El incidente

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- "Esa es mi mesa, muévete chica nueva"

Bella

Que yo sepa esta mesa no tiene tu nombre escrito en ella.

Chico

Te crees muy graciosa, ¿no? Te daré otra oportunidad porque no sabes con quién estás hablando, muévete.

Bella

No me hace falta saber tu nombre para plantarte cara. Puede que con otros te funcione eso de hacerte el duro, pero a mi no vas a conseguir intimidarme.

En ese momento, la voz que había escuchado en mi cabeza me habló de nuevo "apártate".

Eso me desconcentró el tiempo suficiente para no poder esquivar el golpe que se avecinaba directo a mi cara.

Cuando me incorporé en el suelo, llevé mi mano a mi nariz para descubrir la cantidad de sangre que brotaba de ella. Ignorando el dolor me levanto y le devuelvo el golpe. El chico cae al suelo y tarda unos minutos en incorporarse. Cuando por fin lo consigue, se dirige de nuevo hacia mi. Pero no consigue ni siquiera acercarse debido a que la chica rubia lo tenía, para mi sorpresa, fuertemente agarrado del brazo. 

En ese momento, aparecen varios profesores y se llevan a ese chico, cuyo nombre ahora se que es Erik, a la enfermería. 

Rosalie se gira para mirarme con una expresión de ¿preocupación?

Rosalie

¿Estás bien? ¿Te duele mucho?

Bella 

No. No es nada.

Intenté disimular una mueca de dolor resultante de mi patético esfuerzo por inspirar aire, pero no pasó desapercibida para ninguno de los que estaban sentados en la misma mesa que Rosalie y el misterioso chico que había visto desde el pasillo. Aunque, cuando presté más atención, me di cuenta de que dos de ellos ya no estaban. Eran el chico rubio y la chica morena de pelo corto.

Chico misterioso

No, no estás bien. 

Rosalie, creo que debería ir a la enfermería.

Rosalie

No. No quiero que se vuelva a encontrar con ese proyecto de ser humano.

Bella, te vienes con nosotros al hospital en el que trabaja nuestro padre para que te mire.

Edward síguenos con tu coche, yo llevaré a Bella en el mío.

Bella

No creo que sea necesario ir al hospital. 

Estoy bien.

Casi no tuve tiempo para terminar de hablar, cuando escuché otra vez esa voz dentro de mi cabeza: "Haznos caso. Necesitas que te echen un vistazo a esa nariz. Y no querrás enfadar a Rosalie, créeme".

Vale, iré al hospital. Pero no puedo dejar aquí mi camioneta, yo conduciré hasta el hospital.

Rosalie

Ni de broma. Tu te vienes conmigo.

Alice se encargará de dejar tu camioneta en tu casa.

Bella

Me quedé un poco sorprendida por la voz entre preocupada y autoritaria con la que Rosalie me hablaba y decidí que sería mejor hacer caso a Edward y no hacer enfadar a la rubia.

Nos dirigimos al aparcamiento del instituto y me monté en el asiento del copiloto del coche de Rosalie. Y, ¡vaya coche!. Yo estaba muy satisfecha con mi camioneta, pero este coche era algo con lo que mucha gente sueña tener.

Antes de darme cuenta, el coche se había detenido en el aparcamiento de urgencias y Rosalie se encontraba abriendo mi puerta para que saliera. Me tendió la mano para ayudarme a salir y, en el momento que la tomé, me sorprendió lo fría que estaba. Ella pareció darse cuenta de lo que estaba pasando ya que rápidamente la retiró y me pidió que la siguiera hasta la consulta de su padre, quien ya había sido avisado de nuestra llegada.

El fin y el principio de mis díasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora