09/08/2021

1 0 0
                                    

I

Había cierto clima apocalíptico en mi sueño de esta noche: Comenzaba con mi hermano mayor y yo dejando a toda prisa nuestro departamento en medio de la noche o madrugada, cargando con nosotros una mochila de viaje, semejante a la que se prepara en casos de emergencia.

Las calles se mostraban vacías, y mi hermano tenía que irse a buscar un taxi al extremo opuesto de la cuadra en donde nos encontrábamos, dejándome al cuidado de su mochila. En cuanto yo quedaba sólo, se me aparecían de la nada un hombre acompañado por un niño gordo rubio de lentes, quien me decía con voz débil que tenía frío y necesitaba abrigo.

El hombre que le acompañaba en seguida tomó la mochila de mi hermano mayor, empezando a rebuscar en su interior, a pesar de mis protestas. Mi hermano aparecía entonces, arrebatándole la mochila al hombre, empezando una fuerte discusión entre ambos.

De la nada, iban apareciendo más y más personas, que formaban un círculo alrededor de nosotros, poniéndose a dar fuertes gritos, como queriendo incitar a una pelea entre mi hermano mayor y ese otro sujeto.

De repente, una alarma empezaba a sonar, y la gente comenzó a dispersarse aterrorizada. Mi hermano y yo también corrimos. Todo un caos se desató entonces, tornándose más fuerte el ruido de la alarma, al punto de parecer el sonido producido por la trompeta del ángel que anuncia el Apocalipsis.

Todo era caos y ruido, y no sabía ni siquiera hacia dónde podíamos huir.

II

Ahora me encontraba sólo, en la sala de espera de una clínica, mirando un televisor donde era transmitido una serie de superhéroes que tenían que lidiar con una plaga que estaba exterminando a la humanidad.

Se mencionaba una conspiración de extraño nombre, carente de vocales. (Era algo así como Dxwyzyx, de bastante difícil pronunciación)

Repentinamente, una de mis tías irrumpía en la sala de espera, vestida de negro, y portando un velo de viuda sobre la cabeza, anunciándome de golpe que su esposo acababa de morir.

Tan repentino aviso me sobrecogía, sin formular respuesta a las numerosas preguntas que hice entonces: Siguiéndola, me encontré en otra habitación, semejante a uno de los baños de mi casa.

En ese sitio, yo me ponía a conversar con una especie de psicólogo, quien se mostraba muy comprensivo respecto a mi consternación, inclusive ofreciéndome algunas palabras de consuelo por su pérdida.

Diario de Sueños y PesadillasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora