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Me presento, mi nombre es Maskim, tengo 17 años, soy bielorruso pero vivo en Ucrania por temas de trabajo por parte de mis padres, o sea aquí en el pueblo Pripyat.

La noche recién comenzaba, como suele suceder mis padres llegan tarde del trabajo pero por alguna razón papá no llegaba por lo que mamá y yo cenamos solo los dos, luego cada uno se fue a su habitación, cuando estaba a punto de dormirme escuche un gran estruendo, mi madre vino corriendo a mi habitación – ¿Qué fue eso? – Ambos nos asustamos y salimos de casa, viendo a lo lejos notamos una gran luz, de seguro un incendio por lo que quedamos un poco más tranquilos y pasamos a dormir.

Paso el día siguiente, todo muy normal, fui a la escuela, pasaron las clases cuando en los recreos voy notando como más de un helicóptero pasaba por encima de la escuela - ¿Qué habrá pasado? – Me pregunte a mí mismo en voz baja.

Cuando volví de la escuela me fije en las noticias pero nada al respecto, también se me hacía raro que papá no volviera, si se quedaba toda la noche trabajando llegaba en la tarde por lo que me pareció ir a visitarlo, fui en la bicicleta, llegando note una gran nube de humo justo por encima de donde mi padre trabaja, en el reactor N°4, abrí los ojos como platos, rápidamente mire donde todos los trabajadores estaban juntos, papá no está ahí, por mis ojos comenzaron a caer lagrimas lentamente, saque la conclusión de que murió, aquel estruendo fue una explosión, llorando fui rápido a casa, abrí la puerta con fuerza provocando ruido, vi a mamá en el piso tirada llorando junto al teléfono, de seguro le llego la trágica noticia, corrí donde ella, la abrace y lloramos juntos por unos minutos.

Paso el día siguiente y aun no podíamos superar lo sucedido, pasaron unas horas, no entendía que estaba pasando, una gran fila de buses se encontraba en la carretera listos para partir, los policías y soldados decían que debíamos abandonar el pueblo pero no nos decían por qué pero simplemente había que hacerles caso a excepción de algunos ancianos que no querían dejar el lugar. Mi madre y yo llevamos algo de equipaje, subimos al bus cuando de repente siento que mi pierna comienza a picar, no entendía porque - ¿Me dio alergia? – Dije mientras miraba la zona algo rojiza – Seguro comiste algo que te hizo mal – Me respondió mamá – Seguro –

Llegamos a un hospital de Chernóbil – Debemos de hacerles un chequeo a cada uno – Dijo el conductor del bus, baje entre los primeros y me recibió una enfermera bastante amable la verdad, me hizo el chequeo, todo normal hasta que me dice que tengo la pierna infectada con radiación – ¿Qué? –

Me explico que la central nuclear después de la explosión se esparció por todo el pueblo la radiación, provocando infecciones y yo no era el único, asustado por lo que dijo no sabía qué hacer, me llevo a una habitación donde habrían dos chicos de 15 años y una pequeña de 8 años, me explicaron que ellos también están infectados, comenzamos hablar un rato, la chica en el tan poco tiempo se encariño conmigo, bastante tierna la verdad, pasaron unas horas y me informaron que mamá se encuentra bien por lo que la acogerán en la casa de alguien, me alegro por ella, que no le haya sucedido nada, también podrá visitarme de vez en cuando.

Con cada día que pasaba mi infección empeoraba hasta llegar al punto de no poder caminar, uno de los chicos no vivió más de unas semanas, la radiación se encontraba en su cerebro y no pudo resistirlo, Lera, la pequeña quedo devastada ya que él es su hermano siendo ambos muy unidos – ¿Tú también te iras? – Me pregunto, me destrozo el corazón, obviamente le dije que no, que no la abandonaría por nada, pero probablemente sería todo lo contrario.

Bohdan, nuestro otro compañero está mejorando pero dicen que lo mejor es amputarle la mano y él está dispuesto a ello.

Yo solo empeoraba, ya no podía salir de la camilla, solo comía sopas y comidas livianas como el puré, mi mamá comenzaba a visitarme más seguido, también algunas veces se quedaba hablando con mis amigos, se llevan bastante bien.

Lera no aguantaba más con el dolor y la mayoría de las veces le rogaba a la enfermera que hiciera algo mientras lloraba descontroladamente, todos sabíamos que moriría en cuestión de tiempo, en la noche rezaba por ellos, no quería que nada malo les sucediera.

Mi momento poco a poco estaba llegando, casi no podía sentir mi cuerpo, me era imposible mover, miraban el sensor de pulso cual iba más lento con cada segundo, Bohdan y Lera comenzaron a gritar – ¿Qué está pasando? – Balbuceé , las enfermeras los doctores llegaron corriendo, no podían sacarme de allí debían de actuar rápido, por un momento cerré mis ojos lentamente mientras escuchaba como mis amigos gritaban mi nombre y diciendo que no me fuera, finalmente deje de escuchar, me di cuenta que ya estaba muerto, con el tiempo mi madre cayo en depresión por la muerte de ambos (papá y yo), no pudo resistir más el dolor y termino suicidándose, los padres de Lera sacaron la conclusión de que la durmieran, no querían que su segunda hija siguiera sufriendo y Bohdan pudo vivir, le amputaron la mano, con el tiempo tuvo una esposa, hijos y nietos, cada vez que se conmemora este día 26 de Abril nos visita a los tres.

Un recuerdo de ChernobilDonde viven las historias. Descúbrelo ahora