📖CINCUENTA Y TRES📖

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La comida en la cafetería era bastante buena, pero no sabía cómo la de mi madre, de hecho se parecía mucho a las opciones que yo tenía en la escuela y que siempre rechazaba.

-dieta de soldado - la llamo Mikasa.

Y no estaba equivocada, aunque la agricultura y ganadería había prosperado después de la guerra Titanica, aún no había una gran variedad de platillos como la que solía tener Nicolo en su restaurante.

Después de comer, Mikasa volvió a dar clases y mi padre me llevó de nuevo a donde habíamos estado antes, de verdad me dejaría usar el equipo de maniobras de nuevo.

-¿iremos a palacio hoy? - le pregunté curioso cuando surcabamos los cielos. - ¿a entregar los papeles de mamá?

-si, son bastante urgentes - respondió Levi con pesadez.

Me surgió una duda... Mikasa había dicho que mi padre solía quejarse del trabajo y en casa también se quejaba cuando tenía que venir, sin mencionar que también le desagrada tener que ir a palacio, pero si de verdad lo despreciaba porque seguía en ello...

-¿puedo hacer una pregunta? - le dije, tenía que ser cuidadoso con mis palabras si quería una respuesta.

-esa ya ha sido una - me respondió mientras daba una vuelta con el equipo y se adelantaba.

-¿por qué sigues siendo un soldado? - pregunté sin prestar atención a su sarcasmo anterior y alcanzandolo para que me escuchara.

-¿se te ocurre otro trabajo que pudiera hacer? - pregunto en respuesta, no parecía estar dispuesto a responderme directamente.

-¿consejero? ¿Dueño de una tienda de té? - sugerí medio en broma, la última no era una mala opción. - la verdad no creo que ni siquiera necesites trabajar...

-tienes razón, no lo hago por el dinero - reconoció frenando un poco hasta detenerse sobre un tejado.

Se había detenido sin avisar, así que me tomo por sorpresa al punto de adelantarme un poco más y tener que regresar. Cuando me pare a su lado, el me observó con detenimiento y luego se sento sobre el tejado, lo imite.

-¿y bien? - insistí, se acercaba o una gran revelación o otra respuesta indirecta, lo sabía bien. - si no lo haces por dinero, entonces ¿por qué?

-por ti... Y por Ami, claro... - soltó mirando a la ciudad.

Era una increíble vista, puede que los reclutas en un principio se unieran a la legión para deshacerse de los titanes, pero aquella vista seguro los hacía pensar que valía la pena todo sacrificio. Pero, por el momento, no era la vista lo que me tenía cohibido.

-eso fue más directo de lo que espere-confesé riendo con nerviosismo.

-si no respondía no me dejarías tranquilo con el tema - me recordó el con una mueca de disgusto.

Eso no era cierto, de verdad estaba haciendo el intento de cooperar con mi curiosidad, pero ya lo había admitido una vez este día, lógicamente no lo haría de nuevo.

-puede ser, pero sigo sin entender... - dije presionando un poco, era mi oportunidad.

Levi suspiro, recogió la pierna derecha y sobre ella coloco su brazo del mismo lado.

-Ami y yo salimos de la ciudad subterránea para tener una mejor vida - comenzó a decir - pero ya sabes con lo que nos encontramos, en todo este tiempo nos protegí a ambos y no deje de hacerlo aunque todo acabó...

Lo contaba sin decir mucho, omitia todo, seguía sin decirme la verdad. No me hablaba de Farlan e Isabel, no me hablaba de los ataques en su ciudad de origen, no me decía como la protegía, ni siquiera me decía a ciencia cierta que fue lo que pasó antes de mi.

-... luego naciste y supe que tenía a alguien más a quien cuidar y proteger - siguió diciendo, no parecía costarle decirlo - como soldado o incluso como instructor, de algún modo contribuyó a su proyección, Ami hace lo mismo solo con ser consejera...

-preparas a las futuras generaciones... - dije en voz baja repitiendo las palabras de la alumna de Mikasa.

Lo entendía, Levi creía que si seguía siendo un soldado sabría todo cuando algo no estuviera bien y podría protegernos mejor si había caos de nuevo; y Ami, siendo una informante se aseguraba de que todos los secretos del bajo mundo fueran expuestos y eliminados. A su manera, me protegían, lo sabía, quizá siempre lo supe.

La escena me recordó a un momento del diario, a aquella última noche en que Levi estuvo con sus amigos: había sido en las alturas, viendo el cielo y hablando de lo mucho que Levi quería protegerlos. Se me hizo un nudo en el estómago.

-no se los hago fácil al querer saber todo, ¿verdad? - me aventure a decir para intentar que aquel dolor desapareciera.

-no, no lo haces nada fácil - confesó con una sonrisa ladina.

-pero tampoco lo quieres fácil - le recordé sonriendo divertido.

-contigo y con tu madre nunca nada es fácil - dijo medio en queja - y hablando de eso, volvamos y hagamos sus encargos antes de que se nos olvide...

Habían pasado quizá un par de horas, pero de la conversación tan solo unos minutos, minutos valiosos e irrepetibles. Ambos nos pusimos de pie y volvimos a la academia para guardar los equipos de maniobra del mejor modo que pudimos para evitarnos problemas con Mikasa. Luego entramos al edificio y fuimos a su oficina, donde su secretaria lo bombardeo con documentos que se apresuró a firmar, para finalmente tomar sus cosas e irnos.

El palacio no estaba lejos, así que caminamos por la ciudad para llegar. Yo adoraba la ciudad, aquellos edificios imponentes, el bullicio de la gente, el ir y venir de los carros, todo era hipnotizante; no es que no me gustara la vida del campo, pero prefería la tempestuosa ciudad... Pensándolo bien, quizá si tenía una guerra con el silencio como decía mi padre... Como fuera, estaba disfrutando del pequeño paseo con Levi, era algo que nunca hacíamos.

-Comandante Ackerman - saludo un soldado en la entrada del palacio cuando llegamos.

-hemos venido a entregar unos papeles urgentes - explicó mi padre luego de responderle el saludo al cadete.

-lo sentimos, pero la Reina está... - comenzó a decir el hombre.

-déjelos pasar... ¿Eres nuevo, verdad?

Levi's diaryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora