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¿Han escuchado la famosa frase "cualquiera puede cocinar"?

Si la respuesta es negativa, es momento de mostrarte que sí existe tal frase. No todos serán los Chef Gourmet que espera el mundo, pero sí podrán cocinar algo digno para el estómago de sus seres queridos.

Déjame contarte cómo un soñador muchacho logró convertirse en un chef, no famoso pero sí reconocido por su increíble sazón. Cuando la comida entra por la boca y las papilas gustativas la analizan, el mundo descubre que puede sentirse como en el hogar después de degustar.

La historia de este muchacho es algo chusca, realmente comienza como una comedia y más aún cuando varios personajes hacen acto de presencia. El amor por la comida no es lo único que conoce este muchacho. Descubre que el mundo es tan pequeño, que las mentiras pronto cobran factura, que los sentimientos pueden ser más fuertes que los propios deseos. Que unos bonitos ojos con arruguitas bonitas, logran poner el mundo de muchos de cabeza.

Ahora plantéate esto, conocerás una historia de alguien que a través de la cocina logró un sueño, superó grandes obstáculos y como recompensa obtuvo una bonita historia de amor. Sin embargo, como en la vida diaria, no todo fue así de fácil.



Déjame iniciar esta historia correctamente.



Viajemos a través de nuestra imaginación a Changsha, China. El lugar en que nuestro protagonista nació. La casita de adobe resalta, con ese tabique rojo para darle calor a quienes viven ahí. La Abuela sonríe a un hermoso niño con hoyuelos en sus mejillas. El abuelo los ve desde el campo, agradecido de tener a sus dos personas más importantes en casa, cerca de él.

El abuelo hace lo posible para plantar las mazorcas que les darán un poco de dinero si las vende en su punto tierno. La abuela por su parte, se esfuerza por enseñarle al pequeño lo que el mundo significa. Y sobre todo, le enseña a probar los distintos tipos de condimentos para un buen caldo.

El pequeño es feliz en esa burbuja llena de amor, le gusta aprender de la abuela cómo preparar arroz, asar la carne y que esta quede jugosa y suave. Aprende a diferenciar las hierbas que la abuela pone frente a él. También, en qué momento es correcto colocar los fideos en la olla, cómo debe prepararse un té y el café de grano.

El pequeño sonríe abiertamente, contento de estar con sus dos abuelos. Eso, hasta que su padre lo recoge por la noche. El hombre de cabello corto y oscuro, hace muecas cuando el pequeño quiere contarle lo que ha aprendido durante el día. No ve bien que sus padres le enseñen a su hijo a cocinar. Nunca lo vería bien.

Porque el niño debe crecer como un hombre, conseguir trabajo en el campo y apoyar a la familia con dinero. Como todo joven en ese pueblo. Sin embargo, la mente inocente del pequeño se inclina más a lo que ha aprendido de la Abuela.

Un buen día con sus manos cortas, el pequeño decide hacerle una digna comida a su padre. Ha visto con sus pequeños ojos cómo el hombre mayor se esfuerza todos los días por darle una vida digna. Y para agradecer su esfuerzo, el niño quiere cocinar la mejor panceta de cerdo.

Corre a casa de sus abuelos, con la sonrisa adornando su rostro, los hoyuelos marcados y un poco de tierra en sus mejillas. Su trajecito azul se ensucia un poco por el polvo, no le importa al pequeño, su objetivo es hacer feliz a su padre a través del estómago.

Cuando sus piecitos adornados con unos zapatos claros tocan las escaleras pequeñas de la casa, grita a todo pulmón y con tierna voz un <<¡Abuelita, XingXing necesita de tu ayuda!>>. La Abuela sale con una sonrisa en su rostro, escucha atentamente al pequeño y su corazón se siente cálido por tan bondadoso corazón de su nieto.

Sueño Culinario [LayHo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora