PERSEA FORKS - Furia entre dioses

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MI HISTORIA XXXII

La seguí— ¿por qué tanto misterio? porque, hemos caminado desde la casa de las cazadoras hasta acá —no le reclamaba, simplemente quería saber ¿por qué caminaba hasta acá?

— hiciste un buen tiro en ese lienzo —comento sin mirarme— aún con el viento en tu cabello le diste al blanco —

Recuerdo que el ciervo apareció después de haber disparado, no la vi antes— ¿lo viste? —

— lo vi todo, Lyra —y entonces lo escuche, en un sonido profundo pero constante, las aguas estancadas se acercaban y se movían con tanta serenidad, tanto me motivaban que daban ganas de darte un chapuzón o de permanecer entre ellas para siempre, casi podías escuchar como el agua chocaba contra las piedras y como subían y bajaban de ritmo, era un espectáculo de audio, hasta que vislumbre como los rayos del sol conjugaba a la perfección con las pequeñas olas de lo que parecía ser un lago.

Un lago cerca de la orilla de la casa que estaba cerca de él, era obvio que la casa de Poseidón tendría tal oportunidad.

¿Los hijos de Poseidón tendrían escamas? ¿dormirían bajo el agua? ¿se convertirían en peces?

Finalmente, después de tanto caminar, Artemisa quedó quieta frente al mar— tu madre solía llevarte de pesca en tu cumpleaños —reconoció y afirmó— a los ríos y lagos de Forks —me acerque también a la orilla.

Era pura arena y agua chocante, habían unas escaleras a unos metros de Artemisa, eran de la casa de Poseidón, para mi lado solo había bosque y árboles, una flora muy bien conservada.

— solo fueron unas cuantas veces —baje la mirada y respire hondo.

— a tu madre le hubiera gustado estar aquí —

Mi mirada se endureció, hablar de mi madre, cuando no pudo siquiera salvarla y solo le dio el descanso eterno— si bueno, las cosas no siempre suceden como uno quiere —

— Lyra —

— es que aún no lo entiendo —reí irónica, mientras caminaba y reía, dando vueltas en el mismo lugar— ¿cómo es que? siendo una "diosa" —alardee— no hayas podido salvar a mi madre —enfatice con odio— si tanto la querías como decías, ¿por qué no lo hiciste? —pero Artemisa también se enojó.

Ella frunció su ceño y de pronto el bosque empezó a moverse con ferocidad, lo que parecía ser una ventolina, no era más que la furia entera de Artemisa, a medida que sus pasos se acercaban a mí, mis pies se enterraban en la arena, pero no era por mi, sino porque la arena me absorbía, no podía moverme.

— hay cosas que no puedo controlar, Persea Fork —su voz había cambiado, de pronto podías ver como le salían ramas de su cabeza y despeinaba su cabello— pero tú, deberías dar un poco de respeto a los dioses, a mí —enfatizó a medida que su voz se alzaba más y más— ¿cómo te atreves a faltarme el respeto de esa manera? —respiro hondo, pero intente moverme y no pude, sino que empecé a tambalearse hacia atrás, mientras sentía el miedo abrazarme— a mí, que soy la diosa de todo lo virgen en este mundo, Artemisa del terreno virgen, Señora de los Animales —trague fuerte mientras se exaltaba, pero intente moverme de nuevo y esta vez no tuve la suerte de mantenerme de pie, sino que caí al suelo, de trasero.

Mierda, eso dolía, no me había recuperado de la caída anterior, para ver a por esta.

Ella me miraba desde arriba con superioridad y yo solo podía tragar fuerte y rezar porque no me matará, pero entonces el lago empezó a estremecerse, de un lado a otro, parpadee unas cuantas veces y trague fuerte, no sabía que también era capaz de eso, ahora sí estaba acabada, primero la hija de Zeus y ahora ella. No puede ser.

PERSEA FORKS © - La Gracia de ArtemisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora