11. Coldless.

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Me tumbé en la cama después de pensar en todo lo que había visto esta noche.
¿Tal vez el se sentía...? ¿Qué dices? Es un hombre de treinta y cinco años...como te va a ver así. Además, ne gusta Jean...¡Jean! Recordé que rechazé su llamada y en ese momento de un gran impulso me levanté de la cama.
Cogí mi móvil de mi mesilla para llamarle cuánto antes.
El teléfono vibraba...

-¡Jean!- Soné victoriosa cuando me di cuenta que cogió la llamada por más tarde que fuera.- Oye, que perdón por no haberla aceptado antes es qu...- Me interrumpió.

-Hey...tranquila. Supuse que estarías liada con algún trabajo de la universidad.- Sí. Todo menos eso.- Solo quería llamarte porque te dije que pasaría por ti este finde semana.

-¡Ah! Sí...es cierto.

-¿Te parece mañana? Si estás libre por la tarde pasaré a por ti.

Uhm...si mañana por la mañana iría a la cafetería...supongo, supongo que tendría tiempo.

- S-Sí, estoy en casa.- ¿Segura?

Tras ese momento terminamos despidiéndonos para luego cortar.
Dios...es difícil hacer planes improvisados y más cuando tú no eres la que los organiza.

Terminé durmiéndome pensando en que Jean me llamaría en algún momento de mañana...cosa que tendría que estar atenta para intentar cuadrar los horarios todo lo posible.

(...)

Serían las ocho de la mañana; tampoco es que miré el reloj. A pesar de haberme acostado tarde, me levanté a esta hora ya por no tener más sueño.

Iba en camino a la cocina hasta que llegué a la encimera. ¿La cafetería de Levi estaría abierta? Ahora que lo pensé bien, en vez de desayunar en casa...podría pobrar otra cosa.

Me tardé demasiado en arreglarme; lo hice aposta para ser sincera. Quería ir segura de que cuando llegase al sitio, estuviese abierto.

No quería engañarme, ¿con que ojos tengo que mirar a Levi ahora desde anoche? Parecía surrealista.
¿Tendría que mirar fijamente a sus ojos como anoche? Que vergüenza...
De hecho, ahora me replanteaba si ir o no. Pero ya era tarde, ya que ya estaba saliendo por la puerta de mi casa.

No iba con gran cosa puesta. Unos pantalones vaqueros bastante holgados al final de la costura, junto con un jersey que llegaba cerca de mi cadera; no podía faltar el abrigo.
Mientras bajaba por las escaleras, saqué del bolso que llevaba un goma y como pude, empece a recogerme el pelo en un moño alto, algo despeinado.
Aunque hubiera tenido toda una hora, apuraba el tiempo hasta el final.

Eran bastantes minutos los que tardaba y más cuando todavía la nieve seguía por las calles.
Algunas carreteras habían sido cortadas y por un momento me preocupé algo, ya que no sabía a donde es que me llevaría Jean.

Tras hacer un gran esfuerzo, la puerta de su local la tenía a menos de un metro.
Justo tomé el pomo de esta y me agarré fuerte por la ventisca que parecía levantarse.
Con bastante fuerza abrí la puerta y me introduje al lugar hasta caer de rodillas por el cansancio que llevaba encima.

Exhausta, descansaba en su entrada con las manos encima de mis piernas hasta poder recuperarme. Mientras, dejaba caer mi abrigo detrás de mí.

-¿Qué haces aquí a estas horas?- Oí una voz que podría reconocer perfectamente. Una voz que si escuchase miles a la vez reconocería sin duda; como si solo pudiese escuchar esa.

 𝐖𝐢𝐬𝐡𝐞𝐬 | 𝐋𝐞𝐯𝐢 𝐀𝐜𝐤𝐞𝐫𝐦𝐚𝐧 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora