01. Madelaine

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Diálisis... algo pasajero para algunos, una tortura para otros. Yo estaba en un punto medio, no era mi cosa favorita pero tampoco lo peor. Mi hermano mayor, Ross, me acompañó desde el primer día hace un año. Cada dos días tengo que hacerla ya que he desarrollado una falla renal bastante grande.

—Puedes irte si quieres, Sadie ya viene— le dije a Ross, a veces me sentía un poco mal ya que su vida dependía de mis horarios y no era justo para él.

—Me gusta venir, hacerte compañía

Iba a contestar pero Sadie, mi mejor amiga apareció; ella tenía fibrosis quística, una enfermedad que afecta gravemente a los pulmones, vive en el hospital y fue justo aquí donde la conocí, hubo un tiempo en el que yo también vivía en el hospital.

— ¿Todo bien, Ross?— inquirió Sadie sentándose a mi lado

—Bien ¿Tú?

—Como siempre—dejó la mochila con el tubo de oxigeno cuidadosamente en el piso— ¿Y tú? ¿Qué hay de nuevo?—me preguntó

—Nada interesante, comencé un nuevo libro

— ¿Cuál?

— Rojo, blanco y sangre azul

—Yo lo leí ¿Te digo como termina?

—No gracias

Estuvimos hablando lo que duró la diálisis, al terminarla anduvimos dando vueltas por el hospital, contando algunos chismes, riendo de nuestras desgracias y jugando a carreras con las sillas de ruedas hasta que Celeste, una de las enfermeras que más nos conoce terminó regañándonos y tuvimos que parar.

—Nos vemos el miércoles— le dije a Sadie antes de subir al carro con Ross.

— ¿Vamos a casa?— quiso saber mi hermano

—No, déjame en la biblioteca

Luego del hospital necesitaba despejarme, casi siempre solía ir a una biblioteca, mi biblioteca favorita, quedaba a tan solo cinco minutos de mi casa, era linda, acogedora y te daban café y a veces chocolate caliente.

La lluvia caía por el vidrio, estaba con mi libro y una taza de chocolate a mi lado, solo habían dos personas y la señora Robinson quien preparaba el chocolate caliente, esa señora me adoraba, siempre ponía el doble de malvaviscos, una vez para mi cumpleaños me hizo galletas y me deja llevarme secretamente ciertos libros, es maravillosa.

La campanita que cuelga sobre la puerta sonó, llamando mi atención, un chico de cabello rubio entró a la biblioteca, tenía la chaqueta algo mojada pero no parecía tener frio, fue hasta el mostrador y le dijo algo a la señora Robinson, ella le señaló un pasillo y el chico desapareció por allí.

Seguí con mi lectura, el no era de mi importancia pero tuve la ¿desgracia? De que se sentara en el sofá de enfrente. ¿Qué estaba leyendo? Levante la vista y leí el titulo; La Sangre Manda de Stephen King, bajé la vista rápidamente cuando mis ojos por accidente se encontraron con los suyos.

La señora Robinson le llevó una taza y él muy gentil se la agradeció, volví a alzar la vista, no podía evitarlo, me daba curiosidad pero mis ojos vuelven a encontrar los suyos y bajo la mirada con rapidez nuevamente ahogándome en vergüenza ¿Acaso mi curiosidad no tiene límites? Tengo que dejar de mirarlo o pensará que soy una acosadora en serie.

—Hola—una voz gruesa me hizo poner de los nervios

No puede ser ¿Qué le digo? ¿Y si finjo brote psicótico? Seguro me preguntará porque lo estaba mirando, ¿Por qué lo miraba? ¿Por qué estoy tan nerviosa? Cachetazo mental.

Take my Heart [✅]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora