le preocupaba su salud mental. Aunque, debía admitirlo, también extrañaba poder acurrucarse junto a él, tenerlo entre sus brazos y dejarse llevar por Morfeo.

¿Hacía cuánto tiempo que Akaashi mantenía ese horrible horario de sueño? ¿Dos semanas? Bokuto no iba a permitir que continuara así. Había días en que su pareja estaba de muy mal humor, gracias a esa falta de sueño. Era su deber cuidarle, así como Akaashi lo había hecho cuando se había lesionado.

Bokuto suspiró y se puso de pie. Se estiró y se dirigió al pequeño estudio que tenía Akaashi. Hoy no iba a aceptar una negativa por respuesta. En puntillas, se acercó a la oficina y se quedó en la puerta, observando a su novio, quien estaba perdido entre sus libros y apuntes. Sus ojos luego se dirigieron al termo de café y Bokuto negó con la cabeza. No había persona que pudiera aguantar aquel ritmo de trabajo, por más inteligente que fuera.

—¿No piensas ir a la cama? —Bokuto le preguntó, mientras que se acercaba a su pareja.

Akaashi levantó la cabeza, no sabía en qué momento se le habían cerrado los ojos. Tomó un sorbo de la taza de café que tenía a su lado e intentó concentrarse en la pantalla que tenía frente a él.

—No necesito ir a la cama. No me siento cansado y tengo aún trabajo que hacer —Akaashi contestó, aunque la realidad era que estaba luchando por mantener los ojos abiertos. Tenía un plazo que cumplir y se desesperaba al solo pensar que no podría lograrlo.

—¡Pero Keiji! —Bokuto se acercó a su novio y le tomó de la mano:—¡Me siento tan solo sin ti! ¡Vamos a acurrucarnos, así me siento completo de nuevo! —Hizo un puchero, esperando que con ello fuera suficiente para convencerle.

Akaashi cerró su laptop y miró a Bokuto directo a los ojos. Detestaba que se pusiera así, porque siempre le resultaba irresistible. Bokuto era poseedor de tal encanto, que en ocasiones, Akaashi se preguntaba si éste no tenía algo de magia en él. Fuera lo que fuera, rechazarlo era casi imposible.

—¿Estás tratando de seducirme para tener un horario saludable de dormir? —Akaashi ladeó la cabeza mientras contemplaba a Bokuto. ¿Era su impresión o se había puesto aún más guapo? Aún cuando su cabello estaba totalmente desordenado y tenía ojeras, Akaashi lo encuentra irresistible.

—¿Está funcionando? —Bokuto sonrió e hizo espacio entre los papeles de Akaashi para sentarse.

Akaashi quería decirle que no, que tenía que continuar trabajando. Sin embargo, era cierto que estaba cansado y que le encantaría dormir entre sus brazos una vez más. Era el lugar más cómodo en el mundo y no lo cambiaría por nada. Sin embargo, al mirar sus papeles, sabía que tenía aún mucho por continuar. ¿Qué hacer?, se preguntó.

—Yo... —Akaashi se mordió los labios. Aún tenía un poco de energía para seguir tipeando, pero Bokuto estaba ahí. Era una decisión difícil.

En ese momento, Bokuto se puso de rodillas, lo cual sorprendió a Akaashi.

—¡Vamos, Keiji! ¡Te voy a llevar entre mis brazos! —Bokuto le propuso. A pesar del sueño que tenía, estaba determinado a conseguir lo que quería.

Akaashi miró hacia otro lado y luego volvió a fijarse en su pareja, en esos brillantes ojos dorados. Suspiró, no podía rechazar semejante oferta, aunque le daba vergüenza.

—Sólo por hoy —Akaashi accedió.

Bokuto se puso manos a la obra y en un abrir y cerrar de ojos, Akaashi se encontraba entre sus brazos. Si fuera por él, jamás le dejaría ir.

—¿Esto me convierte en tu príncipe encantador? —preguntó Bokuto, sin dejar de sonreír por su triunfo.

Akaashi quiso replicar, pero no se le ocurrió alguna respuesta decente. Se limitó a recostarse en el hombro de Bokuto y se aferró alrededor de su cuello. Estaba tan cómodo que cerró los ojos y se quedó dormido.

Bokuto arqueó una de sus cejas, pero no dijo nada. Le dio un beso en la frente y se dirigió a su dormitorio. Misión cumplida, se dijo a sí mismo.

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