Tres

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Severus corrió cuando escuchó el maullido fuerte y en cuanto entro en sus habitaciones el gato corrió hacia él y saltó a sus brazos, Severus miro hacia todos lados buscando el causante del susto del gato y encontró un sapo quieto en medio de la habitación.

- Longbottom -

Los sapos gustaban de lugares húmedos y varias veces habían encontrado sapos en las mazmorras, incluso dentro de la sala común de Slytherin, pero que se hubiera metido dentro de sus habitaciones demostraba que estaba muy distraído por el cuidado del gato mañoso en sus brazos.

- Solo es un sapo -

Su gato era un cobarde, y muy pero muy delicado, no le gustaba casi nada excepto pasar tiempo sobre él, junto a él o todo lo que estuviera relacionado con él. Ni siquiera sabía como iba a dar clases si el gato seguía pegándosele como lapa.

Severus dejo que el gato trepara a su hombro y se balanceara peligrosamente antes de agacharse a recoger al sapo que quiso escaparse al ver al gato acechandolo desde el hombro de Severus. Sin embargo, Severus chito a su gato para que se quedara quieto antes de caminar a su laboratorio en donde colocó al sapo en un terrario vacío que tenia, ahí solía criar sapos o arañas que necesitara para sus pociones y si, a veces le salía lo desalmado para matar pequeños animales pero ahora se estaba replanteando seriamente comprar solo ingredientes envasados y no vivos.

A Neville no se le hacía extraño recibir una nota de su profesor de pociones para que fuera a buscar a Trevor, lo que si se le hizo extraño cuando entro en el despacho del mayor fue el gato que estaba sentado sobre el escritorio. Severus se había resignado a dejar que todos supieran de Sherry, le había dejado ese nombre, aunque para quien preguntara el gato se llamaba Sherrinford.

- Buenas tardes, profesor -

Era la tarde del domingo, poco a poco todo volvía a la normalidad, Harry Potter aún no había aparecido, pero ya tenían a una gran unidad de Aurores buscando en el bosque aunque el director habia dicho que no debían preocuparse por nada. Aquel hecho fue curioso para muchos, pero el viejo no había soltado palabra al respecto, se había guardado todo como siempre. Y a nadie le sorprendía.

- Su mascota, señor Longbottom -

Neville tomó a su sapo mientras miraba atento al gato de ojos verdes que inclino su cabeza al verlo, parecían analizarse mutuamente hasta que Severus despidió a Neville. El chico pensó si contar sobre el gato de Snape, su lengua no pudo evitar decirle aunque fuera a Ron para animarlo por la desaparición de Harry. El pelirrojo no pareció tan divertido pero Seamus escucho y pronto todo el castillo supo de la mascota de Snape y ahora estaban expectantes a que llegara el lunes para ver si lo que decían era cierto.

Pero el primer grupo de alumnos se decepcionó aquel lunes por la mañana al entrar al salón de pociones y ver que no estaba el famoso gato de Snape, pero algo que nadie sabía es que panza arriba sobre una mullida cama luego de una panzada de comida estaba el gato que todos querían ver. Para la segunda clase del día, Sherry estaba deambulando por entre las mesas y al ver entrar a un grupo de alumnos se escabulló entre los bancos para no ser visto. Cuando toda la clase estuvo concentrada en leer lo que su profesor les había puesto en la pizarra, un gato negro de tamaño mediano y de ojos verdes saltó al escritorio de Snape que lo miro uno segundos antes de volver su vista al pergamino que estaba leyendo, la mayoría se sobresaltó ante el brusco movimiento de gato y la mayoría de las chicas soltaron varios 'aww' y halagos para el gato que movía su cola contento de un lado al otro.

Severus intentó no reaccionar cuando el gato, en su tercera clase, pasó su lomo por debajo de su barbilla mientras corregía las tareas que había pedido la clase anterior. Sherry solía hacer eso para llamar su atención mientras trabajaba, había sucedido el día anterior e incluso el día que lo encontró ya estaba frotandose contra él para llamar su atención. Severus alejo con su mano al gato y cuando quiso trepar por su hombro a su espalda tuvo que bajarlo y dejarlo sobre la improvisada cama que había instalado debajo del escritorio. El gato se quejó e intento treparse por su pierna, aguantó las garras clavandose en su piel a medida que subía y bajo la mirada a su regazo, los ojos verdes miraron inocentes y no le quedó más opción que dejarlo ahí.

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