Siempre creí

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Era un sábado, a eso de las siete y media, y la familia Chase se encontraban sentada en la sala de estar, frente al televisor. Una escena un tanto peculiar, quizás.

Durante toda la semana habían estado anunciando un maratón de las tres primeras películas de Harry Potter y, como conclusión, los cinco se encontraban viendo las escenas que corrían en la televisión en ese momento.

La primera película había estado bastante bien, pensó Annabeth. Era agradable ver cómo por una vez el que estaba en peligro era alguien más. Por eso eran tan famosas las historias con alguien en desgracia, porque las personas se sentían mejor al ver a alguien más miserable que uno mismo.

De cualquier forma, la trama estaba bastante bien, con esos muggles que venían siendo como mortales, y esa cita a la alquimia antigua.

Sobre la segunda, que era la que actualmente veían, tampoco tenía de qué quejarse. Quizás corregir un poco el aspecto del basilisco, pero estaba bastante pasable. Al menos hasta entonces.

En ese momento, la pantalla mostraba a Ron y a Harry, que se estaban por entrar en el Bosque Prohibido. 

Debido a la oscuridad que había entre los árboles resultaba bastante obvio que en cualquier momento aparecería alguna amenaza. Esperaba algo así como un perro grande o un dragón. Quizás incluso una arpía. 

Nada de eso, se dio cuenta, mientras enormes arañas de casi dos metros comenzaban a aparecer de entre los árboles.

Había pensado que Hagrid hablaba en algún estilo de claves no que literalmente se refería a seguir arácnidos.

No pudo reprimir un grito. Durante toda su vida había luchado con esa aracnofobia, miedo a las arañas comunes, corrientes y pequeñas, como para que ahora aparecieran arañas gigantes y a cientos.

Casi sintió que se le detenía el corazón con la sola vista de esos monstruos, que salían de a montones, dispuestos a atacarla. Dispuestos a salir de la pantalla y atacarla a ella.

Annabeth se levantó violentamente y se apresuró a subir por las escaleras, casi corriendo.

Frederick, Danya, Bobby y Mathew voltearon a verse, la confusión bastante obvia en sus rostros. 

Sólo eran imágenes computarizadas…

Lo cierto era que sólo se trataba de imágenes computarizadas… de arañas gigantes… que se mostraban bastante amenazadoras…

Danya y Frederick cruzaron miradas y asintieron, mientras los gemelos seguían bastante confundidos.

–Voy yo –dijo Danya mientras se levantaba del sillón y subía las escaleras por las que segundos antes su hijastra había desaparecido.

Suponiendo que había entrado a su habitación se dirigió hacia ahí directamente. Encontró la puerta lila entreabierta, pero aun así tocó suavemente.

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