Bulla, eso es lo único que intento ignorar, pero que me cuesta mucho. No sé qué demonios ocurre en la planta baja de la casa, pero en este momento me altera todo completamente, no sé qué horas han de ser y sé que debo ir al instituto hoy, pero si mi reloj mental no me falla, estoy segura que aún me han de quedar como cuarenta minutos para continuar durmiendo, pero es imposible de conciliarlo.
Para este momento me incorporo y froto las palmas de mis manos en mis ojos. Suelto un bostezo y salgo de la cama, observo de reojo el reloj de la mesita de noche, y efectivamente, aun me quedaban cuarenta minutos para continuar durmiendo, ¿Qué diablos es lo que ocurre? ¿Quién se encuentra en casa? Al salir de mi habitación, observo a Caleb asomarse desde el umbral de su puerta, me hace ese gesto de – ¿Qué ocurre? – y encogiéndome de hombros decido bajar.
La voz de mamá proviene desde la cocina y es muy obvio que está acompañada, continúo mi andada y al entrar de lleno a la cocina me detengo abruptamente y lo veo de espaldas. Es papá, está aquí, después de habernos quedado mal semanas atrás. Mamá al desviar su mirada y verme, de inmediato le deja saber a papá que alguien está detrás de él y en cuanto me mira, sonríe y al acercarse a mí me rodea en un abrazo.
Yo no tengo el mismo afecto y al separarnos un poco deja un beso en mi frente. Caleb viene quejándose con su voz un tanto alta y al dar con nosotros, estoy muy segura que quedó perplejo porque ha notado que papá nos ha venido a visitar. Paso junto a él y llego hasta donde se encuentra mamá, ella con una sonrisa me deja muy en claro que no tenía idea de esto y me desvió a la nevera.
–Que feliz estoy de verlos, hijos –suspiro, volteo a verlo mientras me tomo un vaso de leche. –Lamento haberles quedado mal semanas atrás, pero tengo tanto trabajo y hasta ayer pude pedir unos días libres.
– ¿Días? –pregunto incrédula. – ¿Cómo que días? Siempre vienes medio día y si acaso –siento un leve pellizco de mamá, suspiro.
–Sí, hija, vine por el fin de semana, así paso más tiempo con ustedes.
– ¿Dónde te vas a quedar? Aquí solo hay una habitación, llena de chécheres –sonrio, este suspira.
–Margot, me quedare en uno de los hoteles del pueblo, gracias por preocuparte.
–De nada, Mike –le guiño y paso a tomar asiento, si, muy poco le digo papá. –Mamá, hoy llegare algo tarde, debo asistir después de clase a una reunión del club de teatro, ¿Está bien?
–Claro que si mi amor, ¿Y tú Caleb?
– ¿Yo? Bueno tengo entrenamiento, el domingo tenemos el primer partido de la temporada.
– ¡¿De verdad?! –exclama papá, sus ojos mieles miran fijo a Caleb. –Me quedare, quiero verte jugar.
– ¿Si? Bueno, gracias papá, que considerado.
–Sí, espero asistir a unos cuantos más por lo que resta de año escolar, ¿Ya has decidido la universidad? ¿Qué tienes pensado estudiar?
Y yo me desconecto de mí alrededor, mamá me entrega mi desayuno y le agradezco, quiero comer rápido, darme una ducha e irme de inmediato al instituto. Esto es siempre que papá viene, se hace el interesante y luego se desaparece por meses y san se acabó, mamá le sirve a él y Caleb y observo como mi hermano intenta no morir en el intento.
Me apiado de Caleb, él quiere a papá, pero también le tiene cierto rencor, no más que yo, pero a veces no tolera que papá quiera fingir cierto interés en sus decisiones y evita un tanto darle más larga al asunto. Termino mi desayuno y en silencio tomo camino a mi habitación para buscar mi toalla y darme una ducha muy rápida.
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Conexiones.☆
Roman pour AdolescentsLibro 1 - El hilo rojo. ¿Desde cuando podemos sentir una conexión con alguien ajeno a nuestra vida? ¿Quizás al tocar su mano? ¿Al sentir su cercanía? O simplemente ¿Al escuchar su voz? En esta ciudad llamada Hood River, un grupo de estudiantes come...